“La mimada en Londres 2012”
Es la cita más esperada y se da cada cuatro años. Los Juegos Olímpicos reúnen a los mejores deportistas del mundo. Londres será la sede de 2012. Los atletas quieren ganar una medalla porque eso significa la gloria avalada por la más pura tradición. Es la competencia que viene desde el fondo de la historia, pero que tomó impulso definitivo en 1896, de la mano de un tal barón de Coubertin, francés. Del 27 de julio al 12 de agosto, los ojos del mundo volverán a posarse en ellos. La Argentina no estará ajena. La representará una gran comitiva de hombres y mujeres que se prepararon durante años. No faltarán los mejores exponentes. Estará el ciclista Walter Pérez, quien en 2008 –junto a Juan Curuchet–, en Pekín, consiguió lo más ansiado: la presea de oro. Participarán las chicas del hockey, “Las Leonas”, que no llegan en su mejor momento, aunque el planeta deportivo sabe que siempre hay que respetarlas. A sus 35 años, la gran figura de esta actividad, Luciana Aymar, tendrá la oportunidad de retirarse con los más envidiables galardones. Los nombres siguen: Brian Toledo en lanzamiento de jabalina, Jennifer Dahlgren en lanzamiento de martillo, Liu Song en tenis de mesa, María Gabriela Best en remo, Paula Paretto en judo, la selección de básquet masculino y Julio Alsogaray en yachting.
Pero en medio de ellos y muchos más, hay una mimada de 16 años que ya tiene fecha de presentación: es la gimnasta Valeria Pereyra (nacida el 12 de febrero de 1996), quien debutará el 29 de julio a las nueve y media de la mañana en el North Greenwich Arena. “No me pesa tener la edad que tengo y estar en los Juegos. Es un desafío, porque llegar a una olimpíada con esta edad no es poco; pero lo disfruto bastante. Obviamente, estaré nerviosa porque es fuerte debutar en un Juego Olímpico. Pero los nervios son los mismos en cada competencia”, dice Valeria una mañana, al terminar su entrenamiento en el CENARD. Allí pasa gran parte de su vida: entrena cinco horas cada mañana y a la tarde cursa cuarto año en el colegio ubicado en el mismo complejo deportivo. A última hora vuelve a su casa familiar, en el porteño barrio de Liniers. Así son sus días de lunes a viernes. Las mañanas de los sábados también las dedica a entrenar. En el ambiente de la gimnasia comentan que es otra de las grandes apuestas del deporte argentino, un diamante en bruto. La gimnasia es su vida, dirá durante la charla en un gimnasio que es casi su segundo hogar. No imaginaba que llegaría a Londres tan adolescente, pero ya aprendió que no hay sueños imposibles. Sus conceptos los expresa con una sonrisa y una seguridad que la hacen parecer mayor de la edad que tiene.
Un viaje de la infancia a Londres
Empezó gimnasia para seguir a sus hermanas, que practicaban en Vélez, en su barrio. Tenía 3 años. “Me llamaba la atención lo que hacían”, recuerda. Por diversión, entrenó hasta sus 11. En ese lapso, se trataba de un juego con el que cumplía tres horas, de seis de la tarde a nueve de la noche, después de la doble escolaridad. Entonces, apareció una nueva entrenadora: Daniela Conde, quien además está a cargo de la selección mayor de gimnasia artística. Hubo tanta química entre ellas que Valeria entendió que esa actividad daba para mucho más que algo lúdico. “En esa época, no tenía ni idea de que se podía competir en otros países. Y Daniela me contaba que sí; y que yo tenía muchas posibilidades de viajar porque era buena. Cuando empecé a dedicarme en serio, me di cuenta de que tres horas de práctica no alcanzaban, por lo que tuve que cambiar de colegio y dedicarle más tiempo al entrenamiento”.
Incentivada por su nueva coach, tomó conciencia de la posibilidad de competir en serio, tanto a nivel nacional como en el exterior. Y en 2008 viajó a Perú para participar en un Sudamericano infantil y volvió con un subcampeonato. “Fue el primer gran torneo porque resultó ser la bisagra de mi carrera”, recuerda. El regreso con dos medallas de plata llevó a un serio planteo familiar. Marcelo y Alejandra, sus padres, escucharon su deseo de dedicarse de lleno a esta actividad. Hoy tampoco minimiza el apoyo de sus hermanas, Cintia, Daniela, Micaela y Trinidad. Con la confianza de los primeros resultados empezó a dedicarse a full. Al año siguiente fue la revelación del Panamericano juvenil de Aracajú, Brasil, donde resultó la argentina mejor ubicada. Después se destacaría en los Juegos Odesur y dejaba de ser promesa para convertirse en elegida.
El cambio de vida no fue sencillo. Viajar desde Liniers a Núñez, donde está el CENARD, y regresar a la tarde-noche a su casa le implicaba dos horas diarias. Para evitarlas, se quedaba a dormir en lo de su entrenadora. Sus padres también aportaron algo más: cambiaron las dietas y las comidas. “El apoyo de mi familia es fundamental”, asegura Valeria, destacando el verbo en presente.
