Rally Dakar Argentina-Chile: mucho más que una carrera

Nueve mil kilómetros, dos países como escenario, pilotos de todo el mundo, tecnología en estado puro, fanáticos y detractores: todo eso reúne la competencia automovilística de mayor envergadura mundial, que por tercer año consecutivo nos tendrá por escenario, junto a los trasandinos, del 1 al 16 de enero.


La lista de muertos, dicen, es larga: en los números oficiales, son veinte; en los reales, no hay certezas. El Rally París-Dakar, que desde 2009 –por amenazas terroristas- es en la práctica el Rally Argentina-Chile, es más que una carrera de autos, camiones, motos y cuatriciclos. Recorre grandes ciudades y pueblos inhóspitos y nunca pasa desapercibida: cientos de fanáticos se paralizan para aplaudir y vitorear a esas máquinas súper tecnológicas, que valen fortunas y que suelen cobrarse, además, vidas de corredores y espectadores.
Casi nadie puede ser ajeno al paso de la competencia automovilística más exigente. Gran parte de la prensa internacional centra su interés en ella. Los hoteles se colman en cada pueblo o ciudad que recorre y a su paso, los lugares tranquilos dejan de serlo. La Ciudad de Buenos Aires también siente la influencia: en su suelo se juntan curiosos en la largada y en la llegada, periodistas de todo el mundo, vendedores de merchandising oficial que pelean con los del trucho y pilotos anónimos que dejan de serlo para convertirse en héroes por un puñado de días.
Los defensores de la ecología tampoco están al margen. Hay organismos que se quejan por la contaminación atmosférica y acústica que producen las máquinas al pasar por terrenos vírgenes o zonas consideradas patrimonio ecológico. Aclaran que no hay que olvidar que a la caravana se le agregan vehículos de apoyo.
“(…) el Dakar aporta un cuidado especial para la preservación de ciertos sitios considerados como sensibles”, se justifican los organizadores en su página web oficial (www.dakar.com). Sin embargo, nunca se escuchó el reclamo de la Fundación para la Defensa del Ambiente (FUNAM), que presentó un recurso de amparo ante la ausencia de un estudio de impacto ambiental.

Terrorismo y derechos humanos
Más de dos mil personas participan entre pilotos, organizadores y asistentes en esta prueba que comenzó a disputarse en 1979. Su historia se había empezado a escribir dos años antes, cuando el motociclista francés Thierry Sabine se perdió en el desierto de Libia, mientras disputaba una carrera. Fue rescatado y contó su experiencia, que entusiasmó a otros. A punto tal que se decidió hacer una competencia que saliera de Europa hacia África.
Pero su suerte estaba marcada y en 1986, mientras seguía el Rally París-Dakar que él mismo inspiró, el helicóptero en el que se trasladaba se estrelló contra una duna, en el desierto de Malí. Sin embargo, no fue Sabine el primero en morir en competencia. La lista de los veinte fallecidos la inició Patrick Dodin, en 1979, y la cierra el francés Pascal Terry, hallado muerto en el tramo que iba de Santa Rosa a Puerto Madryn.
No hay registro oficial, por otro lado, de víctimas al costado del camino. Hasta 2006, se estimaba dos ajenos a la carrera en sí por cada edición. La historia es tan negra que en 2005 más de veinticuatro organizaciones no gubernamentales solicitaron que se deje de correr. Se quejaban, además, de la utilización de un continente africano marcado por la pobreza, el sida y el hambre en pos de la publicidad y el negocio. De nuevo los organizadores se justificaron. Esta vez, remarcaron que los participantes aportaban medicamentos y otros tipos de ayudas. Salieron adelante, también, cuando en 2007 el Colectivo Acciones para las Víctimas Anónimas del Dakar pidió la suspensión. No pudieron, en cambio, salirse con la suya en 2008, cuando Al Qaeda anunció un ataque contra la prueba. Ese año se suspendió y se decidió el traslado a Sudamérica para 2009. La medida causó estupor, ya que se abandonaba su escenario más clásico.

En Argentina y Chile
Desde el 1 al 16 de enero, el espectáculo recorrerá nuestro país, con un intermedio por territorio chileno. Serán aproximadamente 10.000 kilómetros divididos en trece etapas, de las cuales ocho serán en Argentina y cinco en Chile. Hay 452 inscriptos oficialmente: 186 lo harán en motos; 156 en autos, 38 en cuatriciclos y 72, en camiones. De éstos, la mayoría son argentinos y le siguen, en cantidad, los franceses y los españoles, respectivamente. Marcos Patronelli, el referente nacional en la prueba de los cuatriciclos –categoría en la que logró el primer puesto en la edición pasada- no ha confirmado su presencia: a fines de noviembre se quebró los peronés y no se sabe si se recuperará a tiempo.
Con largada en Buenos Aires, el Dakar pasará por Victoria, Córdoba, Tucumán, Jujuy, Calama, Iquique, Arica, Antofagasta, Copiapó, Fiambalá, San Juan, Córdoba y nuevamente Buenos Aires.
Nunca se sabe dónde se correrá al siguiente año. Tras la finalización de la edición pasada, las versiones indicaban que volvería a África. Sin embargo, Argentina y Chile vuelven a repartirse el escenario.
La largada de la trigésima segunda edición está a horas, nada más. Ya no hay lugar para las polémicas. Sólo lo hay para la adrenalina que únicamente los fierreros pueden sentir y transmitir.

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