“GABO TENÍA INTERÉS Y FASCINACIÓN POR EL PODER”
El periodista
norteamericano Jon Lee Anderson escribió una sensacional crónica sobre el
escritor colombiano titulada El poder de García Márquez. Fue publicada
inicialmente en el The New Yorker en 1999 y forma parte de su libro El
dictador, los demonios y otras crónicas (Anagrama). Con el tiempo, se hicieron
amigos. En esta charla con LA
GACETA, Anderson habla de esa relación y de lo que aprendió
junto al Nobel. La versión del diario, acá.
-¿Recordás tu primer
encuentro con Gabriel García Márquez?
-Por supuesto. Fue en la oficina de su agente,
Carmen Balcells, en Barcelona; lo primero que me preguntó fue mi edad. Yo tenía
42 y él algo así como 73. Exclamó con deleite y grito a las mujeres que ahí
trabajan: '¿Oyeron? ¡Tiene 42! Ay, lo que no daría para tener ese edad otra
vez!'. Lo dijo de forma generosa, feliz, sin tristeza, y me hizo sentir que yo
tenía algo más precioso inclusive que su Nobel. Era un ser generoso y afable y
cálido. Hablamos varias horas y me invitó a su casa el día siguiente para
continuar hablando, y así seguimos.
-¿Qué cosas te
llamaron la atención o te sorprendieron después de haber compartido con él?
-Su sencillez. Era realmente muy desprendido y
afectuoso en su forma de ser y eso lo hacía muy atractivo como personaje. Tenía
curiosidad en uno también; hacía preguntas, y contaba chistes. Quería siempre
que uno se sintiera bien en su presencia, y para lograrlo buscaba limar
distancias entre ambos en todo momento.
-¿Qué gesto o detalle
suyo te asombró?
-Su generosidad. Gabo se hizo casi cómplice de
mi esfuerzo para perfilarlo, dándome sugerencias de amigos y familiares y también
dándoles su visto bueno para que me atendieran. Eso simplemente no sucede
normalmente en el periodismo; creo que respondía por un lado a su forma de ser
y por otro debido a su temprana formación de periodista y su amor por la
profesión.
-Escribiste en tu
crónica “El poder de García Márquez” que había recibido críticas por volverse
“adicto al poder”.
-Las críticas, claro está, eran más abundantes
en torno a su amistad con Fidel Castro. Más bien esa misma gente no echaba en
cara su amistad con Clinton ni Torrijos ni con toda una tanda de presidentes
colombianos. Gabo me dijo que no era tanto su fascinación con el poder sino que
los poderosos estaban fascinados con él, y había mucho de verdad en eso. Para
ellos, Gabo era una especie de oráculo o sabio campechano y afectivo. Pero es
también cierto que Gabo tenía interés y hasta fascinación con el poder y lo que
había significado en su pueblo y su hemisferio: personajes literarios
memorables de su creación, como el Coronel Aureliano Buendía, son resultados de
esa fascinación. Más allá de eso, se dio
cuenta de que su propia fama le dio la posibilidad de influenciar la opinión y
a veces las decisiones de poderosos como Fidel, y cuando pudo él lo utilizó
para ayudar a gente con problemas políticos; se sirvió también de interlocutor
entre Clinton y Castro en un esfuerzo por crear distensión entre sus países.
-¿En qué te influyó,
como ser humano por un lado y como periodista por otro, tu relación con García
Márquez?
-Me influyó, y de buena manera, espero, su
desprendimiento, y me entrelazó de forma permanente desde 1999 con una obra de
su creación, la Fundación
de Nuevo Periodismo, como maestro para una nueva generación de periodistas
latinoamericanos. Da gusto compartir de esta manera algo del legado de Gabo.
-Cuando te hablan de
él, ¿quién te viene primero: el García Márquez periodista o el escritor?
-No los puedo separar. En todo lo que realizaba
Gabo era cuentista por instinto y lo hacía en el periodismo como en la ficción.
Se nutría de la realidad, y de su aprendizaje como periodista, para ser buen
novelista. Gabo era las dos cosas de manera indistinta. Por eso me viene todo,
y él mismo, a la vez. Pero más que nada me viene el hombre, la persona, un ser
muy querido.
-¿Qué le aportó García
Márquez a la literatura?
-Cien Años de Soledad, ni más ni menos. Y la
libertad de vivir y ver el mundo literariamente desde el trópico, desde la
pobreza y el olvido, desde los sueños y el imaginario popular, desde la
historias contadas por las viudas ancianas, los pescadores y los lustrabotas de
los pueblos mas remotos.
-¿Y a la historia
colombiana?
-Gabo la consagró para siempre en su obra,
elevando la historia colombiana al panteón clásico, donde la historia y la
literatura se mezclan con mito, fábula y leyenda, y dura para siempre. Y
también aportó Macondo.
PERFIL
Jon Lee Anderson nació en California, Estados
Unidos, en 1957. Ha
publicado crónicas periodísticas desde distintos países. Entre 1992 y 1995
vivió en Cuba junto a su familia para escribir Che Guevara: Una Vida
Revolucionaria, publicada en 1997 y considerada como una de las mejores
biografías sobre Guevara. Integra la Fundación
Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por el propio Gabriel
García Márquez.
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