EL ESCÁNDALO DE LA FIFA EN LIBROS

Este año explotó la bomba. La gran noticia deportiva no estuvo en las canchas, sino en los escritorios. Los máximos dirigentes de la FIFA protagonizaron páginas policiales que fueron reflejadas en una serie de libros que repasamos. La nota original fue publicada en La Gaceta, de Tucumán.
Andrew Jennings es un periodista escocés odiado por los máximos dirigentes de la FIFA. Joao Havelange (que en mayo próximo cumplirá 100 años) y Joseph Blatter no lo pueden ni ver. Sus súbditos, tampoco. Viejas denuncias, siempre actualizadas, fueron el punto de partida para la intervención de la justicia de los Estados Unidos, en mayo pasado. Hubo detenidos y más sospechados. El suizo presidente del máximo organismo del fútbol mundial quedó salpicado y su futuro es oscuro como el túnel de una cancha del ascenso. De las sospechas no se salvó nadie. Entre ellos, el ex titular de la AFA, Julio Humberto Grondona. El escándalo no tuvo precedentes. Desde entonces, el destino de esta “multinacional” es una incógnita. Fraudes, sobornos, dinero en cantidades, mujeres seducidas y seductoras con poderosos directivos, partidos arreglados, políticos, mafiosos, empresas. Todo cabe en esta historia que tan bien reflejó Jennings en el libro La caída del imperio, publicado en Argentina por Aguilar.

Otro periodista de prestigiosa trayectoria, Thomas Kistner -alemán-, también mostró sus cartas contra el organismo. A su libro lo tituló, sin ambages, Mafia - FIFA (Roca Editorial). Son casi 500 páginas de información y análisis. La mirada argentina se da en un tercer trabajo, escrito por Alejandro Casar González: se titula Pasó de todo (Planeta) y en la portada se observa una vieja pelota en cuyos gajos asoman, entre otros, Cristina Fernández de Kirchner y el francés Michel Platini, quien en un momento asomó como candidato a suceder a Blatter. Su imagen también ha sido vapuleada.

La caída del imperio y Mafia resultan clásicos en la temática y son complementarios. Jennings suele contar lo mucho que sabe en medios internacionales. Entre ellos, la BBC. También se destacan sus otros libros. A la FIFA ya la había atacado en su hoy clásico Tarjeta Roja (2006), que vendría a ser el hermano mayor del que acaba de publicarse. Sus investigaciones abarcan a otros organismos. Como los policiales. Scotland Yard’s Cocaine Connection sirve de ejemplo. Lo convirtió en papel luego de que la BBC se negara a emitir el documental de su autoría.

En La caída del imperio, Jennings no utiliza eufemismos y califica a los directivos de la FIFA como “ladrones”. Se desquita con palabras y con buena documentación de las veces en que le prohibieron el ingreso a los congresos FIFA. Además cuenta cómo se escabulleron de él, a veces de manera irrisoria, aquellos directivos que no querían contestar sus preguntas.

Su crónica se inicia con una descripción de las agrupaciones mafiosas de Río de Janeiro que le permitieron crecer a Havelange y sus allegados. “Sepp Blatter, lo vio todo y se mantuvo callado, mientras aprendía el estilo de los gángsters”, cuenta. Ejemplifica luego: “Estuve husmeando alrededor de la FIFA en la década de 1990, y a partir del año 2000 comencé a centrarme en Joseph Blatter y Joao Havelange. Pronto me di cuenta de que estaba ante el espíritu oculto de Sicilia, pero trasladado a otro continente”.

Julio Grondona también aparecerá en estas páginas. Su ascenso hasta llegar a responsable de finanzas de la FIFA no pasa de largo. Tampoco su vínculo con la dictadura militar argentina que imperó en los 70 y comienzos de los 80.

