“ESTE LIBRO DE FONTANARROSA ES UNA REIVINDICACIÓN HISTÓRICA”
Lo dijo Daniel Divinsky,
el dueño de Ediciones De La Flor, al referir a la reciente aparición de “Negar
todo y otros cuentos”, el trabajo póstumo del escritor rosarino, fallecido hace
ya casi seis años. En esta entrevista con La Gaceta, el editor habló de su
amigo y hasta recomendó algunos relatos de los 24 que le dejó días antes de
morir. La nota original fue publicada en La Gaceta, de Tucumán: http://www.lagaceta.com.ar/nota/549573/la-gaceta-literaria/este-libro-fontanarrosa-reivindicacion-historica.html
La anécdota es muy conocida, pero bien vale
recordarla cuando se trata de Roberto Fontanarrosa y el histórico editor de sus
libros, Daniel Divinsky, dueño de Ediciones De La Flor. Ahora se la cuenta a La Gaceta en su oficina llena
de libros y cuadros que aluden al escritor rosarino y a sus personajes: Inodoro
Pereyra, Boogie (el aceitoso) y sus caricaturas con camisetas de Rosario
Central, el club del que era fanático. “El Negro siempre nos eligió como su
editorial. Una vez, Juan Forn, cuando dirigía Biblioteca del Sur, de Editorial
Planeta, le dijo ‘a ver cuándo te pasás a una editorial grande’. Se lo dijo delante
nuestro. El Negro le dijo ‘no, no. Sólo si le pasa algo a los Divinsky’. Y en
tono mafioso agregó: ‘Pero que parezca un accidente’”, recuerda Divinsky antes
de soltar una risotada.
Estos días son de alivio para el reconocido
editor y amigo de Fontanarrosa. Es que a comienzos de este año la Justicia
permitió que su editorial publicara el libro póstumo del Negro: “Negar todo” ya
está en las librerías. Detrás quedaron algunos tragos amargos que empezaron
tras la muerte del escritor, ocurrida el 19 de julio de 2007. Tenía 62 años.
Padecía esclerosis lateral amiotrófica. Su hijo, Franco, reclamaba los
derechos. Su última esposa, Gabriela Mahy, también. En 2008 ella había firmado
un contrato con De La Flor para publicar esos últimos relatos. La Justicia
ahora le dio la razón. Pero en 2012 hubo otro simbronazo: Planeta reeditó los
títulos bajo la autorización de su hijo. Es raro ver los libros de Fontanarrosa
en otra editorial. Pero las cosas parecen haberse acomodado.
-¿Qué significa para
usted la publicación de “Negar todo”?
-Este libro es una reivindicación histórica,
una satisfacción personal que no tiene nada que ver con lo comercial. Él (por
Fontanarrosa) no dice que eligió esta editorial, sino que esta editorial lo
eligió a él. Cosa que es cierta. Al menos en los primeros momentos de la
relación. Le daba placer llamar y hablar con los dueños y no con el secretario
del secretario del editor literario, como pasa en las grandes editoriales.
-¿Cuáles son las
diferencias entre ustedes y una editorial de las denominadas grandes?
-La verdad es que hemos sido editores leales y
cumplidores en mayor medida que una editorial grande. En la época en que estuve
preso, en la dictadura y luego en el exilio, El Negro nunca dejó de cobrar sus
derechos. Y tanto él como Quino recibían lo que les correspondía. O sea, que
hay una historia que fue violada con la decisión de Franco, el hijo, que era
muy buen chico, instigado por sus abogados para revocar de manera automática la
renovación de sus contratos. Y terminó negociando con Planeta. Pero quedan
fuera de ese acuerdo los libros editados después de 2004, como “El rey de la
milonga”, que supongo que iremos sacando con el tiempo.
-Este libro tiene la
característica de ser el póstumo.
-Es cierto. Es el que me mandó muy pocos días antes
de morir. Tiene un significado simbólico diferente. Fue una emoción muy
superior a la que produce cada nuevo libro. Sería una exageración decir que es
como tener otro hijo, pero en el caso de este libro, con todo el proceso
judicial que hubo, la emoción fue mayor. Aparte porque nos sentíamos
depositarios silenciosos de una obra que no se podía divulgar y que El Negro
nos mandó para que saliera.
UNA PASIÓN POPULAR
-¿Cómo es la relación
con su última esposa?
-Excelente. Es la administradora de la sucesión
y en tal carácter nos firmó el contrato para este libro. Como con el de Inodoro
Pereyra. Tenemos el mismo modelo de contrato de los 45 que firmamos con El Negro
a lo largo de su vida.
-¿Qué sintió al
enterarse de que Fontanarrosa fue publicado también por Planeta?
-Me dio tristeza. Lamenté que las ediciones
fuera tan feas. Porque son horribles. Una cosa era el rol de los libros de Fontanarrosa
en una editorial mediana como De la Flor, donde era primera figura junto a Quino
y Rodolfo Walsh, y otra ser uno del montón en una editorial que saca 400
títulos al año. Es un orgullo para mí publicar sus libros. Es que los
publicamos desde que era un desconocido.
-¿Recuerda el primer
encuentro personal que tuvo con él?
-No, no lo recuerdo. Sí me acuerdo del proceso
en el que trajo el material para “¿Quién es Fontanarrosa?”; era una carpeta
enorme, que tuvimos que hacer como libro, con un tamaño absurdo, que salió
carísimo. Anduvo bien. Y cuando lo reeditamos fue en el formato normal de De la
Flor: cuadrados. Pero al principio nos pareció que el material era tan bueno
que hicimos ese tamaño especial.
-¿Qué siente que le
aportó Fontanarrosa al humor gráfico?
-Excelencia. Quino, por ejemplo, destacaba la
forma en que El Negro dibujaba las manos, que él no conseguía dibujarlas bien.
Y su originalidad en el uso de los diversos sentidos del lenguaje. Lo suyo eran
chistes dibujados en los que lo gráfico quedaba subordinado al lenguaje verbal.
En cuanto a literatura, fue la reivindicación, junto con Osvaldo Soriano, de la
posibilidad de escribir en lenguaje coloquial. Ambos también hablaban del
fútbol: reivindicaron una pasión popular como tema literario.
-Se lo extraña, ¿no?
-Me cuesta conjugarlo en pasado. Lo quiero
tanto al Negro... Seguí la campaña de Rosario Central, que me importa un pito y
encima soy de Boca, y me alegré de su ascenso (a Primera División). ¡Cómo
hubiese disfrutado! Me acuerdo de que los lunes hablábamos de fútbol. Todo por
amor al Negro. Sin dudas estaría contento. Pero creo que las conjeturas sobre
qué haría si estuviera vivo son inútiles. Viñas dijo una vez que Walsh hubiese
sido más grande que Borges si no lo asesinaban. Pero es una conjetura. No se
sabe qué hubiese pasado.
-¿Qué tan amigos eran
usted y ‘El Negro’?
-Vivimos muchísimas cosas juntos. Por ejemplo,
en la última etapa de su enfermedad, cuando probaba de todo, con todo tipo de
médicos, venía a tratarse a Palermo. Llegaba, se atendía, almorzábamos a eso de
las 3 de la tarde, y el remís se lo llevaba de nuevo a Rosario para que una
kinesióloga lo sometiera a otros maltratos. O cuando se separó de su primera
esposa. Yo fui a uno de sus confidentes. Éramos muy parecidos. Había un cariño
muy profundo. Si tuviera que poner en un Pequeño Larousse Ilustrado qué es un
amigo, bueno, lo pondría a él: Roberto Fontanarrosa. El Negro.
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