LOS PUÑOS DE LA HISTORIA
¿Quién fue el mejor boxeador argentino de todos los tiempos? ¿Y el que
más gustó? ¿Cuál fue el “tapado”? ¿Y el que tenía todo para llegar a la cima y
se quedó en el camino? A eso responde parte del ambiente del boxeo ante la
consulta de El Gráfico, coincidente con los veinte años de la muerte de Carlos
Monzón. La nota fue publicada en la revista El Gráfico bajo el título ¿Quién fue el mejor boxeador argentino?
“El mejor boxeador de la historia argentina es un negrito que vino de
Caleta Olivia”, le dijo Jorge Locomotora Castro a El Gráfico.
Después empezó a reírse pero no se amedrentó. En todo caso, concedió: “También
Matthysse”. Lejos del ego, otros colegas suyos y periodistas especializados en
boxeo hablaron sobre quién fue para ellos el mejor o el que más les gustó en
este deporte y por qué. De ahí se desprendió que la leyenda de Carlos Monzón, a
veinte años de su muerte, el 8 de enero del ’95, sigue intacta. Su figura
emerge grandiosa no sólo por las victorias, sino por lo que significó más allá
del ring. Para algunos, la elección tuvo que ver con una división entre “los de
antes” y “los de ahora”. Para otros, bastó con la evidencia de los números. No
faltaron quienes resaltaron que ser el más ganador no es lo mismo que ser el
mejor. Hubo quienes aludieron que la elección es un todo: técnica, victorias,
entrenamiento y personalidad. Y a otros les alcanzó con la nostalgia de lo que
escucharon en su infancia, a la que pusieron nombre y apellido. Nicolino
Locche, por ejemplo.
Poco antes de partir hacia la
ciudad japonesa de Osaka, donde el 31 de diciembre (al cierre de esta edición)
iba a defender su título ante el local Naoya Inoue, Omar Narváez -campeón supermosca de la OMB- le contestó a esta
revista: “El mejor es Lucas Matthysse.
Porque tiene una mezcla de técnica, inteligencia y fuerza que lo destaca del
resto. Es completo”. Y agregó: “Además no se le puede pegar fácilmente”.
Para Narváez, “pocos son los
boxeadores argentinos” que lo han impresionado. “En algún momento me gustaba
mucho Pablo Chacón, porque era técnico y fuerte, algo parecido a Matthysse,
pero no tan completo”, ejemplificó. Y después: “En nuestro país hubo y hay
boxeadores muy diferentes. Algunos son buenos pegadores, otros tienen guapeza.
Pero ninguno puede reunir todos los atributos que tiene Lucas”.
EL INOLVIDABLE GUSTAVO BALLAS
“Carlos Monzón fue el que más
trascendencia tuvo en nuestro país, pero el que más me gustó fue Gustavo Ballas”, sintetizó el ex
campeón mundial Sergio Víctor Palma.
Y remarcó: “Ballas, lejos. Tuvo la desgracia de las drogas, que le costó su
campaña. Pero lo que hizo, lo hizo muy bien”.
Tras esto, comparó: “Gustavo
tenía una defensa muy buena, muy lucida, pero además sabía atacar y el boxeo es
ataque. Era elegante en sus gestos, en todo lo que hacía. Eso tiene que ver con
la etapa que le tocó. Monzón no. Cuando Monzón hacía algún movimiento, con su
cuerpo desgarbado, no se lucía. Por eso no tiene elogios como boxeador elegante.
Simplemente porque no lo era. Pero era eficaz: tenía un objetivo concreto y
hasta que no lo conseguía no paraba”.
Para Palma, “la elegancia de
Ballas sólo era comparable con la de Uby Sacco”. Luego apelará a la historia y
apostará al decir que “seguro que la mayoría también va a nombrar a Nicolino
Locche, porque era el campeón de las abuelas y las tías y los niños”.
