"A VECES LOS INVENTOS TERMINAN SIENDO REALIDAD"

El autor de la frase es uno de los más destacados periodistas y escritores de España. En esta entrevista habla sobre las transformaciones, lo que permanece y las mejores muestras que ofrece hoy el periodismo, a propósito de las entrevistas que reunió en Literatura que cuenta, libro en el que aparecen reflejados los que a su juicio son los mejores cronistas actuales de habla hispana. “Cuando pase el sarampión ocasionado por Internet, el periodismo reclamará el sitio donde estuvo”, pronostica. Y agrega una impresión sobre quienes ejercen el oficio: “No hay uno solo que se manifieste decididamente feliz. La nota original, acá.
- Los entrevistados de Literatura que cuenta refieren ventajas y desventajas de la ficción y la no ficción. ¿Sacó alguna conclusión?

- Sólo en un caso, en el de Jorge Fernández Díaz, el autor declara que recurre a la imaginación para completar sensaciones; me parece que todos los periodistas recurren, de un modo u otro, a fórmulas cercanas a lo que tan noblemente declara Jorge, lo que sucede es que muchas veces ese es un recurso inconsciente, que tiene que ver con la propia subjetividad de la actitud de escribir. Es imposible contar, como hubiera sugerido Hemingway, cada uno de los contornos de la realidad; el propio Hemingway lo mezcló, como es evidente. Así que yo creo que sí, todos inventan, todos inventamos, y a veces los inventos terminan siendo parte de la realidad, como pasó, por ejemplo, en el caso de Tomás Eloy Martínez: hoy parece más real lo que él inventó sobre Eva Perón que lo que de veras pasó con aquella mujer.

- Hay quienes sostienen haber entrado al mundo del relato a través del deporte. ¿Qué cree que aporta esta temática a otras, si se quiere, más universales?

- El deporte es lucha, triunfo y derrota, esfuerzo. Es como la vida misma; es también fama y descrédito, se parece en todos sus extremos a aquel poema impresionante de Kipling que me aprendí de memoria de niño, If, sobre las imposturas de la vida, el éxito y el fracaso, esos impostores. De modo que es lógico que el deporte sea un factor metafórico ideal para empezar a desarrollarse en la escritura y en el periodismo.

- En el prólogo dice que “envidia” a estos periodistas entrevistados. ¿Cómo se ve a sí mismo, aun cuando es un referente para sus colegas?
- Yo tengo envidia de todos los periodistas, de estos y de todos los demás, de los veteranos y de los jóvenes. Me apasiona comprobar cómo pueden escribir bajo presión, cómo obtienen los datos, cómo se fijan en unos datos y no en otros, cómo van sobrellevando la obligación de ser fieles a lo que sucedió y también a sobrevolarlo. Yo tuve envidia de los periodistas cuando empecé a conocerlos, y no he superado ese sentimiento que, por otra parte, beneficia mi propio sentido de la autocrítica, que es altísimo.

- Algunos de los entrevistados cuentan sus falencias al momento de la oralidad y, entonces, dicen que la palabra escrita es su forma para expresarse mejor. ¿Cuáles son, a su criterio, las ventajas y las desventajas de la palabra impresa?

- La palabra escrita es como el ejercicio de un escribano, y es incontrovertible; ahora se ha ido deteriorando su pureza en virtud de la agresión de Internet y de la abundancia de redes sociales, que han devaluado las palabras escritas. La radio y la televisión parecen más fugaces; las palabras escritas son como objetos de mármol, imposibles de borrar; por eso la palabra en papel produce esa fascinación, esa atracción fatal y hermosa.

- ¿Cómo imagina el periodismo que viene? ¿O es que ese futuro ya llegó?

- El futuro del periodismo es todos los días; los desafíos nuevos son los viejos desafíos. La escritura es lo que importa; la escritura basada en la información. Desde mi punto de vista cuando pase el sarampión ocasionado por Internet el periodismo reclamará el sitio donde estuvo, y volverá a haber un periodismo sosegado, fiable, contrastado, como el que reclamaban Bill Kovach y Tim Rosenstiel en su libro Los elementos del periodismo. El futuro, por decirlo así, es el pasado, porque el futuro nunca llega, porque siempre está llegando.

