OTRO AS EN LA MANGA DE PÉREZ-REVERTE

Este artículo fue escrito para la sección literaria de La Gaceta, de Tucumán. Es sobre el libro de Reverte, El francotirador Paciente. El original se encuentra en http://www.lagaceta.com.ar/nota/575350/la-gaceta-literaria/otro-as-mangade-perezreverte.html


Descubrí a Arturo Pérez-Reverte luego de que alguien me recomendara Las aventuras del Capitán Alatriste. Desde entonces me hice casi adicto a sus escritos, compuestos por grandes recopilaciones periodísticas, más historias de Alatriste y otras novelas de barcos, piratas y hasta pintores y amores imposibles. Nunca escasearon en sus páginas las aventuras ni los aventureros. Leerlo siempre es un placer.

Ahora que Alfaguara acaba de publicar su último trabajo, El francotirador paciente, recuerdo una frase suya de su visita a Buenos Aires, en el otoño pasado. “No soy un artista, sino un escritor profesional”, dijo durante un reportaje en un lujoso hotel. Una declaración de principios. Me viene eso a la memoria porque acabo de terminar la historia del francotirador. Son 300 páginas ambiguas. Por un lado, porque Reverte es una garantía de buen pasatiempo. Siempre. Por otro, porque hay vestigios de que fue escrita más por práctica o costumbre que por otra cosa. Que es un riesgo en el que caen los escritores consagrados. O profesionales. Y si se toma en cuenta ese concepto suyo, puede entenderse qué pasó en este caso.

La trama es original. Hay una mujer editora, Alejandra Varela, española, que viaja por países vecinos tras los pasos de un enigmático pintor de grafitis, conocido como Sniper. Su objetivo es entrevistarlo para hacer un libro de arte urbano. En tanto, se describe cómo es el mundo de los grafiteros, qué los mueve y qué principios manejan. En el medio aparece un empresario inescrupuloso que quiere vengar la muerte de su hijo a través de Alejandra. El hombre acusa a Sniper de haber sido quien impulsó el accidente que acabó con la vida del chico. A ella recurre para, mediante el pago de una fortuna, encontrarlo. Y a la vez manda a una pareja de matones a sueldo para que la sigan.

A todo esto, y como siempre, abundan las buenas frases de Reverte, ya sean en boca del narrador o de algún otro personaje. “El destino es un cazador paciente. Ciertas casualidades están escritas de antemano”, es una de ellas. “Existe gente que sueña y se queda quieta, y gente que sueña y hace realidad lo que sueña, o lo intenta. Eso es todo… Luego, la vida hace girar su ruleta rusa”, es otro fragmento destacable. O tal vez: “Nadie puede ser honrado tanto tiempo, a menos que esté loco. Fui amigo suyo durante casi diez años, y te aseguro que está perfectamente cuerdo”.

Inesperado y adictivo

El francotirador paciente tiene un final tan inesperado como adictivo y perfectamente acelerado. En las últimas páginas, cuando se vislumbra que nada es lo que parece, el libro no puede dejar de leerse. En ese último tramo cambia lo que se creía hasta entonces. Entra en juego la sorpresa. Ahí es donde Reverte saca a relucir su brillantez. Como esos mejores futbolistas que apenas aparecen durante un partido pero de pronto hacen la gran jugada que deriva en el gol del triunfo.

En el medio hay algo que no termina de cerrar. Es porque la historia tiene algunos puntos débiles, como ciertos diálogos o momentos que rozan lo infantil. Que una chica común y corriente golpee y deje casi de hospital a una mujer entrenada para la violencia no suena verosímil. Tampoco que desprecie la entrega de un cheque con muchos ceros dejando caer una copa de vino sobre el documento; suena a canchereada impostada. Hay otros momentos similares, pero señalarlos sería anticipar tramos que es mejor que los descubra cada lector.

Nunca está de más leer a Reverte. Este libro es, también, una puerta de entrada a su mundo para quienes no lo conocen. Y aquellos que ya lo han leído no se sentirán defraudados, aunque se darán cuenta de que hizo cosas mejores. Este ex periodista, desde hace años “escritor profesional”, siempre tiene un as en la manga.

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