UN GRANDE EN UN MUNDO DE CHICOS

Diego Topa, quien pensaba ser químico, es el referente del público infantil. En esta charla le contó a Nueva (nota en el medio, acá) cómo fue su camino para meterse, con sus shows musicales, en miles de hogares de latinoamérica.

¿Cómo será Diego César Topa -o Topa, a secas- detrás de la cámara o debajo del escenario? Porque al Topa que actúa, quien tenga hijos, nietos o sobrinos ya lo conoce: salta, ríe, baila, canta e invita a los chicos a seguirlo. Y los chicos lo siguen. Para que tengan una idea quienes no saben de él, Topa es desde hace más de una década el animador que ha ocupado el lugar que en otros tiempos ocupaban Gaby, Fofó, Miliki y Milikito, Margarito Tereré, Pipo Pescador, Julieta Magaña, Carozo y Narizota, Carlitos Balá, el capitán Piluso, Flavia Palmiero, Xuxa, los conductores de Cablín, Julián Weich, Reina Reech o el vigente Piñón Fijo.
Durante dos horas, esta revista habló y fotografió al animador que presentará nuevo show por el interior del país, volverá al teatro Ópera -en la avenida Corrientes (“la calle Corrientes”, dice él)- y seguirá por latinoamérica. El objetivo de la charla fue que él cuente su historia, aquella que empezó con sus primeros pasos en Caseros, provincia de Buenos Aires, y que hoy lo tiene como ícono de los espectáculos para chicos. Queríamos que hable de lo que le gusta hacer cuando no actúa o que diga qué lo emociona.
-¿Imaginaste ser referente de la animación infantil?
-Es re-loco lo que pasa. Tiene que ver con una construcción de muchos años, aunque nunca imaginé llegar a este punto. Lo que quería era actuar, ser actor, pero uno, cuando arranca, no sabe hacia dónde va.
-¿Cuándo entendiste que querías hacer esto?
-Desde muy chiquito me gustaba el mundo de la actuación. Escuchaba música y me gustaba poner discos de vinilo. Mi papá me traía los discos de Gaby, Fofó y Miliki. Me encantaban. También me gustaba ayudar a las maestras en la organización de las obras de teatro del colegio. Ya alimentaba al productor que hay en mí: ayudaba en la música, en el vestuario. Le sacaba ropa a mi mamá, a mi abuela. Mis profesoras de Lengua de ese momento, Carmen, y de Música, Ana María, me incentivaban. Está bueno que en la escuela puedan ver la veta de uno. No siempre pasa. Tuve la suerte de cruzarme con maestras maravillosas que dejaron un granito de arena en mí. Armamos una obra que se llama Doña rata: “Doña Rata salió de paseoooo” (canta). Estaba buenísimo hacer eso para los otros grados. Nunca tenía vergüenza. Tenía 6 años: iba a Primero. Pero actuaba desde antes, en el jardín Almendritas. Todavía tengo videos en súper 8 que grababa mi papá.
-¿Videos súper 8? Una reliquia.
-Una reliquia total, sí.
-Estudiaste para Técnico Químico: nada que ver con lo que hacés hoy.
-Siempre tuve claro que tenía que estudiar una carrera. Esto no lo conté nunca: una vez me curé una verruga en el baño de mi casa. No sé qué hice, pero la curé. “Esto es una señal, tengo que estudiar Química”, me dije. Tenía 12 o 13 años y ya era muy curioso. Entonces empecé a estudiar Química en la ENET 27. Me gustaba mucho eso de la doble escolaridad, el taller. La pasé muy bien en el secundario. Tenía todo 10. Un domingo estaba en la casa de mi tía Betty, porque siempre nos juntábamos en familia, y leí en una revista que se llamaba Teleclic un informe sobre escuelas de teatro. La situación económica en casa no era la mejor: papá trabajaba en el banco Tornquist pero igual el mango no alcanzaba. Había como veinte opciones para estudiar teatro y yo marqué la más barata. Mi papá fue re-sincero y eso estuvo buenísimo, porque que un padre no te de una negativa con algo que te gusta es importante. Ese domingo me marcó para siempre. Lo recuerdo como si fuera hoy. Mi papá me acompañó para ver de qué se trataba. Después de ver el ambiente, que era buenísimo, me dijo que le dé para adelante, pero que no afloje con las notas. “Si aflojás, se termina teatro”, me advirtió. Todo siguió en 10.
-Ahí te encaminaste hacia lo que hacés hoy.
-Arranqué en un febrero y a los tres meses Esteban Mellino me puso en una obra para chicos en la que hice de pirata. Me encantó que confíe en mí. Ya me gustaba trabajar para los chiquitos: que bailen, que canten, que salten, que coman pochoclo, que griten. No me gusta el silencio. Me pone nervioso el silencio del teatro. Estoy acostumbrado al yeeeee (y grita). Trabajo mucho para manejar esos climas.