- ¿Por qué se da que casi todos sus entrevistados se confiesan duramente críticos con su propio trabajo?

- Eso forma parte de la manera de ser de los periodistas; no hay un solo periodista que se manifieste decididamente feliz con su trabajo; el periodista es un ser humano extremadamente falible porque depende de los datos que le ofrecen otros, y puede ser engañado fácilmente. Su propia mirada lo engaña. Por eso los periodistas siempre están al borde de la rectificación. Es un ser virtualmente rectificado el periodista.

- Fernández Díaz sostiene que el ejemplo ficcionado de un hecho, como el que escribió sobre un chico acosado en el colegio por sus compañeros, explica mucho más que una nota pura y dura, llena de datos. ¿Comparte esa idea?

- Sí, porque él alcanza así el estado de metáfora, de apólogo, y eso es perfectamente legítimo: la realidad es susceptible de metáfora, y si él no la muestra como si fuera verdadera tiene la legitimidad para mostrar lo que pasa como estime oportuno.

- ¿Falta narrar los sentimientos más que los hechos y escenas, como también opina Fernández Díaz?

- Eso dice él, y yo creo que tiene razón: el periodismo regresará a las historias personales, senda por la que, por otra parte, llevó a la crónica el maestro de todos, Gabriel García Márquez.

- ¿Contar historias, como dice Salcedo Ramos, “es una manera de pelear contra el olvido”?

- Sí, porque fija lo que parece liviano u olvidable, y lo deja ahí para memoria de nuestro tiempo. Un boxeador triste, un músico desacreditado, una mujer rota..., todos los seres humanos que vemos cada día en las historias que nos cuenta el propio Salcedo Ramos se quedan a vivir para siempre en la memoria de las personas gracias al magisterio de este narrador fabuloso.

- ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de apelar al humor al escribir?

- Me parece que cualquiera de los efectos que uno quiera usar en la crónica, el reportaje o la columna, ha de ser adecuado a las necesidades de la realidad periodística; nunca debemos sobreactuar; la broma ha de estar limitada por la necesidad o no de utilizarla. Hay que cuidar, me parece, los efectos especiales.

- Manuel Vicent opina que el soporte, ya sea electrónico, diario o libro, es lo de menos para publicar el texto. ¿Comparte?

- Absolutamente. Yo empecé escribiendo en las paredes: el poema If, precisamente.

- ¿Hay alguna entrevista de las que hizo para este libro que le haya asombrado particularmente?

- La de Salcedo Ramos; creo que hay en él una intensidad que lo avanza como uno de los grandes escritores de nuestro tiempo.

- ¿El periodista lo es las 24 horas?

- Sí, aunque duerma.

- ¿Cómo se ilustra mejor, a su criterio, una historia: escribiéndola en el momento o tomando la distancia del tiempo?

- Depende. No se puede guardar lo que acabas de saber a no ser que no lo sepas del todo. Aconsejo ver Spotlight, sobre la historia más famosa del Boston Globe, y aconsejo también leer los libros de estilo que previenen, con razón, contra el uso de rumores sin confirmar para completar historias.

- Elena Poniatowska sostiene que “el periodismo tiene que tener mucho de psicoanálisis, sobre todo en la entrevista”. ¿Coincide?
- Es que es psicoanálisis por otros medios.

- ¿Qué aprendió una vez terminado y releído este libro?

- Que sigo teniendo envidia de los periodistas. Por eso quiero seguir en el oficio, para aprender más.

PERFIL
Periodista y escritor, Juan Cruz Ruíz nació en Tenerife, España, en 1948. Es uno de los fundadores y uno de los grandes columnistas del diario español El País. También es fundador de La Gaceta de Canarias y ex director de coordinación editorial del Grupo Prisa. Es autor de varios libros, entre los que se destacan Ojalá octubre, Retrato de un hombre desnudo, El peso de la fama, Egos revueltos y Especies en extinción. En estos dos últimos cuenta su relación con escritores durante los tiempos en que dirigió la editorial Alfaguara.
 

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