EL BOXEADOR Y EL POETA
A mediados de los años 30, el boxeador Alfonso Teófilo Brown, Al Brown, volvía a tocar fondo. Tenía 30 años largos y era considerado uno de los mejores peso gallo. Había recorrido el mundo peleando. Campeón, su derecha era temible. Una anécdota lo pinta: en 1929 le partió la mandíbula a Gustav Humery, que cayó al suelo del golpe. No se levantó y la pelea terminó a los 15 segundos. Uno de los nocauts más rápidos registrados. Había nacido en Panamá el 5 de julio de 1902. Familia pobre. El boxeo fue su salida hacia una vida mejor. No le fue mal. Combatió en su país, en los Estados Unidos y en Europa. Quedó obnubilado con París, una ciudad que parecía hecha a su medida. Boxeaba y actuaba en los cabarets, donde bailaba trap. Le encantaba la noche. Tenía una millonaria colección de automóviles y vestimentas para todos los gustos. Pero odiaba el gimnasio y encima tenía un promotor que lo explotaba. Lo hacía pelear una vez por semana y le robaba dinero. A ese ritmo le era imposible recuperars