Por Uby Sacco también apostó el periodista especializado y socio de
Uperbox Oscar Cacho Lemos. “Dejando de lado el corazón, que me hace recordar
la increíble historia del pesado Luís Ángel Firpo como primer argentino que
disputara un titulo del mundo; de la máquina de pegar que fue nuestro primer
campeón, Pascual Pérez, del histriónico y ejemplar único como Nicolino Locche
en sus recordados shows de entre casa de los sábados a la noche en el Luna, del
frío, implacable y dueño de estadísticas súper contundentes, Carlos Monzón, o
de guapos como Galíndez, Bonavena, o el Roña Castro, quienes dejaron historias
que se recordaran por siempre, mi número uno es Ubaldo Néstor Sacco”, dijo. “Marplatense,
ex campeón del mundo de los superligeros, lo tenía todo: talento, exquisitez,
técnica, pegada justa y determinante, dominador de los tiempos y de las
distancias para transitar los combates a su comodidad, o de decidir cuándo era
necesario ser calculador o de ir al frente, demostrando ser práctico e
ingenioso ante cualquier estilo de púgil al que le tocara enfrentar. Un fenómeno,
genuino espécimen de una estirpe de boxeador que parece extinguido en
Argentina. Claro que su poco afecto a las exigencias de un entrenamiento que
requería su nivel de primerísima figura internacional, y su rebeldía para
transitar su vida privada, con excesos
irreversibles, hizo que derrochara sus posibilidades de un reconocimiento
unánime. Tuvo vuelo alto, pero muy corto, aunque inolvidable”, sintetizó.
SACCO, UN MARADONA DEL BOXEO
“El Maradona del boxeo”, sostuvo el
periodista Walter Nelson al referir,
también él, a Uby Sacco. “Me gustó
más que Monzón, que para la mayoría será el mejor porque se retiró campeón en
una categoría tan importante como la mediana. Pero Sacco me llenaba los ojos.
Era sensacional. Sobre el ring, sabía todo. Tenía mucho carisma, justeza en los
golpes, gran manejo de la distancia. Pero lamentablemente tuvo una carrera
corta por su adicción. Falleció a los 42 años. Fui muy amigo suyo. Era un tipo
rebelde”, describió.
Luego agregó que “le faltó más
profesionalidad, porque contaba con unas condiciones técnicas y físicas
notables. Practicaba todos los deportes: era buen nadador y jugaba muy bien al
fútbol. Además tenía un físico privilegiado. En algún punto también había un
parecido con maravilla Martínez,
porque no era de la media, no venía de una familia marginal, vivía con sus
padres, tenía una pinta bárbara… todas las condiciones como para ser ídolo.
Creo que lo mató vivir en Mar del Plata, porque allá tenía una junta que no lo
ayudaba. Su papá me decía que lo convenza para que se vaya de ahí. El recordado
Horacio García Blanco era un enfermo fanático de Sacco”.
“El mejor boxeador argentino, sin
dudas, fue Carlos Monzón: por
jerarquía en el alto nivel. Es uno de los diez mejores peso mediano de todos
los tiempos. Y eso lo dice todo”, resumió el periodista Walter Vargas. Pero enseguida habló de gustos. Y sin saberlo hizo la
misma comparación que su colega Walter Nelson: “El que más me gustó fue Gustavo Ballas. El Maradona del boxeo.
Una maquinita de boxear, dominar, brillar y gustar. Tuve la dicha de verlo
diez, quince veces en su esplendor. Después se malogró, por razones que ya
sabemos”.
En la misma línea futbolera,
Vargas añadió que “otro que se malogró, cuando tenía todo para ser crack, fue
Walter Crücce. No tuvo ni determinación, ni disciplina, ni ganas, ni fuego. Un
caso parecido a Borghi en el fútbol”.
“El más grande e indiscutible, y
por sobre todo, emblemático, fue Monzón,
porque ganó en una época en donde aún no se había ganado nada acá, casi.
