Una revelación de fierro
La de la actriz
Paula Kohan fue una de las apariciones más notorias del último año en la
televisión argentina. Sin embargo, tiene antecedentes que demuestran por qué no
se trata de alguien más.
“No tuve tiempo ni de pensar: la fiesta acababa de
empezar y ya decían mi nombre como el de la ganadora de la terna… ‘Paula Kohan,
de El Elegido’… y no lo podía creer. Me levanté y fui a recibir el premio y desde
ahí no paré. Recibí elogios, saludos, reconocimientos. Me hicieron pedidos de entrevistas,
los mails no pararon de llegar y yo no paré de contestarles a todos. Todavía no
caigo. Estaba súper feliz”, recuerda la actriz revelación de los últimos
Premios Martín Fierro. Está sentada a la mesa de un bar de Palermo. Frente a sí
tiene un te de hierbas que dudó en elegir entre la variada oferta del lugar. Lo
tomará durante el extenso diálogo que arrancó con el recuerdo feliz y cercano
de ese premio y que siguió con una minuciosa descripción de sus antecedentes
laborales y de sus expectativas futuras. También habló de aquellas pequeñas
locuras de adolescente que hizo para llegar a donde está hoy. Un repaso de
vida, en resumen.
Medida en sus palabras, difiere de aquella que se
desnudó en Baraka, la gran obra teatral protagonizada por Hugo Arana, Darío
Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale. También dista de aquella Gigi de El
Elegido, donde hacía de pareja de Mónica Antonópulos. Esta fue la
interpretación que le valió el Martín Fierro que al día de hoy disfruta sin
límites. Ahora, en Palermo, se muestra tranquila, atenta ante cada pregunta y
reflexiva para responder. No deja de sonreír de forma genuina. Nada en ella
parece impostado. Conserva cierta inocencia de quien aún se maravilla ante los
reconocimientos. Su presencia en los primeros planos de la actuación es
incipiente todavía. Alta, le cubre el rostro un cálido y delicado maquillaje
que se percibe en la medida justa: ni mucho ni poco. Delgada, también. Y
emponchada porque el frío se hace sentir. Elegante, además.
-Pensé que ibas
a pedir un café.
-Tomo mucho té, sobre todo cuando hace frío, como en
estos días. En invierno, sopa y té. Para mí es algo letal.
-¿Tanto como el
Martín Fierro?
-Ay, te juro que no caigo todavía.
-Te creo. Se
nota.
-Es que no fue sólo el premio en sí, sino todo lo que
vino con él. Ya el hecho de estar ternada era un reconocimiento y un regalo muy
grande. Me sentía muy feliz por estar ahí. Ni hablar de lo que es ganarlo, lo
que trajo fue mucho cariño, de familia, de amigos. Y felicitaciones. Pero fue
un premio al esfuerzo, al trabajo y a que me valoren como artista. Todo esto es
muy emotivo. No pude dormir por varios días.
-¿Literalmente?
-Literalmente. Los siguientes dos días de verdad no
pude dormir. Por la exaltación, por lo importante que era hacer notas. Estuve días
enteros contestando los llamados y mensajes que recibí.
-¿Qué creés que
cambiará a partir del Martín Fierro?
-Supongo que esto le aporta reconocimiento a mi persona
y a la actriz que hay en mí. Lo que está bueno. Es como un premio a un buen
trabajo. Es todo positivo. No hay nada negativo. Además fue todo como tan…
estudio desde los 6 u 8 años, y por más que había hecho muchas cosas, esto fue
una gran revelación.
-Es como estar
jugando en Primera.
-Jugué en Primera con El Elegido. Entré jugando en
Primera. Me podría haber tocado algo menos arriesgado o con no tantas figuras.
Pero todo me elevaba: el proyecto, los actores, los sonidistas, la producción
de primer nivel. Todo me hacía crecer. Fue mi primer trabajo y un gran desafío.
O sea, todo muy intenso.
ENCASILLAMIENTOS,
NO
-¿Y ahora?
-Ahora tengo ganas de hacer comedia. Y como soy
cantante, también me gustaría algo por ese lado. Necesito jugar con las
herramientas que tengo. Si me encasillan, siento que me marchitan.
