Pablo Ramos: “Hasta me quemaron un coche por el fútbol”

Es, para mi, uno de los mejores escritores de la actualidad. Sólo con su libro “La ley de la ferocidad” lo justifica. Futbolero y fana de Arsenal, nos juntamos en su casa para hablar de libros y fútbol. Lo que sigue es sólo la charla sobre la pelota


Pablo Ramos respira fútbol y literatura. Nos juntamos en su casa de La Paternal para hablar de libros y pelotas y, de paso, tomar mate. La charla estuvo buena y daba para seguirla, pero después de casi dos horas, los dos teníamos nuestros compromisos y l cortamos con la promesa de continuidad. Tanto hablamos que para esta parte sólo voy a poner lo que tuvo que ver con su Arsenal de Sarandí, Independiente, Racing, Maradona y los goles que más gritó en su vida.
Ramos, que tiene un blog que recomiendo: La Arquitectura de la Mentira (http://www.laarquitecturadelamentira.blgospot.com/), escribió libros increíbles, de aquellos que hacen que uno no salga indemne después de leerlos. Se trata, entre otros, de “El origen de la tristeza”, “La ley de la ferocidad” y “En cinco minutos levántate María”.
Ahora, el fútbol.
-Soy hincha de Arsenal desde chico y simpatizante de Independiente. Jugué en Arsenal, jugaba bien, me crié en Arsenal, iba a la pileta en Arsenal, Arsenal era mi club de barrio. ¡El fútbol es el barrio! Yo tenía la suerte de que mi papá, fanático de Independiente, y mi tío, de Racing, nos llevaban a mi hermano y a mi a la cancha los sábados a ver a Arsenal. Y los domingos íbamos solo de local: a ver a Independiente con uno y Racing con el otro. Yo salí más de Independiente. Mi hermano es el encargado de la cancha de Arsenal ahora. Me crié con Julito Grondona, que es muy amigo mío. Arsenal es la unión de mi papá y mi tío: celeste y rojo: hinchas de Arsenal e hinchas de Racing fundaron el club.
-Se nota que te marcó
-Arsenal es un sentimiento de barrio, de verlo en la D, de ir a cada canchas que ni te cuento… casi no voy a la cancha desde que está en la A. Sólo fui a México, en la Sudamericana, donde casi nos matan, y nos boxeamos. Éramos 9 hinchas del Arse que gritábamos los goles, hizo un círculo la policía y casi nos matan. A mí me encantaban las piñas de pibe en la cancha. Una vez le ganamos 7 a 0 a San Telmo en la isla. No podíamos salir. Y nos fuimos en el micro de los jugadores. Todos cuerpo a tierra: piedras, tiros. Vengo de esas canchas… lo seguía a todos lados. Soy un fana del Torneo Nacional B. ¡Hay que ganar ese torneo, eh!
-Contáme algo que no puedas olvidar que te haya pasado en una cancha.
-Tantas cosas. Estuve cuando ascendimos con Alvarado, en Mar del Plata. Éramos 500 contra 25 mil. ¡Casi nos matan! Cuando salí vi que me incendiaba un Fiat 1.500 que me había comprado y al que le acababa de hacer la bicapa. ¡Lloraba! El origen del fútbol es el origen barrial.
-¿Ídolos?
-Te hablo de ver a Burruchaga, en la quinta, cuando le decían Fanacoa, porque le ponía mayonesa a todo, hasta al asado. ¡Un asco! Yo lo vi atajar a Burruchaga. Y atajando hizo un gol de tiro libre, con cara externa… Era de esos jugadores 8 que admiraba, como Ardiles, Larrosa, 8 creadores que no bajaban mucho. Mi viejo me decía “mirá a Larrosa, que es un jugador de seis puntos siempre”. También me gustaban Bernao. Y de otros jugadores me acuerdo de Alzamendi, Barberón, que iban pegados a la raya. O Villaverde, Olguín, números 2 que la bajaban de pecho en el área chica. Me gusta el fútbol lento, porque el fútbol lento es más rápido. Me encanta Riquelme, como juega, porque como tipo no me lo banco. Y Bochini, que estaba donde tenía que estar.