Fangio, y un par de boxeadores como Pascual Pérez, Locche y Accavallo, pero
todos ‘chicos’, y en general, peleando mucho de local, como Nicolino. Monzón
fue el primer campeón grande, el símbolo del boxeo fuerte, porque Pascualito
era mosca. Monzón ganaba afuera, en Europa, aunque en ese entonces la gente no
sabía que el nivel europeo era inferior al nuestro y que la meca era Estados
Unidos. Bah, se sabía, pero la prensa no lo decía, sino que hacía creer que
cada triunfo de Monzón era ante un monstruo, y no era así. Agarró la época más
débil de la categoría mediano y la supo aprovechar, pero su imagen temeraria
compensaba todo”, resumió otro periodista especializado, Gustavo Nigrelli. Y continuó, preparando la polémica: “Acá Monzón
no era ídolo, y cuando viajó a pelear por el título mundial, pese a que tenía
como 80 peleas, era un desconocido que aburría a todos, y ni a palos llenaba el
Luna. Luego tampoco se convirtió en ídolo. Monzón fue más que nada temido,
respetado, admirado, pero no ídolo. Era demasiado arisco como para serlo. Pero
fue el más grande, más que nada por ser el primero que instaló presencia temida
en los rings de afuera”.
Después Nigrelli fue hacia lo
personal: “El que a mí más me gustó, y con quien más me llegué a identificar,
fue Alfredo Horacio Cabral, que
murió en un accidente automovilístico antes de ser campeón mundial, cuando
seguramente lo iba a ser. Un indio. Cuando él peleaba yo sentía que el que
estaba peleando era yo, porque ejecutaba las acciones que ejecutaría yo. Y
aunque si alguna vez tuve un ídolo, que era Bonavena, Cabral generaba en mí
empatía sobre el ring como ningún otro”. Y luego: “El mejor, técnicamente, y
resumiendo todos los conceptos boxísticos, pese a su perfil bajo, es sin dudas Omar Narváez. Numéricamente, como
ejemplo, entrenamiento, profesionalidad, seriedad, inteligencia, sabiduría,
todo. Es el resumen, aunque no pega, más que nada porque su mano fuerte, la
izquierda, la tiene lesionada hace varios años por un accidente motociclístico,
de sus pocos vicios”.
DEMASIADO EGO
Su humorada inicial Locomotora Castro la justificó diciendo
que él “era guapo de verdad”. Después, a lo Riquelme, utilizó la tercera
persona para hablar de si mismo: “No ví a nadie como él. Matthysse también.
Pero guapo como Locomotora no ví. Me
gustan todos los boxeadores. No desmerezco a nadie. Pero más me gustan los que
tienen guapeza. Igual que a los espectadores, que les gustan los guapos, los
que van al frente. Hoy en día son más técnicos”.
“Yo no era un gran boxeador, pero
era guapo, iba al frente. Me gustaba que me peguen. Hoy veo las peleas y hay cada
uno… A mí me encanta cómo boxeaba yo. Todavía veo aquellas peleas del Negro Castro. Eso es amor propio”,
aclaró.
En su memoria, sin embargo, hubo
espacio para el elogio a otro colega: “Mi ídolo desde siempre era La pantera tucumana, Horacio Saldaño. Ese llenaba el Luna
Park. Tenía técnica. Pegaba. Daba espectáculo. Cuando subía al ring, la gente
se quedaba asombrada”.
“Yo te voy a decir quién fue el
que más me gustó a mi, que tal vez no fue el mejor”, dijo en tono de suspenso el
ex campeón mundial Marcelo Domínguez.
“Porque Monzón, numéricamente, fue el mejor. También Narváez, pero no creo que
esté a la altura de Monzón. A mí, quien más me gustó fue Santos Laciar. A ese no te lo ibas a llevar por delante. Pero
depende de la época. Yo te hablo de lo que vi”.
“Sacco me gustaba por su
desfachatez arriba del ring y porque además boxeaba bien. Me parecía muy
completo. Pegaba, sabía esquivar los golpes. Y otro que también me encantaba
era el zurdo Julio César Vásquez”,
agregó.
