Messi: cómo ser grande de joven
Es el mejor del mundo. Lo demuestra en Barcelona, pero no pasa lo mismo en la Selección. El autor de una biografía sobre él, el italiano Luca Caioli explica por qué no es el mismo en ambos lados.
El 25 de octubre de 1987 la barra brava de Boca insultó a Hugo Orlando Gatti, ícono del arco boquense y uno de los máximos ídolos de la historia del club. “Hijo de puta”, le cantaba La Doce. La excusa fue un error que posibilitó un gol de Newell’s. Esa tarde el equipo perdió 5 a 1 y, triste, Gatti pidió el cambio en el vestuario. Pero la bronca venía de antes. “El Loco” apoyaba a la UCR; la hinchada de Boca siempre había sido peronista. Los insultos tenían más que ver con la política que con el deporte.
Exponente no sólo deportivo sino también de la cultura argentina en general, e imagen del país en el exterior, Diego Maradona tampoco pudo gambetear los malos momentos. Hace poco, en la misma Bombonera, cuando la barra apoyó a Juan Román Riquelme, sintió el rigor. La pasión a veces empaña los recuerdos. Diego se terminó de consagrar en el Mundial de México, en 1986. Cuando el plantel dirigido por Carlos Bilardo se fue de nuestros pagos a disputar el torneo, lo hizo bajo una implícita amenaza pública. El mismo técnico dijo alguna vez que si no eran campeones no regresaba. La soberbia actuación maradoniana salvó a todos y posibilitó que el entonces jugador del Nápoli se metiera a los argentinos en el bolsillo.
Nadie sale indemne en el deporte, todos tienen su mancha. Si lo sabrá Lionel Messi, considerado –y galardonado- como el mejor jugador del mundo. En Europa no le escatiman elogios. En Argentina lo quieren querer, pero no lo quieren. Pudo haber jugado para la selección española. Pero lo hace para la nuestra. En la Copa América la pasó mal por los insultos. Se reivindicó el lunes, ante Costa Rica, pero su destino está sellado: padece la condena de tener que rendir examen en cada partido con la albiceleste. Sobre Messi se hicieron y se hacen cientos de teorías, pero ninguna es la definitiva. “En Barcelona juega tranquilo”, “allá lo quieren”, “no siente a la Argentina porque se fue de chico”, “ya va a mejorar”, suele decirse según hable su defensor o su detractor.
“Desde siempre es criticado. Son años de críticas. En el Mundial de 2006, en el Mundial de 2010. Antes que todo creo que es un jugador que se fue a Barcelona a los 13 años y la hinchada argentina no lo reconoce por no haber pasado por equipos de primera en su país. Siempre ha sido visto como un extranjero. En la clasificación al Mundial de 2010 se lo criticó por qué no festejaba goles y hasta se lo hizo parecer casi un apátrida. Pero él nunca ha negado su argentinidad”, me dice desde Madrid el periodista italiano Luca Caioli, autor de la detallada biografía Messi, el niño que no podía crecer (Editorial Planeta), publicada en 2008. La temporada de ese año La Pulga la terminó con 10 goles en la Liga española, 6 en la de Campeones y el número 10 en la espalda, sucediendo nada menos que a Ronaldinho. Además, en un amistoso disputado el 26 de julio ante el Dundee United de Escocia, Pep Guardiola le puso la cinta de capitán. En adelante, todo fue en ascenso. Pero con el Barcelona. Con la Selección, seguía la deuda.
Un informe difundido esta semana por Socialmetrix sobre las repercusiones de la Copa América en la web da como resultado que Messi es la gran estrella del torneo. “En el período comprendido entre el 1 y el 12 de julio, mediante la herramienta Socialmetrix Echo, se registraron todo tipo de menciones en Latinoamérica sobre los principales protagonistas de la máxima competencia continental a nivel selecciones. Desde el inicio de la Copa, entre las estrellas es Lionel Messi quien se lleva casi toda la atención, con un 82,3% del total de menciones, seguido de Falcao García, de Colombia (7,9%): Alexis Sánchez, de Chile (4,9%); Diego Forlán, de Uruguay (3,7%); y Neymar, de Brasil (1,2%)”, se lee. Y continúa: “Los resultados del informe ponen también en evidencia que dentro del plantel argentino, en las redes sociales se habla casi 6 veces más de Messi (85,2%) que de Carlos Tevez (14,8%), posicionándose como el más popular entre los nacionales”.
Los medios españoles, donde La Pulga parece ser más profeta que en Argentina, hablan más de él que de la Copa América en sí. Se ve en los títulos de las notas de los últimos días.
En nuestro país, en tanto, se le reclama carisma. Y se lo compara con Maradona a pesar de que otros sean los tiempos. A pesar, también, de las diferencias que hay entre ambos, tanto adentro como afuera de la cancha. “Este es el contexto. Los argentinos lo ven como número uno haciendo jugadas excepcionales en Europa y pretenden que haga lo mismo con la Selección. Le han cargado siempre ‘el muertto’ de que era el nuevo Maradona y todos esperan que reaccione y que sea el mismo personaje que Maradona. Pero él no es un líder en el campo, ni un rebelde ni un contenedor de la gente, como Maradona. Sólo habla con la pelota”, comenta Caioli el día después del 3 a 0 ante Costa Rica, en Córdoba, donde Messi se llevó por primera vez en el torneo una ovación de la gente.
“Esto va a cambiar. Ahora empiezan a reconocerlo. Le falta ganar algo importante. Porque jugó bien, pero para tener esto tiene que tener un equipo armado, que pueda jugar con él y por él”, se esperanza Caioli; y agrega: “Guardiola le dio cariño, porque es un chiquillo para algunas cosas y necesita cariño y apoyo de la gente y un equipo que funcione. Alguien tiene que hacerle llegar la bola a este señor. No puede hacer de todo, enganche. Ser Maradona siendo Messi es una presión desde siempre. Cuando marcó el gol al Getafe, el gol con la mano al Espanyol, etcétera, siempre se lo comparó con Maradona. Seguramente que hay cosas en común, pero Maradona no ganaba solo”.
Caioli, periodista nacido en Milan en 1958 y fanático del equipo del mismo nombre, define: “En lo personal no tienen nada que ver uno con el otro. Uno es listo, calladito, y el otro un auténtico rebelde, que no se callaba nunca. Hay diferencias abismales entre los dos. Maradona, cuando gana el Mundial de México, tenía 26 años. Messi es chico todavía”.
Esta noche, ante Uruguay, el partido será para seguir o para irse del torneo. Messi puede volver a ser el blanco de las críticas si el equipo pierde o su rendimiento no es el mismo que en el Barcelona. Pero se sabe que entre el conjunto de Guardiola y el de Batista hay una diferencia abismal. Uno juega de memoria, es bueno y gana; el otro es una sombra que no sale de promesas. Los dos tienen en Messi a su referente. “Es una maravilla verlo jugar. Como contra Costa Rica. O como en la final de la Champions, con este Barcelona maravilloso. Es otra diferencia con Argentina. En Barcelona todos juegan juntos desde hace diez años, como mínimo. Y en la Selección, no. Me parece un jugador fantástico. El mejor de este momento. Puede hacer la diferencia en cualquier momento, deslumbrar y despertar la admiración del público”, se esperanza Caioli.
En la página 218 del libro, que se cierra con una entrevista, Messi –el mismo que se confiesa fana de Ricardo Darín- le dice a Caioli: “Cuando ganás estás contento, cuando perdés estás siempre mal y pasás el tiempo pensando dónde y cómo has fallado. A mí nunca me gustó perder, desde bien chiquito”.
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