DOS LÍDERES, UNA CHARLA

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“El fútbol es un juego simple y atractivo, pero también emocional, que tiene mucho para enseñar y aplicar en otros ámbitos, como el empresarial. Hay estudios que determinaron que el 30% de los resultados de una empresa tiene que ver con lo emocional”. La afirmación pertenece al ex futbolista Jorge Valdano. Cincuenta minutos después, en el mismo escenario de La usina del arte, en el barrio de La Boca, Emanuel Ginóbili recordará algunas de sus frustraciones deportivas. Hablará de una decepcionante temporada 2012-2013 con San Antonio Spurs. “No estaba listo para tanta desilusión y acoso mental. Lesionado, sentía que ya no era el mismo de antes y no me había preparado para eso. Tampoco para los cuestionamientos de la gente. Pero me pude recuperar. Adaptarme a mi ‘nuevo yo’”, resumió.
Ambos fueron protagonistas de una charla denominada “Be a team. Motivación, talento y liderazgo”. En el auditorio, mil personas los escuchaban hablar de temas que van más allá del deporte. Aunque, claro, lo deportivo era el punto de partida para aplicar experiencias en otros ámbitos, como los empresariales o los relacionados con el liderazgo de un grupo. Detrás de ellos, se alternaban frases temáticas e imágenes. “Un equipo es un estado de ánimo”, fue la primera en leerse cuando Valdano comenzó su disertación. Alfredo Di Stéfano, Pep Guardiola, Lionel Messi, Diego Maradona, Marcelo Bielsa, Carlos Bilardo y César Luis Menotti fueron algunos de los ejemplos a los que apeló para contar sus vivencias. Credibilidad, respeto, pasión, esperanza, optimismo y creatividad las palabras utilizadas para expandir sus conceptos.
“El poder de la credibilidad es el de la ética. Marcelo Bielsa es el mejor para representar esto”, conceptualizó el ex delantero. “Toda empresa tiene que contar con un conjunto de valores que la diferencie de otras. Y su gente debe tener referencias bien claras para saber de qué debe sentirse orgullosa y de qué, avergonzada. El estilo es el refugio. Si uno no tiene estilo y pierde tres partidos seguidos, no tiene nada. Si uno tiene estilo y pierde, tiene desde dónde refundarse”, alegó luego.
“También hay que ser curiosos. El conocimiento debe renovarse todo el tiempo. La curiosidad salva cuando lleva a uno a averiguar. Hay que preguntar. Menotti o Guardiola se la pasan preguntando. Preguntan tanto que cada día preguntan mejor”, opinó antes de destacar la importancia de ser simples: “Simplicidad no es facilismo. Messi es un ejemplo. Hace las cosas más difíciles de manera sencilla”.
“Tengo una tendencia autodestructiva”, disparó a su turno el basquetbolista, quien agregó que aún continúa viendo videos de malos momentos. “Miro las imágenes de las finales contra Miami Heat, en 2013, y siento la misma impotencia. Fue increíble cómo se nos escapó esa serie. De hecho, pasé dos días sin dormir”, recordó.
Durante su disertación, el bahiense citó a Jorge Luis Borges al decir que “la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”. Esto en el contexto de que a partir de aquel resultado adverso pudieron levantarse y conquistar la NBA en la temporada siguiente, 2013-2014, contra el mismo rival.
“El poder del talento es extraordinario y define al individuo. Para llevar a cabo un proyecto hay que acompañarse de gente eficaz, que no tiene que ver con la simpatía. El talento requiere exigencia. Necesita de otros talentos y de libertad. Maradona hacía milagros y los milagros se hacen mejor descansado que cansado. Por eso, Bilardo no le exigía que corriera tanto como a Burruchaga y a mí”, comparó Valdano al hablar de aquel seleccionado que logró el Mundial en México, en 1986.
Sobre el final, cuando ambos compartieron escenario, Manu habló de su relación con los técnicos de sus equipos en cuanto a líderes de grupo. “Tuve mucha suerte de tener entrenadores que siempre me entendieron y me ayudaron. Claro que también ayudé al no ser confrontativo. Nunca me llevé mal con un entrenador”. Enseguida definió su personalidad como “poco impulsiva”: “No suelo decir cosas en caliente. Antes de hablar, espero un tiempo prudencial. Si sigo pensando lo mismo, recién ahí hablo”.
Luego, llegaron los aplausos. Nadie se fue igual que como llegó.
Por Alejandro Duchini

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