Independiente: ¿Da para ilusionarse?


No sólo el triunfo por 3 a 0 ante Peñarol, sino la forma en que jugó Independiente en el segundo tiempo del partido por la Libertadores, permiten ilusionarse. En ese tramo, fue un equipazo, digno representante de aquellos tiempos de lujos, gambetas, goles y victorias. Claro que no es lo mismo. No se puede juzgar a un equipo por 45 minutos, pero esta vez hay crédito para la ilusión.

En realidad, muchas fueron las veces en los últimos años en que el hincha rojo volvió a ilusionarse con regresar a los tiempos de títulos. Y siempre se cayó en la decepción. Pero esta vez hay indicios de que el sueño tiene sustento. Tal vez sea por haber ganado la Sudamericana. No es gran cosa, pero antes, ni eso.
Es cierto también que ni Independiente ni Peñarol están a la altura de la historia grande que construyeron hasta los años 80, cuando eran los capos de la Libertadores. En los 90 otros fueron los equipos que ocuparon sus lugares y cualquier sudamericano quedó a la altura de las potencias argentinas, brasileñas o uruguayas. Pero en la actualidad, Sudamérica no tienen ningún cuco. Si tomamos en cuenta que Liga Universitaria es candidato en cuanta competencia juega o que Godoy Cruz puede -¿por qué no?- ganar la Copa, queda claro que la cosa anda pareja.
Vuelvo al segundo tiempo. Hace mucho, muchísimo, que un equipo rojo no generaba un “ole ole” durante uno o dos minutos por parte de cada hincha, que después aplaudió a rabiar. Lo bueno es que no se trató de hacer toques para ganar tiempo o sobrar al rival, sino que sirvió para armar jugadas, marear al rival. No se puede comparar a este independiente con aquel que tenía en el medio a Giusti, Marangoni y Bochini. Obvio. Pero en el arquero, Hilario Navarro no tiene nada que envidiarle a Goyén ni a nadie. Tuzzio no es Trossero, pero ¡cómo juega! Aquel campeón de todo de los 80 fue tan inolvidable como tal vez inmejorable. Pero, como decía antes, el crédito está abierto cuando se ve que hay garra y ganas y que el Turco Mohamed la tiene clara y no se la va de chantún.
Parra, Pellerano y Silvera hicieron los goles, pero fueron apenas quienes concretaron lo que generó todo un equipo. Patito Rodríguez, que nunca –me parece- va a llegar a ser Pato, jugó un gran partido. Va a tener 30 años y seguirá siendo el Patito. Más allá de eso, fue fundamental. Supongo que si jugara en River o Boca ya se estaría hablando de que lo quieren el Barcelona o el Real. Pero por suerte juega en Independiente. Y alguna vez va a terminar de despegar. Seguro.
Ahora se viene River y la pelea entre los dos no es por el campeonato sino por el descenso. Cosa increíble, pero bueno, es así. Se le puede ganar. Si el Rojo logra jugar aunque sea un ratito como en el segundo tiempo ante Peñarol, las chances van a crecer. Ya es momento de dejar a los fantasmas de lado y empezar a creer. No hay cucos. No existen. 

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