EL LEGADO DE LOS ALL BLACKS


El escritor neozelandés James Kerr compartió semanas de convivencia con el exitoso equipo de rugby. De visita en Buenos Aires, le contó a Nueva por qué sus enseñanzas pueden aplicarse en todos los ámbitos de la vida. La nota original de Nueva, acá.

Corría 2010 cuando el consultor y orador neozelandés James Kerr pasó una temporada con el equipo deportivo de sus amores: los All Blacks, el seleccionado de rugby de Nueva Zelanda que se convirtió en el más efectivo del mundo entre todos los deportes. El objetivo de Kerr era saber qué se podía aprender de sus jugadores, entrenadores y directivos para aplicar en otros ámbitos. Esa experiencia la volcó en un libro que tituló Legado - 15 lecciones sobre liderazgo (Club House) y que se convirtió en uno de los más consultados entre empresarios y educadores.
Un abogado y coach ontológico especializado en deporte de alto rendimiento, especialmente rugby, fútbol y tenis, Alejandro Oneto Gaona, siguió sus pasos con tanta pasión que se propuso traerlo a Buenos Aires para que dé una charla. Lo consiguió. Colmó un hotel céntrico con un público muy diverso ávido por escuchar a Kerr y lo puso a disposición de todo el país a través de una charla exclusiva con esta revista. El encuentro entre Kerr y Nueva fue largo, con mucha distensión. De ida y vuelta. Un lujo, por donde se lo mire.
-Así que escribir sobre los All Blacks era su sueño.
-Amo el rugby. De hecho, en 1990 escribí sobre los Kangaroos, de Australia. Pero siempre quise escribir sobre los All Blacks, que es mi verdadero equipo. Para nosotros, los de Nueva Zelanda, son dios. No hay nada mejor que los All Blacks. Y escribir este libro, con acceso a todas las áreas de los All Blacks, fue un sueño cumplido.
-¿Me puede hablar de la trastienda de Legado? ¿Cómo se vive esa experiencia de convivencia?
-Conté con la ventaja de una autorización para meterme más a fondo y entrevistar a los jugadores. Reconocí dentro de los All Blacks que hay un gran paralelo con hacer las cosas bien. La cultura de los equipos y las empresas es muy difícil de medir, pero con los All Blacks es mucho más fácil porque desde 2004 se pueden medir sus impactos. Antes de 2004 tenían una efectividad del 75 por ciento en todos los deportes. Después de ese año, del 95 %. Un crecimiento notorio.
-¿Qué aprendió con la preparación y escritura de este libro?
-Lo que más me llamó la atención dentro de la cultura All Blacks es cómo se comprometieron, cómo se reconstruyeron. Eso me invitó a meterme de lleno en éste, que es un caso de estudio. Fue una gran excusa para escribir sobre mi equipo favorito. Soy un acérrimo, o trágico, fan de los All Blacks, pero también fue una excusa para aprender y transmitir lo que ellos enseñan. Al mismo tiempo, aprendí que no importa lo que domina a un equipo deportivo, militar o empresarial: hay principios transferibles. Hay principios que hacen la diferencia necesaria para provocar los cambios. Muchos oradores que hablan de deportes dicen que hay una analogía. Pero hay principios más profundos. Para mí va más allá de la historia. ¿Qué es lo que lleva a un grupo chico de seres humanos a sobrevivir y a pelearla en un ambiente agresivo? Los militares hablan de movimiento, complejidad, incertidumbre y ambigüedad. Eso sucede en un partido, en una batalla o en los cambios económicos de un país. ¿Cómo hacen estas personas para trabajar bien, obtener éxito? Eso es lo que me interesa. Además de hacerlo sobre All Blacks, me gustó hacer un estudio sobre equipos de distintas áreas.
-¿Y cuál es su respuesta?
-El secreto está en enfocarse en la excelencia, en la línea absoluta de la excelencia. Pixar, por ejemplo, que tiene un logo cálido: la calidez es una de las virtudes. Los All Blacks enseñan que la humildad, mantenerse humilde, es importante. En el libro cuento que los jugadores barren su propio vestuario. Es la idea de establecer humildad. Ser número uno pero en el fondo sintiéndose número dos, estar siempre evolucionando: “No te vayas más allá de vos”. San Antonio Spurs, con Gregg Popovich, es un ejemplo, también. Todos buscan jugadores que trasciendan, que no se queden en sí mismos sino que se brinden al resto. Nadie es más importante que la camiseta, como dicen los All Blacks. Un capitán, quince líderes. Todos son líderes. Eso crea pertenencia y responsabilidad dentro del equipo.
-¿Cuál cree que es la esencia de un legado?
