Carolina Sánchez, la Ginóbili del básquet femenino
Es mendocina, tiene 35 años y es el emblema de este deporte a nivel nacional. En una entrevista con Nueva habla del retiro, de una vida dedicada al deporte y de los sueños que quedan por cumplir después de haber encestado tantas veces la pelota.
La chica de 35 años tiene, por unos minutos, 20. Deja de ser
la que sus compañeras respetan y escuchan con interés, ávidas de un consejo.
Ahora, a éstos 20, la chica de 35 se emociona, y llora: se deja llevar por los
recuerdos y entonces piensa en Juan Carlos, su papá, el hombre que le dio amor
y sabiduría; el hombre que la animó a ir por sus sueños. Fue quien le dijo que
viaje a Italia cuando tenía nada más que 14. Entonces vivía en Mendoza y le
ofrecieron incorporarse al básquet europeo. Ella quería, pero no se decidía. A
sus 20, ya consagrada tanto en la Argentina como en aquel lado del mundo, le
llegó la noticia más triste. No pudo regresar a tiempo para despedirse de él,
para remarcarle en esas últimas palabras lo que le había dicho siempre de otras
maneras: que lo quería tanto. Hubiese querido decirle cuánta importancia tuvo
él no sólo en sus logros deportivos sino en su crecimiento humano. Pasaron
quince años y aún lo llora. Cuando habla de él, como sucede en esta entrevista,
se quiebra y ensaya una sonrisa que no termina de dibujarse porque las
lágrimas…
Carolina Sánchez es el máximo referente del básquet
femenino. Debutó en su Mendoza natal pero creció en Europa (la tuvieron equipos
de Italia, España y Portugal) y también jugó en el país. Este invierno acaba de
consagrarse campeona de la Liga Nacional jugando para Vélez. También se calzó
en la liga Metropolitana la camiseta de Berazategui. La Selección nacional no
sería la misma sin ella. En el CENARD, donde se concentró para disputar el
Preolímpico, sus compañeras la miran con un respeto inocultable. Estar en los
Juegos Olímpicos de Londres 2012 es su sueño. Tal vez el último en términos
deportivos. Cualquier deportista sabe que si llega a los 35 en óptimas
condiciones físicas, el reloj se encargará de todos modos de hacer sonar la
alarma del retiro. En eso anda ahora. Pero quiere un poco más. Un poquito más.
-Se nota que te respetan. ¡Cómo te miran tus compañeras!
-Y, porque tengo 35 años (1/5/76). Seré muy experta, todo lo
que quieras, pero mi edad hace que mis compañeras me carguen todo el tiempo.
-¿Cuándo se empieza a pensar en el retiro?
-Cuando una se pone a pensar en todo lo que hizo, o lo que
me dio el básquet, se da cuenta de que llega un momento en el que hay que
largar, que la cosa no va más. Mi experiencia, mucha fuera del país, que me
abrió la cabeza, me sirve para ayudar al básquet argentino ahora. El tema es
desde dónde. Creo que todavía puedo hacerlo desde adentro de una cancha, pero
soy consciente de que el tiempo se acorta.
-¿Qué es ayudar al básquet desde adentro?
-Veía que cada vez bajaba más el nivel deportivo. De hecho,
estamos muy lejos del masculino, porque somos abandonadas en muchas cosas. Yo
trato de aportar lo mejor de mi juego. En ese marco, también me siento ayudada
por mis compañeras, quienes me valoran. Esa ayuda mutua que nos damos entre
nosotras, me hace sentir que esto tiene que mejorar. Yo siempre voy a estar.
-Decías que no sabés desde dónde aportarías cuando te
retires como jugadora. ¿Pero qué te gustaría?
-Tal vez siga sólo como jugadora de la Selección por un
tiempo. O desde el cuerpo técnico. No descarto convertirme en dirigente, tanto
a nivel nacional como provincial. Podría hacer algo en Mendoza, mi provincia.
Por ahora, es eso: incertidumbre. Pero tengo claro que de todo lo que me dio el
básquet, espero brindar mi experiencia al deporte y a los demás.
-¿Cómo se viven los tiempos previos a un retiro?
-Sé que me tengo que retirar, entonces juego más tranquila,
no me pongo presiones, me divierto tanto que las cosas me salen mejor. Mis
compañeras notan eso. Cuando el físico me diga que no va más, bueno, entonces
sí daré un paso al costado. Aunque hoy hay compañeras de 38 años. El tema es
que a esa edad acá ya sos vieja, pero depende de cómo lo lleves. Se que es duro
tomar la decisión y decir no juego más, pero una es consciente de que esto
tiene un tiempo y hay que dejar el lugar para las chicas que vienen.