SIEMPRE MONZÓN
Para el ex campeón mundial de la AMB Raúl Balbi la leyenda de Monzón puede más. “Sin dudas, el mejor
fue Monzón. Peleó con los mejores y en el auge del boxeo. Por eso es
incomparable. Porque antes era boxeo de verdad, como el fútbol”, respondió. Y
ejemplificó con nombres de otra pasión argentina: “Comparan a Messi con
Maradona. Y Maradona era un monstruo. Ese era de verdad. Messi es el mejor hoy,
pero Diego jugó en el fútbol de verdad, lesionado, con todos los monstruos. No
hay comparación. En boxeo pasa lo mismo. Si hoy Monzón le llega a pegar a
cualquiera que se le ponga enfrente, lo destruye. No lo podía aguantar
cualquiera”.
“Monzón marcó una época. Porque
además estaba metido en la farándula, con Susana Giménez. Estaba más allá del
boxeo. Abarcaba todo. Fijáte que todavía se sigue hablando de él. Y siempre se
va a hablar de él. Imagináte si estuviese vivo lo que sería. Hay tipos que
nacen para eso. ¿Te lo imaginás a Maradona boxeador? Un Durán, sería”, dijo.
Para Balbi, de todos modos, la grandeza
no es sólo un producto del pasado. “Ahora también hay grandes boxeadores, que
están a la altura de los mejores de todos los tiempos”, opinó. “En los últimos
años aparecieron Lucas Matthysse, Sergio Maravilla
Martínez y el chino Maidana. Y marcaron la diferencia por encima de los
demás. Simplemente porque son figuras internacionales y pelearon en los
estadios más grandes de los Estados Unidos. En la meca misma del boxeo. No
cualquiera pelea de fondo en el Madison Square Garden, como hizo Martínez”, ejemplificó.
Luís Carlos Abregú prefirió dividir la pregunta en épocas: los de
antes y los de ahora. No dudó al elegir a Monzón
y maravilla Martínez: “En los viejos tiempos estaban todos los
grandes. Y entre ellos se destacó, lejos, Monzón, porque peleó con todos y les
ganó. Además llenaba estadios y era ídolo tanto en Argentina como en otros
países. Inclusive los argentinos viajaban para verlo. Tal vez las nuevas
generaciones no estén tan al tanto de lo que significó Monzón”. Y enseguida: “De
los de ahora uno de los más grandes es maravilla
Martínez, porque ganó todo. A grandes campeones como Pavlik, Williams.
Boxeadores difíciles. Y siguió ganando. Hasta que lo venció la edad”, explicó.
DE LOCCHE A MATTHYSSE Y NARVÁEZ
Para Abregú, Locche podría también ser uno de los mejores de todos los tiempos de
no ser por diversos factores: “Me gustaba mucho. Veo los videos de sus peleas
en YouTube y es increíble cómo esquivaba los golpes. Nadie los esquivaba como
él, que además era un gran showman. Si lo pienso otro poco, fue mejor que
Monzón y Maravilla. Porque daba más
espectáculo. No fue más grande porque tal vez no tuvo el apoyo suficiente, pero
no hay dudas de que tenía talento como para llegar más lejos”.
Martín Coggi, hijo del recordado tricampeón mundial welter, se
encolumnó entre los que mencionaron a Monzón.
“Porque peleó siempre afuera. Me hubiese gustado verlo personalmente. Es,
lejos, el más grande que tuvo la
Argentina”, le comentó a El Gráfico. “Mi viejo siempre me
habla de él. Me hubiese gustado que sea contemporáneo de, quizás, los mejores
medianos de la historia, como Hearns, Hagler. También martillo Roldán hubiese
sido un excelente campeón del mundo y como le tocó contra los mejores no pudo
serlo”, añadió.
“Como me crié entre boxeadores,
se me hace difícil separar el sentimiento al hablar de muchos a los que quiero.
Como el zurdo Vásquez, Marcelo
Domínguez. Son campeones. El zurdo peleó
contra los mejores. Fue grande en una división difícil. Cuando sale campeón en
diciembre del ‘92 yo tenía 9 años y era la mascota del grupo. Estaba en el
hotel Cosmos con ellos. Éramos un gran equipo. Veía más a Vásquez, al roña Castro y a Carlitos Salazar que a
familiares directos. Siento nostalgia por aquella década hermosa”, recordó.