-En los All Blacks los líderes se empoderan. La doctrina que hoy predomina es la misión del comando: los líderes son quienes determinan la intención, la estrategia. Los ceos, los que están arriba, deciden el cómo. Lo que hacen estos coaches es pasar la pelota a los jugadores para que actúen. Los buenos líderes no crean seguidores sino que crean otros líderes. El coraje del liderazgo es el coraje de dejarlo ser, de transferirlo. Excelencia, humildad y que los líderes generen líderes. Hay más partes del legado, pero esa sería la esencia. Tiene que ver con ser parte de algo superior a vos. Uno tiene que desprenderse de sí mismo para elevarse aún más. Presente, pasado, futuro, respeto, honor, humildad. Nadie es más importante que el equipo.
-¿Qué es un campeón?
-El campeón, o los campeones, son quienes hacen más de lo que se les pide. Los esfuerzos extras son los que ayudan, con el tiempo, a seguir teniendo mejores resultados. No hay que dejar el trabajo duro, algo fundamental. El compromiso extra es vital.
-¿Qué pasa cuando los líderes compiten entre sí?
-Yo puedo hablar de lo que ví y aprendí. No fui testigo de un conflicto de liderazgo en los All Blacks. Gracias a sus claros pensamientos, y a cómo hacer las cosas bien, entre los pares se busca que se mantenga la disciplina. La disciplina es lo que genera el poder de distribuir entre los pares. Es muy similar a lo que pasa en otros lados: nadie tiene que mentir, engañar o robar. “Nunca decepciones a tus compañeros”. Eso es lo más poderoso.
-Usted señala en Legado que “la gente no compra lo que hacés, sino por qué lo hacés”.
-Eso es algo que dice Simon Sinek (premiado escritor y motivador inglés). El poder del propósito es increíblemente importante. Ahí se puede relacionar con ese ejemplo del coronel que dice que sus hombres saben por qué pelean y aman lo que saben. Eso es tremendamente importante y es lo que lleva a hacer lo que se hace. En los negocios las grandes marcas intentan ser organizaciones con propósitos. Apple, Google, Disney. O Ford, que en los años 20 impulsaba la idea de democratizar el automóvil, para que todos tengan acceso. Y en los All Blacks se trata de dejar la remera en un mejor lugar, de sumar al legado. Otro ejemplo es el Barcelona: juega por Cataluña, por la independencia de Cataluña. Los más grandes equipos se preguntan el “por qué, por qué, por qué”. Los propósitos altos te llevan a tener una performance más alta. Si sabés por qué tenés que jugar, vas a jugar mucho mejor. En el fútbol eso puede ser más difícil por el aspecto individual de cada jugador: a veces no hay conexión entre ellos. Los mejores entrenadores son los que crean propósitos en serio.
-¿El fútbol es la oveja negra de los deportes?
-Noooooo. Los seres humanos son todos iguales. Pero el fútbol tiene sus propias condiciones. Por ejemplo, un jugador puede hacer una diferencia descomunal respecto de otros jugadores: Messi, Ronaldo… ¡George Best! Los de fútbol son menos equipo que los de rugby. En el fútbol los jugadores son como acciones que se compran en la Bolsa. Objetos. Eso lo hace muy difícil. Pero aún así, cualquier equipo que sabe por qué juega, por qué entrena, juega por todos. Va a prosperar. Como el Leicester City, que tenía un nivel de jugadores muy parejo, hacia abajo, y sin embargo cumplió sus objetivos. Unidos lograron mucho. ¿Vos querés un equipo con estrellas o un equipo estrella? Los equipos estrella le van a ganar casi siempre al equipo con estrellas. En el fútbol el que más fácil puede perder es el equipo que tiene estrellas. Pero en general, cuando están ganando, los equipos comparten los mismos principios, más allá de la industria que hay en el fútbol.
-Habla de algo muy interesante: del poder de la mente, de autoconvencerse. Y cita a Muhammad Alí, que se proclamaba el mejor antes de serlo.
-Totalmente. La repetición de la afirmación conduce a creerla. Las historias no tienen que ser verdaderas para ser reales. Donde va la mente, va el cuerpo.
-¿Qué pasa cuando los resultados positivos no llegan?
-Te cito un ejemplo. Hay una entrevista a Mike Tyson en la Biblioteca pública de New York, en la que cuenta que hay que cagarla varias veces antes de llegar a la meta. Eso es lo que te hará sentirte más fuerte. Hay que aprender a perder.
-¿Cuál sería su mensaje tras escribir Legado?
-Que hay que preguntarse las cosas más importantes: ¿para qué vivís? ¿Enfrente de qué te parás? ¿A dónde estás yendo? ¿Qué mundo querés traer a esta existencia? Estoy convencido de que si la gente se pregunta eso y encuentra buenas respuestas vivirá una vida de éxito, pero no el éxito banal sino el éxito profundo. Cada uno escribirá su propio legado.
-¿Una frase que le signifique algo particular?
-“Mejores personas hacen mejores All Blacks” es la que más me gusta. Es fácil en la vida agarrar atajos. Pero el carácter es lo que te saca del conflicto. En el mundo en el que vivimos, el carácter es muy importante. Hay otra frase muy linda: “Hay que hacer las cosas bien en los momentos difíciles”.
-¿Cuál es la esencia de Legado?
-Pensar en las próximas generaciones.