-Consagrada en Europa y referente en tu país, parece que tu
carrera fue todo color de rosa. ¿Es así?
-No siempre todo ha sido bueno. La verdad es que eso de irme
tan chica hizo que las cosas sean muy duras. A los 14 años me fui a jugar a
Italia, y los inicios no fueron todo lo bueno que una desea. Pasé momento
malos, como cuando en algunos clubes las cosas no iban bien. Pasé problemas de
documentación que me obligaron a estar parada, por ejemplo. Pero el básquet me
hizo crecer, madurar, abrirme a la gente. De todos modos, los malos momentos se
borraron rápidamente. Siempre quedaron los buenos.
-¿Qué creés que hubiese pasado si no eras jugadora de
básquet?
-Podía haber sido cualquier cosa, pero siempre tuve en claro
que quería jugar al básquet. Estuve bien de la cabeza desde chica, y eso me
ayudó en mi carrera. El balance que hago es que el deporte, con la gente que me
rodeó, me hizo crecer mucho y poner los pies sobre la tierra respecto de dónde
quería estar.
-¿Qué significa ser espejo para las nuevas camadas de
jugadoras?
-Es una gran alegría. Sobre todo cuando me dicen “queremos
ser como vos”. La convivencia siempre fue algo vital. Pero también tuve buenos
referentes a lo largo de tantos años de carrera.
-No habrían faltado aquellos que se acercaron por
conveniencia.
-Claro. También encontrás gente muy mala alrededor. Pero con
todo vas aprendiendo: en quién confiar, con quién estar. Gracias a Dios mis
compañeras siempre me ayudaron a tomar un buen camino. De hecho, sigo teniendo
gente muy querida en el exterior, en diferentes clubes, en el país. Eso es lo
que más contenta me pone.
-A pesar de los años que jugaste en Europa, mantenés la
tonada mendocina.
-Ja. Cuando llego a diferentes países, como España, debo cambiar
la tonada, aunque sí, sigo con la tonadita mendocina. En Italia, directamente
hay que cambiar el idioma. Mi familia me carga cuando vuelvo de Europa, porque
vengo como acostumbrada a la forma de hablar de ella. Te quiero decir algo: es
muy lindo lo que siento cuando viajo a Europa y escucho gente hablar con tonada
tan característica del argentino.
La infancia: ese mundo
-¿Cómo se fueron dando las cosas para que te hagas jugadora
de básquet?
-Vivía con mi familia, en Mendoza: mis dos hermanos (uno mayor
y otro más chico) y mis padres. Estudiaba y jugaba al básquet. Me gustaba este
deporte. Me metí a full a entrenar. Hubo quienes me dijeron que tenía futuro.
Me di cuenta de que era así. En el fondo sentía que era así.
-¿Me contás de algún recuerdo que te quede de aquellos
primeros años?
-Hay uno que me marcó: tenía 12 años y medía 1.75 metros.
Jugaba al básquet ya y me citaron para jugar una final de Primera División, en
Mendoza. ¡Así fue mi debut! No sentía ninguna presión, porque sabía que eso lo
tenían las más grandes. Hice 15 puntos y salimos campeonas. Después vino la
etapa europea: dos años más tarde empezaron a reclutar jugadoras para probarse
en Italia y había que viajar y ver si una quedaba.
-¿Cómo viviste el hecho de alejarte de tu país y tu gente?
-Nunca tuve problemas en separarme de mi familia, porque ya
de chiquita viajaba a otras provincias. Viajaba, me desprendía de ellos sin
problemas; me desligaba completamente. Y cuando salió la propuesta de irme tan
lejos, mi papá, a quien sus padres le cortaron la carrera de jugador de fútbol
cuando podía irse a san Lorenzo, me dijo que él no me podía hacer lo mismo. Así
que decidí ir a probar. Sabía que era lo que quería. Si extrañaba, me volvía.
Al menos intentaba saber cómo se vivía ahí. Y ví que la gente tenía su auto,
sus cosas, cierto nivel de vida. Pero no era sólo por lo material, sino por
saber que si una tenía constancia, entrenaba, se esforzaba, podía adquirir una
buena calidad de vida en otros aspectos. Después viajó mi familia para ver dónde
iba a estar alojada, con quiénes. Estuve estudiando, que fue lo que más se me
complicó. Siempre hubo tutores que me acompañaban.
El regreso
-Hay una parte de tu carrera que queda marca por la vuelta
al país. ¿Fue el momento más duro?