La historia tuvo su primera variante drástica en enero pasado, cuando clasificó en el vigésimo primer lugar del Preolímpico que se desarrolló también en Londres. Entonces logró un puntaje total de 51.666, producto de 13.300 en salto, 13.100 en paralelas, 12.300 en viga y 12.966 en suelo. Su presencia en los Juegos era un hecho. “Soy una afortunada. No a todos les pasa. Y menos a los 16 años. Hay mucha gente detrás que me ayuda. Pero así como me apoyan a mí, yo apoyaré el día de mañana a mis compañeras. Sin apoyo, estas cosas no se logran”, resume a ochenta y cuatro días de la competencia. Y aclara: “De chica pensaba que solo la gente grosa conseguía ir a los Juegos. Ahora empecé a entender de qué se trata y por qué es tan importante un Juego Olímpico. Mi sueño era ir a las Olimpíadas. Ahora me gustaría estar entre las mejores veinticuatro clasificadas”.
Objetivo 2012
“El hecho de haber clasificado me hace entrenar con mayor impulso. Hay un objetivo claro: saber que representaré a la Argentina me da más ganas”, argumenta esta adolescente que se describe como alguien súper competitivo: “No me gusta perder en nada. Es parte de mi personalidad”, dice. Su vida está dedicada al deporte. De paseos con amigas mucho no puede hablar: sale poco y nada. “Cuando pasen los Juegos, tal vez. Pero este no es el momento”, opina con esa seriedad. “Me gusta mucho lo que hago. Tengo un objetivo y por eso entreno así. Si no lo tuviera, no entrenaría con estas ganas”, argumenta.
Ahora, cuando sonríe, dice que no es por nerviosismo. “Sé manejar los nervios”, se jacta. Como se jacta, también, de no hacer dietas. “Eso es un mito. Como sano, pero si se me antoja un alfajor, lo como. Igual, tengo claro cuáles son las comidas para poder rendir mejor”.
Tiene por costumbre mirar su cercana infancia, a la vuelta de la esquina: “Cuando miro hacia atrás veo a una chica que evolucionó, que siempre mejoró. No mantuve siempre el mismo nivel, sino que lo fui mejorando. En cada torneo dejo todo. Siento que eso es lo que vale”, resume. De otras épocas son también los viejos videos en VHS de los que disfruta cuando una tibia melancolía la invade: “Me gusta ver las filmaciones de cuando competía de chica”. Respecto de sus colegas, siente admiración por las atletas rusas, con quienes compartirá la villa olímpica. “No sé qué me pasará cuando las vea, al igual que cuando vea a los mejores deportistas. Cuando esté en la villa y pase Roger Federer por al lado mío, me voy a morir. Soy una afortunada también por eso. Siento que tanto sacrificio tiene su recompensa. No tengo nada para perder en los Juegos”, dice con ilusión, y agrega: “No siento la presión de que si no saco una medalla, pierdo. Para nada. Pienso que este Juego Olímpico es más para aprender”.
“¿Y después de los Juegos?”, es la pregunta. “Mi vida es seguir entrenando. Me voy a poner como otra meta los de Río de Janeiro, en 2016. Nunca me voy a aburrir de esto porque quiero dedicarme siempre al deporte”, responde.
Y antes de irse, con una leve sonrisa, que mezcla adolescencia y madurez, suelta: “La gimnasia es mi vida”.
Valeria, según su entrenadora, Daniela Conde (*)
"Valeria es muy inteligente. Esa es la palabra que la define. Por esa inteligencia está en el lugar que ocupa en la actualidad. Es una excelente gimnasta: sin dudas, la mejor de la Argentina hoy. Está en una edad complicada porque es adolescente: mientras otros están en Facebook, ella compite. Tiene poco tiempo de alto rendimiento, pero llega a un Juego Olímpico sin haber ido a un Panamericano o Sudamericano. Nos estamos comiendo etapas, pero ella tiene la madurez necesaria como para enfrentar este desafío. Desde este ano nos ayudan un entrenador asistente y una profesora de danzas. Además, estamos trabajando mucho en su fortaleza mental. Lo primero que le vi diferente al resto era cómo se paraba, su porte. Empezamos a hablar y tuvimos química. Ella me admiraba por lo que fui como gimnasta y yo percibía un brillo especial en sus ojos, deseos de ser mejor. En ese momento le vi condiciones para ser diferente. Cuando se dio cuenta de eso, arrancó. Es muy, muy constante. Siempre entrena con todo, todos los días. Es una máquina trabajando, así que todo lo que le pasa es consecuencia de su esfuerzo. Confío ciegamente en ella. Está donde está por mérito propio. Ojalá que en los Juegos compita con toda la tranquilidad que necesita". (*) La ex gimnasta Daniela Conde es entrenadora de Vélez, donde conoció a Valeria Pereyra, a quien entrena personalmente con miras a los Juegos Olímpicos.
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