“Para jugar al póker, es fundamental la mirada”

El juego de póker tuvo en los últimos años un crecimiento inesperado: se calcula que en la actualidad hay alrededor de 100.000 usuarios registrados en los sitios virtuales en que se puede jugar. Para muchos, Internet es la posibilidad de aprender el juego, luego apostar y, en tercer lugar, viajar y disputar partidas cara a cara en distintos países. Ajedrez, backgammon y otros juegos de azar también figuran en la lista de los usuarios, aunque el póker ha sacado años luz de ventaja a todos en las preferencias. Otros números indican que la mayoría de los nuevos jugadores tienen entre 21 y 40 años. Por el momento, sólo el 10% de los participantes, virtuales y “reales”, son mujeres. En éste sentido, sin embargo, la tendencia va en aumento en cuanto a la participación femenina.

Verónica Dabul es la jugadora argentina de póker de mayor reconocimiento internacional. Fue psicóloga, pero encontró en el juego no sólo una fuente de ingresos, sino una pasión. Una historia entre tréboles, picas, diamantes y corazones en un juego que está en alza.
Si la mirada de una mujer es un arma, la de Verónica Dabul –jugadora profesional de póker– tiene varios filos: estudia, analiza, dice, calla, amaga y gana. “La forma en que vos miras o cómo te miran dice mucho. Eso es algo fundamental para jugar al póker”, cuenta ésta mujer de 38 años que alguna vez ejerció la psicología en el Hospital Argerich, pero que encontró en las cartas la actividad que no sólo le permite mantenerse económicamente, sino recorrer el mundo y ejercer lo que más ama: la libertad. Se le ilumina la cara cuando se le habla de la libertad. Y se le nota también en la mirada.
Verónica Dabul es el gran referente femenino del póker de Argentina: supo conseguir el récord como única mujer con dos cobros de manera consecutiva en la World Series of Poker y se las ingenió para ubicarse entre los mejores profesionales de éste juego. Empezó con el backgammon, pero no tardó mucho en jugar al póker en la web. De ahí hasta pasar a los torneos y enfrentar a rivales cara a cara, sólo necesitó de sus condiciones y su pasión por las cartas. Primero compitió en los países limítrofes; luego, en otros de Latinoamérica, y después, gracias a los resultados, se hizo su lugar en torneos de los Estados Unidos y de Europa. “Conozco el mundo, conozco muchas historias. Viajar te abre la cabeza”, asegura. “Estaría bueno que no me preguntaran lo de siempre: ‘¿Cómo empezaste?’, ‘¿cómo te sentís siendo una de las pocas mujeres que hay en un ambiente de hombres…?’. La verdad es que no se qué contestar, porque se trata de algo natural para mí”.

Bueno, te voy a preguntar, entonces, por tu estilo de vida. Conseguir ésta nota llevó tiempo, porque siempre estabas de viaje…
Los jugadores de póker viajamos mucho, al menos una vez al mes. Nunca termino de aterrizar entre lo que es la gira latinoamericana, un viaje a Las Vegas… me gusta estar en mi casa de Buenos Aires, pero nunca logro acomodarme del todo. Tengo valijas con ropa de invierno y de verano; sé en cuál está determinada ropa cuando la necesito.

¿Pero te gusta lo que haces?
Obvio. Está buenísimo. Pero es como todos los trabajos; me lo tomo seriamente. Me encanta viajar y, sobre todo, haciendo lo que me gusta, que es jugar al póker.

¿Qué se necesita para destacarse en éste ambiente?
Ser competitivo. Saber que es “vos o los otros”. En un jugador de póker, ser competitivo es una característica necesaria.

¿Qué deportes hacías cuando eras chica?
Muchísimos. ¡Hasta jugaba al fútbol! Era hincha de Boca y jugaba al vóley o hacía natación, atletismo, salto en largo. Hacía de todo.

El azar
En muchas entrevistas que te hicieron, es frecuente que hables del azar, ¿por qué?
Porque todos los deportes tienen factores azarosos, hasta el ajedrez. Y creo que en la vida siempre hay azar. De todas formas, sé que si entreno y me preparo de la mejor manera, voy a ganar, tarde o temprano.