-Después de cinco años de jugar en Italia, me avisan que mi
papá, que estaba grave por un problema de salud, se encontraba peor; me dicen
que vuelva para verlo, sin decirme que había fallecido. Y cuando llego me
entero de que falleció. Eso fue lo más duro. Por no estar. Tenía 20 años. En
esos momentos me culpé de no haberlo acompañado. Pero siempre mi familia me
decía que él quería que yo esté afuera, que viviera del básquet. Siempre se lo
dejó claro a mi familia. Fue algo tan rápido que nadie lo esperaba. Eso
significó el golpe más duro de mi vida. Así, tan de repente, duele mucho.
-Entonces te quedaste.
-Sí. Decidí quedarme un tiempo con mi familia, jugando en
Murialdo, en Mendoza. También integré la Selección y venía a jugar a Buenos
Aires. El técnico era Eduardo Pintos, quien me había citado. Y a pesar de todo
el dolor que vivía y sentía por esos tiempos, arranqué una buena etapa con el
equipo nacional. Debuto en un Sudamericano, juego en Vélez y me quedo tres años
en Buenos Aires, hasta el 99. Me acuerdo de que había muchas chicas del
interior, con quienes hice amistad. También clasificamos al primer Mundial con
la Selección. Pero surgió un problema de documentación y me perdí ese Mundial.
La Federación no me ayudaba y como no podía estar en el equipo nacional decidí
volverme a Italia, a empezar de nuevo. Y ahí fui campeona y viajé a España,
donde seguí mi carrera. Recién hace poquito decidí volver a Argentina para
jugar en Vélez por la Liga Nacional y en Berazategui por el Metropolitano. Fui
campeona con Vélez y eso me hizo sentir muy bien.
-¿Y ahora?
-¿Y ahora? Después del Preolímpico con el seleccionado, en
Colombia, y me voy de nuevo a jugar a España (en el Ibaizabal).
-O sea, que hay Carolina Sánchez por un tiempo más.
-Al menos hasta mayo del año que viene, cuando decida qué
sigo haciendo: si me quedo en Europa, si me instalo en Argentina. El retiro
llegará en 2012, casi seguro. Pero todo depende de estar en los Juegos
Olímpicos, que son mi sueño. Mi idea es dejar paso a las chicas que vienen
desde abajo y que se forme un equipo joven, de recambio. De ahí veremos cuál
será mi aporte.
-Pusiste mucho en tu carrera deportiva. ¿Y qué hay de tu
vida fuera de las canchas?
-Sé que vienen los tiempos de formar una familia, de tener
una relación estable en un lugar estable, porque me la pasé viajando y al final
nunca estuve en ningún lado.
-En la cuenta regresiva, ¿qué sueños tenés?
-Uno es el que estoy cumpliendo ahora: llegar a este momento
y estar de la forma en que estoy, retirarme bien, sin lesiones. Eso se lo
agradezco a Dios. Otros sueños ya los cumplí, como jugar en Europa y en la
Selección. Ahora viene el de la familia.
-Es común que pidamos y tengamos sueños. Pero, ¿qué cosas
agradecés?
-El básquet, por todo lo que me dio. Agradezco a la vida
porque tuve y aproveché la posibilidad de disfrutar y vivir del deporte. Y
porque me permitió ser jugadora de básquet, una actividad que me dio de todo.
Hasta la alegría de haber encontrado tanta gente linda a mí alrededor. Por todo
esto, sólo puedo tener agradecimiento.
Alejandro Duchini
Su padre; ese hombre
Cuando Carolina habla del ex futbolista Juan Carlos Sánchez,
no puede evitar las lágrimas. Le pasó durante la entrevista, cuando lo recordó:
“Si no fuera por él… ”, alcanzó a decir para enseguida quebrarse y llorar como
sólo se puede llorar a alguien que ha sido tan decisivo en la vida de uno. “Es
que cada vez que hablo de mi viejo se me hace algo muy fuerte. Si no era por él
no estaría donde estoy ahora”, completó en una charla posterior.
“Desde chica me empujó, porque creía en mí y en que este
deporte sería mi vida. Y así fue: por la educación y el apoyo incondicional de
mis padres soy la persona que soy”, dijo.
La generación dorada, según una chica brillante
Desde la vereda femenina, Carolina Sánchez destacó el aporte
histórico que hizo la llamada Generación Dorada (Ginóbili, Scola, etc.) al
básquet argentino. “No creo que volvamos a ver a un equipo así. Ojalá me
equivoque, pero estos chicos son de otro planeta”, opinó. Y agregó: “Estos
chicos nos han dado mucho y todos hemos aprendido de ellos, sobre todo por la
unión que tienen y la garra que ponen en lo que hacen”.
“Me hubiera gustado que el básquet femenino tenga un poquito
del apoyo que reciben ellos, pero eso no pasó. Las chicas estamos muy solas en
ese sentido”, contó.
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