Agradecimiento: Alejandro Oneto Gaona, abogado y coach ontológico especializado en deporte de alto rendimiento, especialmente rugby, fútbol y tenis. Fue quien trajo a James Kerr a Argentina. Es socio junto a Ignacio Iribas en la consultora PEyC.

RECUADRO 1
EL LEGADO EN FRASES
“En lugar de obsesionarte con los resultados, concéntrate en el equipo”.

“Ninguna persona tiene todas las respuestas, pero formular preguntas cuestiona el status quo, que ayuda a conectarse con los valores y las creencias centrales y cataliza el mejoramiento individual”.

“Las cosas cambian más rápido de lo que creemos. Un momento estamos en la cima del mundo y al siguiente nos caemos por el borde”.

“Si nuestros valores y creencias están en línea con los valores y creencias de la organización, trabajaremos con más esmero por su éxito”.

“La gente no compra lo que haces sino por qué lo haces”.

“Muhammad Alí comenzó a llamarse el más grande ante de tener mérito para hacerlo. La repetición de la afirmación conduce a creerla. Y una vez que esa creencia se convierte en convicción profunda, empiezan a pasar cosas”.

“En vez de preocuparnos por lo que pasaría, podemos lidiar con lo que pasa. En vez de preguntarnos ¿qué pasaría si se nos agotan los recursos?, podemos preguntarnos ¿cuál es la mejor manera de usar nuestros recursos?”.

“Si tenemos un propósito convincente, expectativas altas y metas claras, pero no las honramos, no llegaremos a ningún lado. Pero si nos concentramos en esta área específica -en la acción rigurosa-, podemos cambiar la relación que tenemos con nuestros pensamientos, y esto es muy potente. En vez de ideas e intenciones vagas, si somos lo que decimos, los pensamientos se vuelven más comprometidos, intencionales y decisivos”.

“Las empresas que preservan sus valores esenciales son las que se destacan, se distinguen y se consagran a algo”.

“Los líderes inspiradores establecen rituales para conectar a su equipo con su narrativa central, los usan para reflejar, recordar, reforzar y reavivar su identidad y propósito colectivo”.

“Los rituales hacen que las creencias se tornen reales y tangibles, las vuelven una cosa. Las actualizan”.

“No hay nada malo en ganar dinero, pero como única ambición ya no inspira a una generación emergente que valora más la conexión humana, la interacción social y la autenticidad”.

“Es muy probable que los equipos -ya sean de empresas o causas- que aporten una huella social sana sean los que sobrevivan y prosperen en las próximas décadas”.

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