“EL AZAR LO DETERMINA TODO”


El español Juan José Millás acaba de publicar una novela corta: Mi verdadera historia. Mientras, ultima los detalles de otro libro.  De visita en Argentina habla de padres e hijos, de lo impredecible y de por qué escribir puede ser tan hermoso como doloroso. La nota original publicada en La Gaceta, acá.

De visita en Buenos Aires para presentar su nuevo libro, Mi verdadera historia (Planeta), el escritor español
Juan José Millás (Valencia, 1946) me recibe en su habitación de hotel, en un piso 11. Hay orden y silencio. Y hay dos mesas: una grande sobre la que descansan tres o cuatro libros y una pequeña en la que hay un ejemplar de El salto de papá, de Martín Sivak. Me siento a su lado, enciendo el grabador y le comento al pasar que me pareció un gran libro. Coincide y agrega: “Me gusta el género de la literatura de padres”.
Así, por donde menos lo esperaba, es cómo empieza la entrevista.
-¿Por qué le gusta ese género?
-No lo sé. El primero que leí sobre padres creo que fue Carta al padre, de Kafka. Nunca reflexioné acerca de por qué me gusta, pero me gusta.
-En Mi verdadera historia también hay, justamente, una relación hijo-padre.
-Mi verdadera historia es una ficción cuyo contenido temático gira en torno a un hijo adolescente con un padre. No lo había pensado, pero encaja en ese género. Aunque es una ficción. Si me preguntan si es autobiográfico, suelo responder que no lo es en su totalidad, pero sí en su circunstancia: fui un adolescente inseguro, rodeado de misterio. Todo adolescente tiene un secreto, tal vez banal, pero lo tiene. Ese secreto genera culpa.
-El secreto y la culpa también aparecen. Incluso hay una mirada cómplice y secreta entre el adolescente y su mamá.
-Se pueden guardar secretos, pero actúan. Quiero decir: el secreto, aunque no salga a la luz, actúa sobre la familia. Este es el caso, el chico guarda un secreto y además hay una especie de demanda hacia él: “No nos cuentes, no queremos saber”. En las familias muchas veces no se quieren saber cosas. Pero el hecho de que el secreto no aflore no significa que no actúe, sino que actuará más. Son secretos que quedan en el inconsciente, en el sótano de la conciencia de nosotros, una conciencia que tiene una puerta que no es fácil abrir.
-El hijo escribe para ser aprobado por el padre, pero el padre le dice que no lo leerá.
-El padre es un crítico literario, rígido, que no quiere leer textos premiados, como el de ese hijo que acaba de ganar un concurso. Pero ese hijo ha escrito para ser leído por el padre y no porque le gusta. Escribe porque creció viendo al padre leer: la mirada del padre está siempre sobre un libro, por lo que el chico entonces quiere escribir. Hay un malentendido entre ellos. El padre, seguramente, no quiso tener un hijo sino una novela. Y el hijo, al advertir eso, se va convirtiendo en una novela, en un personaje novelesco. Se produce un encuentro y un desencuentro entre ambos.
-El chico se pone de novio con aquella chica a la que le cambió la vida: ¿cree en las incidencias del destino o el azar?
-El destino seguramente tiene que ver con el inconsciente. El destino a veces está marcado por deseos inconfesables, reprimidos, y mucho de lo que nos ocurre en la vida está marcado por esa búsqueda inconsciente. Pero el azar lo determina todo. A medida que uno se hace mayor ve que las cosas importantes de su vida fueron resultado de salir de su casa cuatro minutos antes o cuatro minutos más tarde: ¿cuántas coincidencias debieron darse para conocer a una persona, cuando hubiese bastado que un sólo elemento de esa cadena no estuviese para que las cosas no se produjeran como se produjeron? Tanto en lo individual como en lo social somos hijos del azar.
-¿Qué significa Mi verdadera historia en su trayectoria como escritor?
-Es un libro muy especial. Es un libro que me gusta mucho. Está entre las cosas que mejor hice. Es un libro sincero, al mismo tiempo. Ahora, ¿qué significado tiene para mí? No lo sé.
-¿Cuáles son las ventajas de escribir a una edad madura, ya con experiencia?
-Hay una fundamental: es que la ambivalencia respecto de la escritura se ha rebajado mucho. Quiero decir, que en general, no todos pero sí muchos, tienen una ambivalencia enorme con la escritura. Por un lado es lo que más desean y más les gusta, y por otro es lo que más dolor les produce. Por eso mucha gente quiere escribir pero se busca coartadas para dejarlo para mañana. Y mañana les duele la cabeza, y pasado se pone enfermo no sé quién... Las coartadas que uno se busca para no escribir son increíbles. La ventaja de la madurez es que esa ambivalencia es menor, y en ocasiones desaparece. Yo ahora quiero que suene el despertador para ponerme a escribir. Antes esa ambivalencia la sufría mucho. Porque cada escritura produce efectos contradictorios. Esa ambivalencia es más fuerte cuanto más joven. Una ambivalencia contra la que hay que luchar.
-Disciplina.
-Si uno se pone con disciplina, esa ambivalencia se va venciendo. Es muy gracioso cómo se buscan coartadas para no escribir. Algunos esperan a que se den las circunstancias perfectas para sentarse a escribir. Pero son estancos que se hace uno. Si se escribe una página al día, son 365 al año: una novela larga. No es difícil. Ahora, supongamos que no tengo tiempo sino para media página diaria: son 170 páginas en un año. Una buena novela. ¿Quién no escribe 15 líneas diarias? Pero supongamos que ni eso. Sólo se es capaz de escribir 7 líneas y media por día. en la sumatoria anual, sigue siendo una novela considerable. ¿Quién no es capaz de escribir 7 líneas y media? 7 líneas y media se pueden escribir en el metro o dónde se quiera. Sin embargo, la ambivalencia es tan grande que ni siquiera esas 7 líneas y media se pueden escribir. Había un escritor que decía “ningún día sin escribir una línea”. Todos los días, aunque haya llegado a casa tarde, agotado, escribo una línea. Esa disciplina es una forma de enfrentar a esa ambivalencia. Que en algunos casos es terrible porque paraliza.
-¿Está preparando algún nuevo libro?
-Estoy terminando una novela que saldrá en España en febrero o marzo y después en Argentina.
-¿De qué trata?
-No adelanto la temática porque es complicada de contar. Ocurre que cuando se termina una novela no sé nada de ella. Es curioso, pero no sé nada. Empiezo a saber de ellas a medida que me hacen entrevistas y voy construyendo un discurso. Pero nada más terminada, lo único que tengo es perplejidad.
-¿Siempre tiene esa sensación al terminar un libro?
-Perplejidad, una inseguridad hostigante: hay días que dices “qué bueno es esto” y otros en los que dices “ay, Dios mío, a dónde va esto?”. Finalmente prevalece la sensación de que lo que hice vale la pena, si no lo tiraría a la basura. Es el contraste entre lo que uno imagina que va a escribir y lo que sale cuando se pone a escribir. El contraste entre aquello a lo que uno aspira y aquello que uno es capaz de hacer es también uno de los incentivos para dejarlo para mañana.
-A quiénes escucha ante las dudas?
-Me fío mucho de mi agente, Mercedes Casanovas, que es la primera que me lee.
-¿Sus allegados no están entre los primeros en leer lo terminado?
-A gente cercana no se la doy, porque familia, amigos y tales siempre hacen lecturas… buscan cosas que a lo mejor no aparecen en la historia y se basan en eso. Entonces no son buenos lectores.
-Según Wikipedia, usted casi que es escritor por su admiración hacia Julio Cortázar. ¿Es así?
-Lo de Cortázar es algo que apareció un día en un artículo desastroso de Wikipedia. Alguien lo escribió y quedó. Cortázar es un autor importante para todo lector, pero no es tan influyente sobre mí como se dice. Es uno de los grandes cuentistas, pero no tuvo sobre mí esa influencia que se dice en ese artículo. Me pregunto quién lo escribió. Ojalá que alguien lo cambie.

