LA HISTORIA DE LA ÚNICA FINAL OFICIAL QUE JUGARON BOCA Y RIVER

El 22 de diciembre de 1976 los emblemáticos Boca de Lorenzo y River de Labruna definieron en cancha de Racing el torneo Nacional. Suñé fue el héroe de esa noche que tendrá continuidad este miércoles, cuando jueguen en Mendoza por la Supercopa. La nota original se publicó en El Intransigente.

“Releyendo la composición de aquel Boca, observo que la figura más esplendente fue, quizás, Hugo Orlando Gatti. El resto era un plantel de muy buenos jugadores, muy comprometidos con el esfuerzo, de mucho combate, pero que difícilmente pudieran ser incluidos en el ‘seleccionado ideal argentino de todos los tiempos’, por ejemplo. Configuraban, eso sí, un Boca clásico, prototípico, de los que han forjado la imagen épica de la ‘garra boquense’. Conjuntos duros, luchadores, que podían ganar jugando o metiendo, tal vez más metiendo que jugando, y defensores que no mezquinaban rigor cuando era necesario. Era, también, un equipo trabajado tácticamente por un Técnico exultante, verborrágico, que llegaba con seductoras novedades europeas y un discurso atractivo. Una suerte de Alberto Sordi futbolero que se había hecho cargo del equipo más popular de la Argentina. Atrás, con Mouzo, Gutiérrez, el mismo Tarantini, el Ruso Ribolzi y el Chapa Suñé, Boca se aseguraba un alto índice de rapidez, concentración y dientes apretados, así como también de eficacia y venas hinchadas en el cuello. Era uno de aquellos equipos que son más sólidos que brillantes, que han marcado el perfil boquense y que, llegado el caso, dejan el brillo para los de River, sin pudor alguno, casi con orgullo”. Roberto Fontanarrosa publicó este texto en su libro “No te vayas, campeón - Equipos memorables del fútbol argentino” (Sudamericana). Es en referencia al Boca que en 1976 ganó el Metropolitano y el Nacional, en el 77 la Libertadores y en el 78 de nuevo la Libertadores y, además, la Intercontinental. Es un Boca de los más históricos. Que el 22 de diciembre del 76 se impuso ante River 1 a 0 (gol de Suñé, de tiro libre) en la única final oficial entre ambos. La de este miércoles, por la todavía inexpresiva Supercopa que enfrenta al campeón de la Copa Argentina (River) con el del torneo local (Boca), será la segunda.

El River de Labruna no era menos. Bicampeón en el 75 y campeón del Metro del 77. Y finalista del Nacional. En el arco tenía a Fillol, el Pato que un semestre después sería la figura del seleccionado campeón del mundo bajo la dirección de Menotti. Además estaban Perfumo, Passarella, J. J. López, Merlo y Luque. Poco antes se había ido Alonso al Olympique de Marsella tras pelearse con el presidente del club, Rafael Aragón Cabrera. A ese River Fontanarrosa lo recuerda así: “Se dice que Ángel Labruna, ‘El feo’, no era un gran estratega, que la táctica no era, precisamente, su fuerte. Pero sabía elegir a sus jugadores, tal vez porque jugó siempre rodeado de fenómenos y distinguía con claridad entre los virtuosos y los negados. Era timbero, además, Angelito. Acostumbrado a jugársela, por lo tanto, y con poca vocación para irse al mazo. Dejó otro aporte que, para la cultura futbolística, puede valer tanto como sus goles o los campeonatos que obtuvo como técnico: la tan repetida frase: ‘La única verdad está sobre el verde césped’. (...) Resulta difícil imaginar, por cierto, a Ángel Labruna hablando de esa forma altamente poética, diciendo ‘verde césped’ en lugar de ‘césped verde’, en un estilo casi atribuible a Walt Whitman. Pero, en definitiva, la frase no es más que la traslación de otro aserto: ‘En la cancha se ven los pingos’. Y de pingos, Labruna sabía largo rato”.

Aquel superclásico de hace cuarenta y un años fue tan importante que el periodista Diego Estévez dedicó un libro entero al antes, durante y después de los 90 minutos. Se titula “La final” (Aguilar) y en sus páginas se lee que a la cancha de Racing fueron 90 mil personas, una cifra aún inalcanzable. Oficialmente, se informaron 70 mil. “Dentro del estadio, el espectáculo emociona. Los de Boca, en la bandeja superior, llenan las populares con avidez y no dejan de saltar. Los de River, en la inferior, responden a puro grito, y cientos invaden la platea lateral más cara. Los lugares libres van desapareciendo, la gente comienza a ponerse de pie y los pasillos de las plateas se vuelven peligrosamente intransitables”, recuerda Estévez. Y agrega: “Ya son casi las ocho de la noche. Falta una hora y, afuera, las colas serpenteantes dejaron paso a una marea humana que pugna por ingresar. Adentro, el clima impacta: el cemento vibra tanto que algunos pedazos de revoque de la bandeja superior caen peligrosamente en la inferior, donde las discusiones por la propiedad de una platea se dirimen a gritos y, en algunos casos, a trompada limpia”.

En aquel torneo Nacional en el que debutó en Primera Diego Maradona (el 20 de octubre, en La Paternal, Talleres le ganó 2 a 1 a Argentinos) participaron 34 equipos. Boca ganó la Zona A, en la que estaban Quilmes, Independiente, Atlético Tucumán, Gimnasia y Esgrima Jujuy, Gimnasia y Esgrima La Plata, Chacarita y Temperley. River se impuso en la B, sobre Banfield, Estudiantes, Racing, Atlanta, Atlético Ledesma, San Martín de Tucumán y San Telmo. Para llegar a la final, Boca eliminó a Banfield y a Huracán. River a Quilmes y Talleres de Córdoba.