ABUELOS, EMOCIONES Y CORAZONES
-Hoy sos la cara de un show teatral y televisivo que mueve multitudes de chicos.
-Todo se afianzó por mi grupo de gente, de amigos que confiaron en este sueño de llevar música y canciones y armar un show a todo pulmón, porque se hace a pulmón. Es un privilegio tener un equipo de gente tan lindo y además una productora propia (T Realizaciones, con dos socios) y trabajar con Disney.
-¿Cómo se vive la alegría de los chicos desde el escenario?
-Cada función para mi es distinta: no hay funciones iguales. Me conecto con la mirada de la abuela, con el que come pochoclo, con aquel al que se le cayó el vaso. Miro todo. Me emociona lo que pasa. Soy re-sensible. Mirar a los abuelos y a los padres disfrutar de sus chicos para mí es re-importante. Lo es porque tengo mi vida puesta en esto. Cuando veo que lloran de emoción o porque se termina el show siento que nuestra meta está cumplida. No sabés lo feliz que me voy de cada show cuando sé que la familia se va contenta.
-Destacaste la emoción de los abuelos. ¿Por qué?
-Porque me toca: tenía una relación muy hermosa con mis abuelos. Es como que en el teatro también me conecto con ellos.
-Transmitís mucho disfrute por lo que hacés.
-Es que creamos un vínculo súper… es un grupo de amigos el que trabaja conmigo. Son mi banda. ¡Mi banda de amigos! Hay algo que se genera al grabar o ensayar que me conecta con mi mundo interior. Al ensayar nos reímos. Nos completamos. Hay magia. No es fácil llevar un espectáculo así, pero lo hacemos. A la vez sumamos personajes, como este año, con Harmony y Josefina. Me divierte mucho interpretar a Arnoldo, porque con él sale mi actor. El capitán Topa es el conductor, el que lleva el espectáculo, como un papá, pero con Arnoldo pongo en escena al actor que hay en mí.
-¿De dónde te salen las ideas?
-De acá: siempre de mi corazón. Siempre me aparece alguna señal acerca de qué tengo ganas de hacer. Para que se me ocurran ideas me conecto mucho con mis sobrinos y con los nenes en general. Este nuevo show surgió mientras yo tomaba mate en casa. Tengo un árbol hermoso al que miraba y miraba lo lindo que es y de pronto pensé en sus raíces y ahí empecé a darle forma a la idea. “Este año quiero hacer algo vinculado a la naturaleza”, me dije. Empezamos después a tirar más ideas y le fuimos dando forma entre nosotros y Disney. Este show tendrá un equilibrio entre lo teatral y lo visual. Siempre estará la imaginación. Quiero ayudar a los papás a equilibrar la naturaleza con lo tecnológico.