ESPAÑA, SEGÚN MILLÁS
“La situación de España en relación con Cataluña la vivo con mucho dramatismo. Es un desastre lo que esto ocasionó. Un desastre emocional, de proporciones gigantescas. Es un tema de conversación que enfrenta a familias, a gente en el trabajo. Lo más doloroso es que se trata de una herida emocional que va a tardar en curarse. La cosa está terminando en una especie de ópera bufa, porque el tipo (por el destituido presidente catalán Carles Puigdemont) se fue a Bruselas. El final está siendo ridículo”, dice Millás al referirse al intento de independencia catalán.
El escritor sostiene además que “en Cataluña hay nacionalismos. Pero no había independencia. Hace cuatro años las encuestas decían que los independentistas eran el 18 por ciento. Pero hoy la sociedad catalana casi estaría dividida. ¿Por qué han subido en estos cuatro años al 40 y pico por ciento? Han subido por incompetencia, por mezquindad de los políticos. Por fijarse en aspectos cuantitativos y de corto plazo. Además llegamos a esto porque tuvimos políticos con una talla intelectual escasa. Hay problemas de trabajo, de recortes, de sanidad, de educación. Creo que cuando se regrese a una situación normal nos daremos cuenta de que esto fue un delirio y la relación entre Cataluña y España será normal. Hay que reconocer que España es una nación de naciones: País Vasco, Galicia, Cataluña, que son naciones dentro de la nación. Eso es bueno. Esto se va a arreglar”.

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