AMOR INVERTIDO: CORRESPONDENCIA SEXUAL

Fernanda García Lao y Guillermo Saccomanno acaban de publicar Amor invertido, novela escrita a cuatro manos que presentarán este fin de semana en el Festival de la Palabra de Alta Gracia. “Es una novela de coger”, resume ella. La entrevista fue publicada en La Voz del Interior y puede leerse acá.

La noche en la que transcurre la siguiente charla, Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao ultiman los detalles para viajar a Alta Gracia a participar del Festival de la Palabra. Llegarán, dicen, con muchísimas ganas de hablar de Amor invertido (Seix Barral), escrita “a cuatro manos” a partir de un intercambio de mails que se convirtió en libro. “Es una novela de coger”, explica ella en alusión a las fuertes y libertinas imágenes de sexo a las que apelan. A su lado, sentado delante de una enorme y variada biblioteca de su céntrico departamento de la avenida Córdoba, en Buenos Aires, él también se suelta a hablar con un entusiasmo poco común.

–(Saccomanno) Estamos sorprendidos por la repercusión. Yo no tengo Facebook, pero Fernanda sí. Nos damos cuenta de que más allá del éxito comercial, está también todo lo que uno puede traducir de la repercusión de esta novela. Algunos se habrán escandalizado por la temática de Amor invertido, pero para nosotros fue inesperada su repercusión. Incluso, al escribirla hasta dudábamos de cómo se publicaría. Muchos publicaron con seudónimo al referir a estos temas. De hecho, escribimos con la impunidad del seudónimo sin pensar en publicar. Creo que había como una necesidad de este libro, que viene a romper con la tradición de la familia, la sociedad y el Estado porque cuestiona todo eso. Pero con este libro pasa algo más que no pasaba con la categoría erótica. Esto lo digo en base a los muchos comentarios de lectores e inclusive de algún psicoanalista. Nosotros abominamos de la categoría “literatura erótica” porque ha sido malversada. Está ligada a textos fascistas, como la novela de Grey, que es fascista por el lugar en el que pone a la mujer: la chica sometida al macho y esas cosas. Creemos que esta novela pega en un lugar que era necesario. En ese sentido, habilita un canal nuevo.

–(García Lao) Porque esta es una novela para lectores. La otra, en cambio, apunta a un deseo perentorio, descartable.

–(S) Apunta al marketing.

–(GL) Es para gente no lectora. Se busca vender rápido y no se sabe ni quién la escribió. Amor invertido es, por el contrario, una novela con otra dimensión, que apunta a gente cómplice con otras lecturas. No inventamos un género, sino que lo recordamos. Hablo de esa literatura que uno leyó y de la que se valió para ser escritor. Literatura que quebraba cánones de lo literario y del lenguaje. Acá el amor se narra desde el cuerpo y desde el permiso y la impudicia para decir las cosas cuando es necesario. El lenguaje recrea determinadas fantasías y terrores ocultos detrás de cada palabra. Fue presentada como una novela de coger porque quería abrirse del género erótico.

Una historia con cartas

–¿Cómo la pensaron antes de escribirla?
–(GL) No hubo un antes. Hubo un durante. No fue pensada su escritura: mientras escribíamos fuimos entendiendo de qué se trataba. Tampoco hubo una estrategia anterior, sino que surgió en el mismo ejercicio de escritura. Después vimos hacia dónde íbamos y pusimos dos voces antagónicas, irrisorias, que causan hilaridad.

–(S) La trama se empezó con la primera carta, que la escribí yo. Ella me levantó la apuesta. Después seguí y así. Hoy no reconocemos quién escribió qué. Pero esa primera carta ya no es mía sino nuestra. Hubo un intenso trabajo de corrección; un trabajo de a dos. Después nos apuramos porque se nos vino encima la publicación: en Planeta nos dijeron “la quiero ya, cerremos”. Nos dieron unos meses más y la terminamos tras dos años que nos llevó escribirla. Corregimos con dos computadoras, encerrados en Villa Gesell, y veíamos que la trama se ampliaba y profundizaba.

–Abundan personajes fuera de lo común, más allá de su vínculo con lo sexual.
–(GL) Es una historia en la que se bucea sobre dónde se oculta el deseo. Aparece una mujer con orejas de conejo o burro, una panadera que dispara el asunto de lo genético…

–(S) Una embarazada que tiene lecha sanadora para travestis y demás clientes.

–(GL) Por otro lado, provocando risa. Es un juego en el que nos divertimos. Y la corrección no significó hacerla correcta. Al revés.

–(S) Llamamos a las cosas por su nombre. Al fin de cuentas, somos escritores. Pusimos toda la pasión que tenemos por la escritura. La escribimos en un momento en el que ambos estábamos en viajes por Europa y otros lados. Éramos dos escritores mandando un capítulo por día.

–¿Resignaron sus producciones individuales por “Amor invertido”?
–(GL) Para nada. Yo terminé al mismo tiempo Fuera de la jaula y él, Terrible accidente del alma.

–(S) De hecho, hoy seguimos en otros proyectos: ella en una nueva novela y yo con relatos raros. Al mismo tiempo que tenemos nuestra producción individual, también hacemos esto.

