BUKOWSKI, SEGÚN SUS LIBROS
Un 9 de marzo como hoy, pero hace
20 años, moría el “escritor maldito” que estremeció como pocos a los lectores
con su realismo duro. Bukowski sigue vigente a través de la constante reedición
de sus clásicos y la aparición de nuevos textos o antologías en las que
invariablemente describe al mundo de manera descarnada. Proponemos aquí un
recorrido por los títulos que vale la pena descubrir o releer. La nota original
en La Gaceta,
de Tucumán: http://www.lagaceta.com.ar/nota/581990/la-gaceta-literaria/bukowski-segun-sus-libros.html
“Por la mañana era de día y yo
seguía vivo. Quizás escriba una novela, pensé. Y eso hice”. Así termina la
primera novela de Charles Bukowski, Cartero. El protagonista es Henry Chinaski,
su alter ego. Allí da cuenta de la monótona vida de un empleado del correo en
Los Ángeles. Bukowski tenía entonces 49 años y después de doce de trabajar ahí,
decidió barajar y dar de nuevo. Ya no quería aquella vida sórdida. Le
interesaba dedicarse a escribir y vivir de eso. Una propuesta le facilita el
deseo. Entonces escribe ese relato genial y triste. Pero también real. Como
todo lo suyo. Porque Bukowski siempre mostró el mundo sin ambages. Desde un
realismo tan duro como pesimista. Nadie sale indemne después de leer a ese
escritor nacido en Andernach, Alemania, el 16 de agosto de 1920, y fallecido en
Los Ángeles, a causa de una leucemia, el 9 de marzo de 1994.
Fue caratulado como “escritor
maldito”. Todavía siguen apareciendo nuevos libros. A sus constantes
reediciones se suman los famosos “textos inéditos”. Brilló como novelista,
cuentista y poeta. Aunque hubo biografías, alguna vez aclaró que para conocer
su vida no había nada mejor que leer sus libros. “Ahí está todo”, había dicho.
A 20 años de su muerte, recorremos su vida a través de sus novelas, cuentos,
poemas y entrevistas.
Con un padre golpeador, su
infancia fue durísima. Esa etapa de su vida la describe magistralmente en La
senda del perdedor. Para quedarse a leer hasta la madrugada sin que su papá se
enterase, se escondía debajo de las sábanas, a la luz de una lámpara que le
producía un calor insoportable. Las lecturas, contó, lo sacaban de ese mundo
horrible que era su casa. El acné propició las cargadas de sus compañeros del
colegio y el alejamiento de las chicas. Por ese entonces empezó a beber. No
tenía amigos y se obsesionaba con el sexo. En sus relatos describe cómo se
excitaba con las madres de algunos de sus compañeros. Se agarró a trompadas
para sobrevivir a la dureza adolescente; y a la edad en la que muchos recién
salen a las calles él ya dormía en hoteles, se emborrachaba y trasnochaba con
gente de los bajos fondos. De esas experiencias están hechas sus páginas. La
senda del perdedor es un libro desesperanzado y formidable a la vez. Empieza
con sus primeros recuerdos de vida y hablando del miedo que tenía a sus padres.
Después, a través de otras novelas –siempre publicadas por Anagrama-, seguirá
describiendo su vida.
Si en Cartero se refiere a los
tiempos del correo, en Factotum el eje son sus trabajos anteriores. Va de uno a
otro, cobrando siempre salarios miserables. “¿Cómo podía un hombre disfrutar si
su sueño era interrumpido a las 6:30 de la mañana por el estrépito de un
despertador, tenía que saltar fuera de la cama, vestirse, desayunar sin ganas,
cagar, mear, cepillarse los dientes y el pelo y pelearse con el tráfico hasta
llegar a un lugar donde esencialmente ganaba cantidad de dinero para algún otro
y aún así se le exigía mostrarse agradecido por tener la oportunidad de
hacerlo?”, se lee. Mujeres, en cambio, es el libro en el que cuenta sus aventuras
y desventuras sexuales. Se trata de una muy interesante reflexión sobre el
tema; escribe cosas como “La gente era interesante al principio. Luego más
tarde, lenta pero firmemente, toda la mala leche y chifladura se ponían de
manifiesto. Yo iba significando menos y menos para ellas; ellas iban
significando menos y menos para mí”.
“Cuando te pasas muchas horas,
muchos años, simulando ser una persona que no eres, bueno, eso te afecta. Es ya
bastante difícil intentar ser uno mismo. Imaginaos tratar con todo el empeño de
ser alguien que no eres”, reflexiona en Hollywood, la novela en que da cuenta
de los intentos por llevar sus textos al cine. Y luego está Pulp, escrita poco
antes de su muerte, en la que da rienda suelta a la ficción, mezclando entre
los personajes a uno de sus escritores favoritos: Louis Ferdinand Celine.