¿Qué cosas básicas deben tenerse en cuenta al momento de jugar?
El póker es un juego-deporte-disciplina en el que hay que tomar decisiones acertadas todo el tiempo. Se requiere mucho entrenamiento. Hasta hay que mirar la cara del otro. Si te pongo en una mesa de póker, vas a mirar cosas que no tenes que mirar: un reloj, una gorra. Pero los jugadores sabemos qué hay que mirar: si un rival parece experimentado, si tiene miedo, si actúa seguro, si es joven, si es viejo, si está bien o mal vestido… todo forma parte del partido.

¿Qué tiene que ver el póker con la noche, los cigarrillos y su fama de descontrol?
Esa es una imagen totalmente falsa; esto es más serio de lo que se cree. Hay que hacer una gran preparación para jugar. Los torneos son largos, y tenes que dormir bien, prepararte. Tal vez empezas a la mañana y terminas de jugar doce horas después. Comes una hora, pero siempre pensando en el torneo. Si te agarra sueño a media tarde, perdiste. Si almorzas pesado, al poco rato queres la siesta. Hay que prepararse en muchísimos pequeños detalles. Hace seis meses que dejé de fumar y ahora me doy cuenta de que la diferencia en lo físico es abismal. Lo que hacemos nada tiene que ver con el cigarrillo, el alcohol, ni nada de eso.

¿Me vas a decir que son todos sanos?
Sí, claro. Es un deporte sano. Los que tienen buenos resultados son los sanos; al que salió a la noche y estuvo tomando, lo ves al mediodía cansado, destruido, agobiado por la presión y la toma de decisiones con que se juega.

¿Son gente solitaria?
El jugador está solo. Todo lo que sea preparación y entrenamiento hay que conseguirlo por cuenta de uno. Es un deporte muy individualista. Es como decía Bonavena: “Te sacan el banquito y te quedas solo”. Uno tiene que luchar hasta consigo mismo.

Haces una descripción que muestra al póker lejos de su popular imagen de, digamos, jolgorio. Por el contrario, ¿qué cosas se disfrutan más allá de las partidas en sí?Por ejemplo, que los torneos generalmente se hacen en lugares atractivos, con playas, en lindos resorts o complejos. Yo aprovecho intensamente cada lugar. Trato de llegar dos días antes y disfrutar. Disfruto de todo.

¡La buena vida!
Claro. Me encanta, la disfruto.

¿Te ayudó tú título de psicóloga en esta actividad?
Sí. No es cuestión de sentarte y ponerte a jugar. Hay que saber muchas cosas. Sin dudas, la psicología ayuda mucho.

Afortunada en el juego, ¿mala suerte en el amor? ¿Vivís del juego?
Tengo un contrato con una marca que me permite vivir de esto, pero no soy de proyectar demasiado lejos en el tiempo. Me pongo plazos cortos en la vida: no se qué haré dentro de diez años. Hoy quiero esto. Vivir de lo que me gusta es un privilegio.

¿Te queda tiempo para pensar en una pareja?
No pienso en ese tema; sólo lo hablo con mi analista. Creo que hoy en día es difícil estar en pareja. Y me parece que tengo una personalidad particular.

¿Jugar al póker es sinónimo de libertad?
Totalmente. Hago lo que tengo que hacer. No me veo –porque me angustia– ocho horas en una oficina. Estoy agradecida de tener la suerte de sentirme una privilegiada y vivir y mantenerme con lo que me gusta.

¿Cuál fue, por ejemplo, tú sensación al conocer Las Vegas?Fue un flash, como cuando estuve en Montecarlo. Está buenísimo conocer el mundo, otras culturas. Me interesa mucho la gente, hablar con personas de otros países. Muchas de las historias de viajes te marcan y te ayudan al ver el mundo desde otro lugar. Soy muy abierta y cero prejuiciosa. Nada me sorprende. No prejuzgo nunca. Cada uno vive a su manera.

¿Qué imaginas para el futuro del póker?
Un permanente crecimiento: no hay nada que lo detenga. Tal vez haya empezado como una moda, pero finalmente se impuso.

Me decías que, para ganar en el póker, hay que ser, o al menos parecer, seguro. ¿Vos, sos o pareces?
Soy bastante segura. Pero, igual, hay que mostrarse seguro en el juego. Siempre.

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