"Los otros", un libro para acercarse al Conurbano


La periodista y escritora Josefina Licitra da cuenta de una guerra de pobres contra pobres que sirve como metáfora de una importante parte de la provincia de Buenos Aires. Esta nota fue publicada en A24.com. Su dirección original es http://www.a24.com/actualidad/Los-otros-un-libro-para-acercarse-al-Conurbano-20111209-0018.html 

“Hay mucho para explicar. Nadie sabe cómo pasaron las cosas. Los negros dicen que fueron los tanos; los tanos dicen que fueron los negros. Hay mucho por explicar”.

Así comienza el formidable “thriller judicial” escrito por la periodista Josefina Licitra bajo el título “Los otros – una historia del conurbano bonaerense” (Debate).

Lo de “thriller judicial” me lo dice ella misma al hablar de esta crónica que describe al conurbano como pocos pudieron hacerlo. En más de 200 páginas, y con una prosa impecable, cuenta lo que vivió durante más de un año y medio de una guerra de pobres contra pobres. Pero ese enfrentamiento entre vecinos de Lanús que se asentaron en un predio y vecinos de Lanús que viven en “casas normales” tiene una antigüedad mayor. Y alrededor de ese todo hay responsables: los mismos vecinos, punteros, políticos y empresarios. Todo tiene que ver con todo.

La ubicación geográfica es a minutos de la Capital en distancia física pero a un abismo desde cualquier otro concepto. Por un lado están los tanos y sus descendientes que viven y apostaron por un barrio mejor; un barrio que se llama Villa Giardino. Las casas son humildes, con aspiraciones de cierta clase media bonaerense. Algunos tienen coches, algunos mandan a sus hijos a la universidad. Bien o mal, todos la pelean. Está la mujer que trabaja como peluquera para ayudar a su marido. No faltan los que se juntan en sus horas libres para planificar las cloacas. En fin, lo habitual. A unas cuadras se levanta otro mundo con un paredón que oculta un terreno perteneciente a una fábrica. Allí se instalaron pobres. Para llegar ahí, hubo empresarios que debieron resignar o transar y políticos que apostaron al acuerdo para sacarse el problema de encima. Y el problema quedó alrededor de ese muro. O en el corazón de ese barrio.

El 29 de mayo de 2009 el problema dejó de ser latente. Los de Acuba –tal el lugar de los asentados- volvían de una manifestación. A uno de ellos le dispararon desde una terraza; o al menos es lo que aducen. Murió. Se llamaba Héctor Daniel Contreras. Antonio Baldassarre se convirtió en el principal sospechoso.

“Acuba y Villa Giardino están a diez minutos de la Capital, y sin embargo parecen estar mucho más lejos. Esa cercanía genera, como es lógico, un resentimiento importante. Es muy difícil estar a diez minutos de lo que se entiende como ‘el progreso’ y ver que ese progreso –aunque está cerca- es inaccesible. Ese escenario es más cruel y desgarrador que un escenario de distancia real, y tiene consecuencias socialmente dolorosas: ahí aparecen las peleas entre pobres, la necesidad de encontrar un cuerpo –individual o colectivo- responsable por tu desgracia personal, en fin: ahí aparece la necesidad de encontrar culpables a cualquier precio. Ese desgarro en el que vive una franja de la población creo que es una marca de identidad cada vez más fuerte dentro del primer cordón del conurbano”, me dice Licitra al hablar de Los Otros.

A pedido de la propia autora, no voy a escribir sobre el final: bien le vendrá a cada lector llegar a él por el buen camino que propone Licitra, quien no se priva de describir las duras vidas de esa gente con alguna pincelada de poesía: “El amanecer es optimista, siempre, hasta que llega la mañana con su honestidad terrible”, cuenta sobre uno de sus tantos viajes al fondo del problema.

Licitra caminó cada cuadra de esos barrios, se entrevistó con los vecinos de uno y otro lado y hasta llegó a hablar con empresarios y punteros. La descripción que hace de su viaje en plena madrugada hacia La Salada es imperdible. Tanto como cuando cuenta la historia de Marcelo Rodríguez, el hombre fuerte al que temen los políticos de turno y al que siguen los vecinos más pobres. “Yo soy bueno, ayudo a la gente, te voy a entender, te voy a comprender, pero cuando tengo que ser hijo de puta no me gana nadie”, se describe a sí mismo Marcelo. Su historia, de la que da cuenta Josefina, es dura. Durísima.

“Ambos grupos son víctimas de una historia trágica y sin culpables fáciles de identificar. Esta no es una historia de héroes y villanos. Cada ‘bando’ es un organismo complejo, habitado por gente que –como todos- tiene puntos más oscuros que otros, pero no obró con malicia. Y es eso, el hecho de que no hay malos a la vista, lo que transforma a esta historia en tragedia”, refiere Licitra cuando le pregunto por sus sensaciones a poco de haber terminado ese libro que se empezó a gestar en 2008, cuando la editora Glenda Vieites le pidió una historia del conurbano. Buscó varias, pero esta de Lanús fue la que le cerró.

Licitra es una de esas periodistas que describe las sensaciones de sus entrevistados como pocos. Sabe cómo llegar al alma de la persona que le habla. Ganadora de varios premios, sus crónicas en el suplemento ADN del diario La Nación son una muestra. Hace unos años escribió sobre la vida Silvina, una chica que con solo 15 años lideraba una banda de secuestradores. Ese relato lo tituló “Pollita en fuga”. La entrevistó en la clandestinidad. El resultado fue brillante. Lo recomiendo como ejemplo periodístico.

Hacer “Los otros”, me dice, le llevó un año y siete meses de trabajo de campo; luego, se tomó noventa días para escribirlo. “Aunque estuve escribiendo mentalmente el libro desde el primer minuto en el que empecé a trabajar”, aclara.

En 2007 se había asomado al mundo homosexual con “Los imprudentes. Historias de la adolescencia gay lésbica en Argentina”. Ahora se metió de lleno en una historia de esas que los medios de comunicación describen muy por arriba con sus noticias de cada día. La diferencia es que ella se introdujo en el barro, habló con los protagonistas y llegó al fondo del problema. Mostró que no es una sino son varias las causas.

“Por la misma razón que me llevó a hacer el libro anterior, y que me lleva a hacer cualquier texto de largo aliento: curiosidad profunda por el mundo en el que vivo”, me contesta cuando le pregunto por qué cuenta lo que cuenta. El resultado demuestra que los otros somos también nosotros. Nadie es ajeno a esta historia.

Por Alejandro Duchini

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