En estas páginas hay lugar para todos. También para los impolutos directivos del Comité Olímpico Internacional. Sus similitudes con los dirigentes del fútbol son increíbles. Desde el francés Pierre de Coubertin hasta Juan Antonio Samaranch, ninguno de ellos es el mismo tras leer a Jennings. El lector sabrá si creerle al periodista o a lo que dejó la historia, que siempre la escriben los que ganan. “Huele el dinero”, dice alguien en un imperdible capítulo dedicado a la elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, ya a la vuelta de la esquina.

“La caricaturización del fútbol a través de los medios se ha fortalecido tanto que el conocimiento es un contrapeso insuficiente. Especialmente porque los medios, también los públicos, tratan los temas de fondo cada vez menos”. escribe Kistner en su logrado trabajo. Por momentos, Mafia es una suerte de novela negra en la que hay traiciones y miedos. También contactos políticos y empresarios que crecen al amparo de sobornos. Se cuenta la historia de la FIFA para que el lector sepa de qué se habla. El autor nunca intenta ser un competidor de su colega, Jennings. Al contrario, lo destaca como “el especialista en el tema FIFA” al sostener que “ha publicado toda clase ejemplos sobre cómo los miembros del comité presentan facturas de torneos menores de la FIFA, cuyos gastos (sin justificar) ascienden a cinco dígitos”.

Hay en Mafia un capítulo imperdible titulado Un hombre quiere ascender. Cuenta la historia de Horst Dassler, el hijo del fundador de Adidas, muerto por un cáncer a sus 51 años, en 1987. Lo califica como el inventor del marketing deportivo.

Enseguida da rienda suelta a sus influencias en los más pesados dirigentes del deporte mundial. No puede quedar afuera Blatter, definido por Kistner como “la herencia personal de Dassler”. Cita al suizo: “Desde el principio, Horst Dassler y yo nos sentimos como almas gemelas. Él me enseñó los pequeños detalles de la política en materia deportiva. Para mí fue un gran maestro”. Las historias que se cuentan aquí deberían ser obligado material de lectura para todo aquel que quiera ser periodista deportivo.

Habrá espacio para todas las multinacionales que “acompañaron” al deporte. Las mismas que ahora quieren salvar su imagen alejándose de Blatter. Leer estos libros ahora es entender qué pasa con el fútbol y con las actividades deportivas en general en todo el mundo. Justifica también cualquier desconfianza acerca de lo que prometan dirigentes que anuncien cambios profundos y una limpieza general que incluye un negocio monumental.

“Los expedientes del FBI constan de denuncias de todo tipo”, resume Kistner bajo el título El ocaso de los dioses, en las últimas páginas. Algo no menor en Mafia es la lista de nombres importantes vinculados al tema que su autor publica al final. En ella está Julio Grondona.

Una mirada argentina
Alejandro Casar González cuenta en Pasó de todo quiénes fueron los argentinos involucrados -directa o indirectamente-. Da cuenta de allanamientos y destaca el peso de Grondona, de quien sostiene que si estuviese vivo “la Argentina jamás le hubiera dado la espalda al líder suizo”, en relación al caído en desgracia Blatter. Continúa: “Si el veterano caudillo de Sarandí talló tan alto en la FIFA (llegó a ser vicepresidente de Finanzas) fue por su muñeca política. Además de manejar la economía, Grondona era ministro de relaciones exteriores del presidente suizo. El hombre que negociaba con Asia y África, los dos continentes a los que Blatter destinaba millones a cambio de votos. Al continente africano, además, Blatter le dio el primer mundial: el de Sudáfrica, en 2010. Grondona le aseguraba, por las suyas, los votos de la Conmebol, la Confederación Sudamericana de Fútbol. En ese mapa, Blatter no podía perder nunca”.

Tras este repaso, el trabajo de Casar González apunta a un muestreo del fútbol argentino actual, haciendo hincapié en el programa Fútbol para todos implementado por el gobierno kirchnerista.

El escándalo FIFA lejos está de terminarse. Se sabe que a un negocio tan importante no se le baja la persiana de un momento a otro. Ahora que se anuncian cambios de nombres pero no hay garantías de pureza, está bueno que aparezcan los libros para invitar a la reflexión en medio de una vorágine noticiosa que parece estar lejos de calmarse.
 

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