-¿Y el gol que más gritaste?
-Siento que cuando Burruchaga hace el gol del triunfo en el 86, un poco lo hizo Arsenal, ¿no? Vos fijáte el cambio de pierna en una final, en un alargue. Yo hablé con él. “No sabés Pablo, pensé que me partían, no quería ni mirar”, me dijo. Y me contó que en realidad no quería cambiar la pierna, pero le sale así. ¡Qué golazo! Era pobre, pobre, pobre. De origen muy humilde. Igual que Monzón, uno de los pocos que echaron en una final. Recuerdo además uno de Bochini a Gatti, que a Marangoni lo voltean, y con la puntita del pie el Bocha la mete y lo empieza a gritar antes de que la pelota entre. Gatti no lo podía creer porque no había lugar para que entre esa pelota. Y me acuerdo con mucha alegría del de Caniggia a Brasil, con todo lo que significó. No hay verdad más contundente que un gol. Hemos gritado un gol en algún partido de Arsenal que no gritaba nadie, salvo los que estábamos en la cancha. No nos transmitía nadie, ninguna radio, nadie sabía de nosotros. Éramos los únicos en el mundo gritando ese gol.
-¿El gol de Arsenal que más te marcó?
-El más lindo que recuerdo, y voy a escribir un cuento, es el más feo de la historia: (Martín) Andrizzi, que se cae tres veces, en la Sudamericana (http://www.google.com.ar/#hl=es&source=hp&biw=1280&bih=699&q=Andrizzi+Arsenal&aq=f&aqi=g-s2g4g-s1g2g-s1&aql=&oq=&gs_rfai=&fp=9100748ad5e3c518). Es el que más grité, el que lloré. El de Diego a los ingleses lo saco, por todo lo que significa. Pero ese gol de Andrizzi lo recuerdo muchísimo.
-Ahora se habla mucho de literatura deportiva. ¿Qué opinión tenés?
-Está buena. Tenemos los cuentos de Roberto Fontanarrosa, a Eduardo Sacheri, que es bárbaro. Y Horacio Convertini, con El Refuerzo, una historia sobre un veterano jugador que termina siendo un policial de amor. Hay algo más que el fútbol. Lo bueno de los cuentos sobre deportes es que siempre hay algo más; y es la realidad. Creo que es válido.
-Hablás del fútbol con pasión.
-El fútbol y el boxeo son mis deportes preferidos. Aparte relaciono la vida con el fútbol. Horacio del Prado, el periodista deportivo que más me gusta, un maestro, me dio la posibilidad de escribir en su blog durante el Mundial; hacía comentarios desde Alemania, porque a le gustaban. Teníamos la teoría de que no convenía que a Maradona le fuera bien, porque él demostraba que el fútbol de antes era mejor. “Qué Bilardo cierre el orto, si nunca me dio indicaciones”, dijo Diego. Me encantó eso. Pero qué culpa tiene Diego si Messi patea un tiro libre en el Barcelona y la mete en el ángulo y acá la manda a la tribuna. Los pibes de ahora no sienten nada. No se puede jugar sin pasión al fútbol. Que el mejor jugador del mundo haya jugado el Mundial que jugó, no me convenció. Mirá Uruguay, con menos técnica, a dónde llegó.
-Habláme de vos como jugador, por favor.
-Nosotros, de pibes, jugábamos cada apelota a vida o muerte, en la vereda, con los raspones, pero jugábamos todo. Si en el fútbol no te jugás la vida por una pelota… Mirá un Tevez, por ejemplo, que deja todo y putea cuando lo sacan. O un Palermo, como contra Perú… esos jugadores trascienden el club. Hasta Diego se puso a llorar… eso sólo un grande lo hace. Diego lo pone a Palermo porque se lo merece. Otro no lo hace. Bilardo no lo hace. Diego lo hace.

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