–(GL) Se creó una vía paralela que no fue pensada. Surgió por el simple deseo de seguir comunicados a la distancia. Eso habla bien de nuestra esquizofrenia. Uno además se obligaba a empujar al otro para que siga escribiendo. Al final no sé si era un partido de tenis o una pelea de boxeo.

–(S) O tal vez una payada. Pero no hubiésemos podido escribir si no había una admiración recíproca. Si no estás con alguien que admirás, no podés lograr equipo. Pero además debe haber divertimento, que es lo más rico del trabajo en grupo.

–¿No les provocó, aunque sea en un principio, alguna duda escribir de a dos?
–(GL) Siempre dudé de que se pudiera escribir con otro, pero me di cuenta de que no es imposible. Todo lo contrario: se puede. Hasta este libro pensaba que la literatura era un terreno para mi locura personal. Pero ahora se dio además que disfruté del asunto de compartir.

–(S) Yo jamás dudé de que se puede hacer algo interesante escribiendo con otra persona. Uno sigue escribiendo desde las tripas. En este caso, somos dos que conformamos un autor. Como Bustos Domecq.
Los irrespetuosos

–¿En qué o quiénes pensaban al escribir esta historia?
–(GL) Ahora pienso que respetamos a los irrespetuosos. Hoy es fácil hablar bien de Sade, cuando ya está muerto y enterrado.

–(S) Nos metimos en el territorio de la literatura francesa, que es literatura de alcoba. Nos metimos en ese territorio con un lenguaje guarango, como el de una pareja que se dice las cosas que se dicen cuando está garchando.

–(GL) La literatura de alcoba en general sucede en ámbitos aristocráticos. Nosotros hicimos una novela más sucia, mal hablada. Buscamos cambiar los momentos. Hay una primera parte en la que jugamos y una segunda en la que apuntamos a otro interés. Todo es doble en la novela. Hay dos corazones, dos siglos, dos registros.

–(S) En un momento nos dimos cuenta de que estábamos saturando y había que cambiar. Entonces pasamos al siglo 20. Porque la literatura cambia en ese siglo respecto de la del 18. Por eso es diferente. Por otro lado, no son tantos los momentos en que los personajes están juntos. Esta es una novela de la ausencia, de la distancia, de la memoria.

–(GL) Porque además estuvimos mucho tiempo separados al escribirla. Y cuando estuvimos juntos, no escribimos.

–¿Por qué pensarla con cartas?
–(GL) Cuando era pequeña y me fui a vivir a España, me llegaban cartitas de amigas. Todavía las tengo guardadas. ¡Todas! Cartas de amigas y de novios y de cuando volví al país. Leo mi historia en esas cartas que muestran una revolución en la trama porque van narrando. Pero faltan las mías: no sé qué contesté. En este caso hablamos de dos cabezas. Acá había otra persona que me cambiaba el rumbo que yo sospechaba para la trama y entonces yo se lo cambiaba también al otro.

–(S) De todos modos, recién nos dimos cuenta de dónde estábamos parados cuando salió la novela. Por los comentarios, por ejemplo.

–¿Hubo pasión y juego para escribirla?
–(GL) ¿Por qué pensar que el juego es desapasionado?

–(S) Yo escribo con pasión. Si no sintiera la necesidad de escribir, no escribiría. Escribo también porque me gusta y porque no sé hacer otra cosa. Hay días en que me levanto a las 5 de la mañana para escribir un cuento y a las 10, cuando lo terminé, siento que el día está logrado. No puedo separar la pasión del juego, al margen de que soy supersticioso y si veo una baldosa par o impar me agarra esa sensación… ¿viste?

–(GL) La pasamos bien escribiendo, porque pudimos compartir.

–¿Ayuda el hecho de que sean compañeros?
–(S) Fernanda es mi primera lectora. Siempre le mando la primera, la segunda, la tercera y la cuarta versión de un texto para que lo vaya viendo. Lo mismo le pasa a ella.

–(GL) No pasa siempre encontrar un cómplice así, que entienda tu lectura.

–(S) Más allá de una pareja, es tener un co-equiper.

–¿Cómo creen que será calificada esta novela?
–(S) No lo sé.

–(GL) Nunca se sabe. El tiempo lo dirá.

–(S) A mí lo que me cambia esta novela es que me corre un poco de determinado lugar en el que me ponen. Creo que hay que correrse del lugar de la carrera. No hay que hacer solemne a la literatura. Cada nuevo libro plantea problemas nuevos. No hay que creer en la carrera. Lo peor que te puede pasar es engrupirte.

–(GL) Y cumplir con lo que se espera de vos. Nunca sé qué me deja cada libro. Pienso en qué me saca, más que nada.

–(S) “Esta melodía ya la toqué”.

–(GL) Cada libro es pensar de nuevo, todo de nuevo.

–(S) Ella está escribiendo algo nuevo, aunque no está lejos de sus obsesiones, de los rollos personales que uno van poniendo en cada libro, que son las marcas de autor: las obsesiones.

–¿Y cuáles son tus obsesiones?
–GL: Prefiero no saber cuál es mi terreno. Uno no elige sus pesadillas.

Comentarios

Entradas populares