"Deseo que la literatura sirva para algo"
José María Brindisi se despachó con una gran novela: Placebo.
Cuenta cómo va muriendo su mejor amigo y de qué manera eso le influye. En una
entrevista cuenta cómo se gestó la idea.
La última novela de José María Brindisi (Entropía) se llama
Placebo, está escrita sin puntos aparte y le sobra densidad: la historia
siempre es gris, triste, con un final cantado: nada puede salir bien. Pero en
el relato, lo que importa es el camino. El protagonista, Becerra, tiene todo lo
que la gente de clase media quiere: un buen auto, una esposa, una casa,
posibilidades de vacacionar. Y una amante. Nada de esto le cierra. Pues no sólo
lo destruye su propia vida –o la forma de entenderla-, sino también la muerta
lenta y dolorosa que acecha a su mejor amigo. En el Tigre, donde se toma un
descanso, un vecino lo obsesiona. Imagina sus días y sus sentimientos y en
cierta medida lo envidia. Corre el alcohol, corren los sueños y acechan las
frustraciones.
-Hay una escena en que el protagonista, Lucio, observa la
ropa interior de la amante mientras unas colegiales pasan y se ríen de él. Parece
el peor de sus momentos durante el relato. ¿Coincidís?
-Yo creo que el peor momento, durante estos escasos días en
que lo acompañamos, son todos: es decir, todo es terrible, todo es en algún
sentido triste, solitario y final. Pero ese momento tiene un valor simbólico,
como también lo tiene la escena del comienzo, cuando observa a esas dos mujeres
como si estuviese viviendo una alucinación. El sexo y la muerte van con
frecuencia de la mano; es muy común que el sexo nos recuerde que la muerte
existe, y que está ahí, acechando. Sin embargo, me quedo con la última visita a
Horacio; por razones obvias -porque acaba de despedirse-, ése es el momento en
que toca fondo.
-¿Planteaste la novela desde la intención de dar un mensaje,
o simplemente la historia te fue llevando?
-No: para bien o para mal, ni mis personajes ni mis
historias me llevan a ningún lado sin mapa. Van adonde yo quiero, o muero en el
intento. Pero lejos de querer dar un mensaje; la novela plantea cosas, se pelea
con otras, pero jamás se me ocurriría planteármelo de ese modo.
-¿De dónde viene y hacia dónde va "Placebo"?
-Viene de una novela muy diferente (Frenesí), y fue el punto
de partida para despegarme en la siguiente (Nosotros y ellos), que está
terminada, o eso creo. Ese es uno de mis faros: aunque sé que es imposible,
trato de empezar de nuevo en cada libro. La pelea es, en buena medida, con el
orgullo: aprender a reconocer cuando algo no funciona, cuando ha dejado de
interesarnos, cuando sospechamos que podemos hacerlo más o menos bien pero ya
no tiene sentido.
-¿Cuánto hay de vos en Lucio, el protagonista?
-Espero que no demasiado. Y sin embargo, hay algunas cosas
de él que envidio: yo no sé si soy capaz de vivir una amistad de ese modo, si
un amigo en peligro o desahuciado puede aniquilarme. Quiero creer que sí, pero
no lo sé. Y también me conmueve su realismo, el modo en que se juzga a sí mismo
a cada rato. Eso no le ha ocurrido siempre, pero ahora se abre paso, y él
escucha.
-¿Qué te deja "Placebo"?
-La necesidad de ser humilde. Las ganas de sentarme a
trabajar, a seguir trabajando. El renovado deseo de que la literatura sirva
para algo.
Alejandro Duchini
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