De todos modos, Coggi se aleja de
la nostalgia y habla del presente: “De los de ahora no hay que olvidarse de maravilla Martínez, que se debería
despedir a lo campeón. Porque fue él quien volvió a poner al boxeo argentino en
un lugar que siempre tuvo que tener”.
La joya Diego Chaves fue
otro que se jugó por Monzón. “Por
más que aún haya quienes lo nieguen, yo creo que no hay dudas de que fue el
mejor”. Y explicó: “Porque manejaba la situación en el ring: lo caminaba como
nadie y sabía tomar distancia del rival. Además tenía una pegada tremenda
¡tremenda! Y su estampa, claro”.
Para Marcela la tigresa Acuña
también hay que dividir en etapas antes de hacer una apreciación semejante. “De
una de ellas, Carlos Monzón. Por su gran
boxeo, su capacidad y, obviamente, por lo que movía a su alrededor. Quedó en la
gente para siempre. Traspasó lo deportivo, estuvo en todos lados, incluyendo la
actuación y la farándula”, opinó. Como también cree que “de los actuales el
mejor es Omar Narváez, un ícono de
estos tiempos para nuestro boxeo. Es casi una leyenda viviente del boxeo
argentino”. Y sumó: “Hace muchos años que tiene vigencia y cada vez boxea
mejor. Su estilo es muy bueno. Pocos pudieron descifrarlo. Y la cantidad de
defensas que tiene hacen que haya dejado atrás hasta a los más grandes”.
No tardará la tigresa en repartir méritos al realizar otras menciones: “Como
argentina y amante del boxeo trato de seguir a todos los campeones mundiales de
nuestro país. Soy de apreciar las técnicas de cada uno. Maidana es sin dudas otro de los más nombrados de estos tiempos y conocidos
por su gran pelea con Mayweather. Matthysse
es otro gran boxeador, de quien no dudo que volverá a ser campeón mundial”.
¿Cómo elegir a uno si fueron
tantos? Y buenos, además. ¿Por quién optar cuando se sabe que un boxeador es mucho
más que lo que se ve sobre el ring? La historia de nuestro boxeo nos llena de
certezas y dudas a la vez. No sólo porque hubo grandes de verdad, sino porque
cada vez son más quienes se suman al listado de esos elegidos.
¿CÓMO ELEGIR SÓLO A UNO?
Carlos Monzón sigue vivo.
Simplemente porque el mundo del boxeo no lo olvida y aquel que escapa al
olvido, dicen, vive para siempre. Los más jóvenes lo recuerdan o lo imaginan
por lo que les contaron; los más veteranos –aquellos que lo vieron pelear- lo
destacan por sus triunfos sobre el ring y su presencia en la vida diaria
nacional. Fue actor, protagonista de las noticias del corazón y, como si fuera
poco, tuvo una muerte trágica, algo que siempre engrandece los mitos. Nació el
7 de agosto del ’42, empezó a boxear en los ’60 y llegó a la cumbre mundial en
los ’70, sus años de oro. En los ‘80 vivió de lo que fue y terminó en la cárcel
por el asesinato de su pareja, Alicia Muñíz. 1995 empezó conmoviendo a los
argentinos con su fallecimiento en un accidente automovilístico en una ruta de
Santa Fe, cuando gozaba de una salida transitoria. Nació la leyenda.
Pero el boxeo argentino tiene otros
nombres relevantes. Palma, el zurdo
Vásquez, locomotora Castro, Coggi,
Sacco, Ballas, Laciar, Narváez, maravilla
Martínez, Maidana y Matthysse son algunos. Antes, Locche, Accavallo, Pascual
Pérez, Firpo, Bonavena. Y más.
Lo interesante es que en el
ambiente casi nadie se quedó atado a la nostalgia, algo que muchas veces se
impone. Por el contrario, la mayoría de los consultados apostó por el presente
y el futuro. Esa apuesta pone en evidencia que el boxeo no está muerto, sino
todo lo contrario.
En tanto, la lista es grandes
boxeadores es enorme. ¿Cómo elegir a uno solo?
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