Rubén Suñé anotó el gol del partido a los 27 minutos del segundo tiempo. Fue de tiro libre tras una falta de Passarella a Ribolzi. Iba a patearlo Veglio pero Suñé se anticipó y sacó un derechazo mientras los de River armaban su barrera. Avivada por un lado, distracción por el otro. Fillol atinó una leve reacción. Nadie lo podía creer. 1 a 0. “Si no me para el alambre me subía hasta donde estaba la hinchada. Fíjese qué alegría. Me quería abrazar con cada uno de los hinchas”, me contó Suñé cuando se cumplieron 40 años de aquel encuentro. También me habló de la importancia de la fe y destacó la confianza que se tenía aquel plantel boquense. Pero, sobre todo, negó que ese Boca fuese sólo un equipo aguerrido; destacó, por el contrario, el buen nivel de juego grupal: “Cuando había que meter, se metía. Cuando había que jugar, se jugaba. Hay algunos que se ponen mal cuando se les dice eso, pero ese Boca le hubiese hecho partido al Barcelona en su mejor momento”, dijo.

Según las crónicas de época, River fue superior en líneas generales. Aunque tanto Gatti como Fillol hicieron atajadas espectaculares. Al día siguiente, Clarín tituló en tapa “Boca Bicampeón”, con una foto del equipo en pleno festejo. Crónica fue con un “¡Boca! Otra vez campeón”. Lejos de emociones y cerca de formalismos, La Nación se despachó con un “Lucha discreta y un justo vencedor”. El Gráfico en su edición del 28 de diciembre también puso a Boca: Suñé abrazado por compañeros. “Boca campeón”, se lee. En la misma fecha, la competencia, Goles, apeló a la imagen del presidente Alberto Armando abrazado a Gatti: “Boca Bicampeón”, titula. 

El héroe de aquella noche, Rubén Suñé, se fue de Boca en 1980, cuando Silvio Marzolini asumió como técnico e hizo una renovación de jugadores. A Suñé le ofrecieron ser ayudante de campo pero prefirió jugar en San Lorenzo. Paradoja del destino, en 1981 Boca era campeón con Maradona, Brindisi y Marzolini y Suñé descendía con San Lorenzo. Después se dedicó a la dirección técnica. El 22 de junio de 1984, deprimido, se tiró del séptimo piso de su departamento del barrio de Pompeya. Tenía 37 años. Tuvo varias quebraduras y se pensaba que no volvería a caminar. Pero se repuso y un año después ingresó a la Bombonera junto con su hijo Diego. Fue antes de un Boca-Unión. La hinchada lo ovacionó. Después trabajó en las inferiores del club. Desde fines de 2016 tiene una estatua en la Bombonera. El apellido Suñé ya es sinónimo de un Boca inolvidable.

LA MIRADA DESDE MENDOZA
La final de la Supercopa de este miércoles entre Boca y River se vive con una enorme expectativa. Fabián Galdi, editor jefe de Deportes del diario mendocino Los Andes, me dice respecto del partido: “Mendoza es una provincia acostumbrada a grandes acontecimientos. Hace poco se realizó la Fiesta Nacional de la Vendimia, que convocó a unas 200, 250 mil personas. Y para este Boca-River hay una tremenda expectativa. Las populares se agotaron enseguida y las plateas, a pesar de sus precios exorbitantes, también. Históricamente se dijo que Mendoza es de River. Pero desde fines de los 90 o principios de 2000, cuando se producían los logros del Boca de Bianchi, la cosa se equiparó. Es más, hay quienes dicen que la tendencia cambió. Y cuando se ve cómo se mueven las peñas, parece que la xeneize es la de más convocatoria”.

Sobre el partido, Galdi analiza: “Boca viene con la chapa de candidato. Pero River está obligado a dar una señal. Lo que pasa es que en las finales se disuelve la previa. No comparo las finales, porque la del 76 fue infinitamente más importante que ésta, pero a efectos de lo que significa una final es la primera después de aquel Nacional. En aquel entonces River venía de ser bicampeón”. Galdi refiere además a la desaparición de las imágenes de tv del gol de Suñé: “La historia negra dice que ese gol no está en tv porque (el ex almirante) Lacoste, que era de River, mandó a capturar las imágenes”. Ni siquiera en la web se puede ver ese gol.

Para este miércoles, me anuncia Galdi, “se espera gente de todos lados. Inclusive de Chile. Por el nivel de acreditaciones habrá también mucha prensa extranjera”. Y en lo personal, apuesta a la prudencia al momento del favoritismo: “Lo veo un poco mejor perfilado a Boca. Pero River aparece con el ansia de venganza, como un guerrero herido. Estos partidos se juegan por el honor. En ese sentido creo que para River, y para Gallardo, cerrar un ciclo exitoso con un triunfo sobre Boca en Mendoza quizás sería tocar el cielo con las manos”.

SÍNTESIS
Boca 1 - River 0
Fecha: 22 de diciembre de 1976. 
Cancha: Racing.
River: Fillol; Comelles, Perfumo, Passarella, Héctor López; J. J. López, Merlo, Beltrán (Cocco); Pedro González, Luque y Más.
Boca: Gatti; Pernía, Sá, Mouzo, Tarantini; Ribolzi, Suñe, Veglio; Mastrángelo, Taverna y Felman (Zanabria).
Gol: ST, 27m. Suñé.
Árbitro: Arturo Ithurralde.

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