De cuentos
La lista de libros de cuentos que
se puede conseguir en la
Argentina es enorme. Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones
arranca con un relato genial. Se llama La chica más guapa de la ciudad. Fue el
que sirvió de inspiración para el clásico de Fito Páez Polaroid de locura
ordinaria. Tienen que leer ese cuento corto pero inolvidable. Se busca una
mujer es otra gran recopilación de cuentos bukowskianos. De ahí se destacan Bop
bop bop contra la cortina, No puedes escribir una historia de amor, Un mozo de
cuerda con la nariz roja, Cojones y Esto es lo que mató a Dylan Thomas. Pero
una de sus frases más recordadas surge de Confesiones de un hombre lo bastante
loco como para vivir con las bestias: “Hospitales, cárceles y putas: estas son
las universidades de la vida. Yo he alcanzado numerosos grados. Llámenme
señor”, escribe.
“Hay que tener en cuenta, de
todos modos, que el amor sólo es consecuencia de un encuentro al azar”, dice en
Golpes al vacío, publicado en Música de cañerías. En este libro, como en
cualquier otro de Bukowski, es necesario tener un lápiz a mano para marcar
frases como esas. Y aún mejores.
En La máquina de follar también
hay muy buenas historias. Algunas: Un lindo asunto de amor, Yo maté a un hombre
en Reno y Nocturnas calles de locura.
Siempre en el terreno del relato
corto, Escritos de un viejo indecente es uno de los más clásicos. De allí
vienen sus célebres “casi todos nacen genios y los entierran tontos” y “jamás
duran los pensamientos bellos ni las mujeres bellas”. Pero es acá también donde
recomienda lecturas: que no leas a Marx pero sí a Celine (para él, “el mejor
escritor en 2.000 años”), Camus (El extranjero) y Dostoyevski (Crimen y Castigo
y Los hermanos Karamazov), entre otros.
“Esperaban lo imposible y lo
imposible rara vez llega. Sólo en las películas, chicos, sólo en la pantalla de
televisión. Allí es donde algunos consiguen ese pequeño empujón”, se lee en
Hijo de Satanás, otro de sus libros de cuentos.
Convertido ya en escritor de
culto, muchos de las lecturas de Bukowski también se cotizan alto. Es el caso
de Tráeme tu amor y otros relatos. Se compone de tres cuentos ilustrados por
Robert Crumb, un dibujante estadounidense de los de mayor consideración. La
presentación de este libro editado por Zorro Rojo es casi una reliquia. Un
lujo.
El poeta
Para acercarse al Bukowski poeta
hay tres libros que pueden servir como introducción. Dos de ellos son de
Editora AC y no es sencillo conseguirlos. Poemas 1 y Poemas 2. Su poesía es
genial. Por eso es que vale la pena buscarlos y tomarse el tiempo necesario
para leer esos textos que son sentimiento puro. Algunos títulos son Un poema de
amor, Un cambio de hábito, Cómo ser un gran escritor, La palabra, Cáncer, Mi
primer affaire con una veterana, Amor y coraje, El pullover, Nirvana, Qué risa,
Un poema casi inventado, Uruguay o el infierno, Bailarina de strip tease, Mi
tío Jack, Hagamos un trato, La chispa, El cordón desatado, Nota sobre la
construcción de las masas, Causa y efecto, Confesión y Nosotros, los
dinosaurios.
También difícil de conseguir, y
con prólogo del periodista Enrique Symms (quien se jacta de haber sido el que
introdujo a Bukowski en la
Argentina), está el libro 100 poemas, de Emptybeercan
Ediciones. Ni lo pienses, Pobreza, Sé amable y Están por todos lados son
algunos de los escritos seleccionados por Federico Ludueña.
Ahora, si lo que se quiere es una
recopilación de todo, Peleando a la contra es el ideal. Allí se encuentra una
selección de sus novelas, cuentos y poemas. Son más de 500 páginas con textos
que van de 1969 a
1993.
Para terminar, dos joyas de
Anagrama que, caminando bastante y recorriendo librerías de barrio, aún se
pueden conseguir: Lo que más me gusta es rascarme los sobacos y Shakespeare
nunca lo hizo. El primero es una enorme entrevista de la periodista Fernanda
Pivano. El escritor habla de todo. El diálogo se torna fenomenal. Y en el otro,
en cambio, entrega textos perdidos, fotos y pensamientos durante un viaje que
hace por Europa junto a su joven pareja, Linda Lee. Se trata de un trabajo
diferente porque se encuentra a Bukowski más humano, si se quiere: es el hombre
común en situaciones comunes. Va más allá del texto.
El mundo Bukoswki es
interminable. Porque a su muerte sucedieron cientos de escritos desconocidos,
encontrados o corregidos. Sobraron los motivos para que aparezcan más libros
suyos o se reediten otros. Pero también sucede que se trata de uno de esos
escritores que siempre tienen algo por decir. Releerlo o descubrirlo es un
viaje de ida, del que no se sale igual que como se entró.
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