LA PASIÓN COMO MOTOR
-¿Qué papel juega la pasión en lo que hacés?
-La pasión es fundamental. Y el amor. No concibo el trabajo sin pasión. Ir a un lugar y marcar tarjeta no es para mí. No puedo, me aburro. Uno elige esto porque le gusta cambiar de show, de espectáculo, de teatro. Siempre hay una nueva aventura. No, no concibo nada sin pasión.
-¿Qué diferencias hay entre el público del interior del país y el de Buenos Aires?
-Ya no hay diferencias. Porque el programa llega a millones de hogares. incluso me pasa que voy por la calle por acá y me dicen “¡bienvenido a Argentina!!”. ¡Soy argentino! ¡Hay quienes piensan que vivo en Estados Unidos porque salgo por Disney! Se repite el mismo furor en Salta, Rosario y Tucumán como en Perú, Colombia, Chile, México o en calle Corrientes. En todos lados manejan el mismo nivel de amor. Pensá que los acompañamos en todo momento: en la tablet, en la televisión, en la música del auto, en Spotify. Entonces cuando te ven es como que se cierra el círculo. Me encanta todo lo que pasa.
-...Te estás emocionando...
-... Es que hay tanta pasión y trabajo puesto en esto que me emociona, sí. No me pasa solo a mí, sino a todo el elenco y a todos los que trabajan: técnicos, etcétera. Es lo que te decía antes: la pasión.
-¿Cuáles son tus sensaciones una vez que terminó una función?
-Después de dar tanta energía trato de quedarme más chiquitito: me quedo en el hotel, intento comer ahí. Salgo con los chicos, sí, pero trato de volver a fojas cero, de descansar la garganta y esas cosas. También miro las redes sociales. Soy un apasionado de las redes. Quiero saber cómo disfrutaron las funciones, cómo la pasaron. También me encanta tirarme a ver series.
-¿Cuáles mirás?
-”Stranger Things”, con mis sobrinos. Otra que se llama “The OA”, que me encantó: es hermosa. Trato de no mirar series muy largas porque me aburro, no tengo tanto tiempo para seguirlas. Me gustó “Black mirror”: es buenísima. Y me enganché con “Amar después de amar”, la de Mariano Martínez, que es mi amigo.
-¿Cómo es un día común tuyo?
-Me levanto muy temprano, muy temprano. Me gusta mucho la mañana. Tomo unos mates, agarro la compu, respondo los mails. La mañana es como un momento sagrado. Me agrada estar en paz y en silencio. Medito, también. Después arranco con el trabajo: notas, grabaciones, ensayos. Cuando no estoy de gira, los domingos trato de ir a la casa de mis viejos, que siguen en Caseros.
-¿Qué te pasa al mirar hacia atrás, hacia tu camino recorrido?
-Me agarra nostalgia. Es una conexión automática. No sé si es la edad o qué… ya tengo 41… pero estoy muy sensible. Cuando voy a visitar a mis padres, por ejemplo, recuerdo cada rincón de mi barrio de infancia, cada trepada de árbol. Me pasa que veo todo más chiquito. Veo cómo cambió el barrio, las casas que están intactas. La paso bien en la casa de mis viejos. Y mis papás disfrutan de ser mis papás. Les llega mucho amor del barrio: dibujitos, cartitas. Disfruto de ver a mi familia, a mis sobrinos, a todos orgullosos de esto que se generó. Me encanta que me acompañen. Eso es algo de lo que veo de mi pasado.
-¿Y del futuro?
-Tengo ganas de formar una familia en breve. En cuanto tenga la oportunidad de tener tiempo. Ahora estoy con la gira y todo eso, pero ando con ganas de disfrutarme como papá. En algún momento sé que va a suceder. Eso sí: tendré que frenar un poquito. Ya llegará. Dejo un poco al universo para que me acomode las cosas. Por ahora el Junior express me lleva a mil por hora. ¡Tengo mucho Junior todavía por delante!
Dice mientras sonríe y se encamina a otro piso de su productora, en el barrio porteño de Villa Urquiza. Allí lo espera la fotógrafa de Nueva para ponerle imagen a su retrato de palabras. Y él, siempre sonriente.

QUIÉN ES TOPA
Se llama Diego César Topa, se lo conoce como Topa y nació el 11 de octubre de 1975 en Caseros, provincia de Buenos Aires. Sus padres son Silvia y César y sus hermanos, Walter y Edgardo. Actor, cantante y conductor de televisión y teatro, incursionó en Casados con hijos, La niñera, Los simuladores y Montaña rusa, entre otros. También en las infantiles Pulgarcito y El pájaro azul. En el 2000 empezó con el Zapping Zone por el Disney Channel y hoy conduce Junior Express. También produce su propio espectáculo. El show de Topa, con el que arrancó en 2007 y recorrió todo el país, marcó su popularidad.
Durante la charla con esta revista, siempre se mostró de muy buen humor. Entre otras cosas, recordó: “Estoy en Disney desde que se lanzó el canal. Es una familia para mí. Me abrieron las puertas de muchas cosas. Primero para llegar a millones de familias, no sólo de acá sino de latinoamérica. Se fue dando solo esto de convertirme en referente del público infantil”.

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