-¿Temés al
encasillamiento por haber hecho papeles algo jugados?
-Hay cierto temor a que me encasillen. Pero lo
contrarresto tratando de no repetir ese personaje, de no ir hacia lo mismo.
Quiero mostrar otra faceta. Ahora estoy preparando la interpretación de una
chica súper fina que le hace un planteo a su ex, en tono de comedia. Nada ver
con el personaje de El Elegido. Además estoy preparando un papel de cantante,
que es algo diferente a lo que venía haciendo. Es con Elena Roger. Creo que hay
que confiar en decir que no, porque eso es una apertura hacia nuevas cosas.
-No es fácil
decir “no”.
-Es difícil mantener la calidad a costa de la cantidad,
porque una necesita trabajar. Yo, si no actúo, no soy feliz. Es complicado decir
que no a algo. Es un día a día, sin fórmulas. Hubo veces en que me equivoqué.
Tengo claro que esta carrera es de altibajos constantes, hasta que pueda
instalarme. Y son pocos los actores instalados. Hay que ir actuando con
cintura: nadie está exento de equivocarse.
-De todos modos,
no venís mal.
-Hasta ahora tuve suerte y trabajo. Pero eso habla de
una formación mía en los últimos años. En ese sentido, sueño con seguir
trabajando de lo que me gusta y poder variar los personajes, porque me
considero una actriz camaleónica.
-¿Por qué actuás?
-Actúo porque no se hacer otra cosa, porque es mi
vocación, y porque actuando me siento una nena. Me hace no perder mi niña
interna, que es lo más preciado que tengo, a pesar de tener 27 años.
-No es común que
una actriz diga la edad.
-Yo la digo: todavía tengo una edad en la que puedo decirla
sin problemas.
-¿Recordás tu
primera actuación?
-Fue a los 7 u 8 años, con Hugo Midón, que nos hizo
hacer una versión libre de Romeo y Julieta. Fue muy gracioso. Me marcó la
convicción dentro mío de ser actriz; algo que nunca perdí. Lo duro es cuando
todos alrededor te dicen que la carrera que elegiste es difícil y hacen
hincapié en eso. Uno siente placer por su elección y por lo que quiere hacer,
pero al mismo tiempo te generan cierto temor. Pero seguí. Y tuve que patear
mucha calle para conseguir mi primer trabajo.
-¿Qué fue lo más
loco o raro que hiciste para meterte en el mundo de la actuación?
-A los 13 años me fui a hacer un book sin decirle a mi
mamá. Me iba a Ramos Mejía, en tren. Había sacado la dirección de la guía y me
fui. Tomaba trenes y colectivos para dejar material en todos lados. Vivía por
el centro. Además, me tomaba el tren a Ramos para estudiar canto. Mi mamá no
sabía. Me vestía así no más, para pasar desapercibida. Iba sola. Tenía miedo de
que me pasara algo y mi madre se enterara de que andaba en eso.
SENSIBILIDAD Y
FAMA
-¿Qué opinión
tenés, en líneas generales, del medio artístico?
-Soy muy sensible y a veces este medio puede ser un
poco duro. Entonces trato de cuidarme en ese sentido, para no salir lastimada
de ciertas situaciones, que en ocasiones son imposibles de eludir. Todo el
tiempo es la mirada del otro hacia vos. Y a veces te cruzás con situaciones que
no están buenas.
-¿Y con la fama
cómo te llevás?
-No me da pudor. Sé que es parte de la carrera. Pero no
busco fama, sino vivir de esta profesión y poder expresarme.
-¿Televisión o
teatro?
-No se puede comparar una cosa con otra. Son ámbitos
distintos. El teatro requiere meses de ensayo y la tele de otros tiempos en los
que hay que resolver. Me divierte seguir explorándome como actriz y como
persona.
-¿Y qué ves
cuando te explorás como persona?
-A Alguien optimista. Es mi personalidad. Soy muy
positiva. Las depresiones me duran poco porque me aburren. Tengo mis bajones,
me angustio y la paso mal, y hasta lloro, pero salgo pronto de eso: voy para
adelante. La confianza es muy importante en esto. Porque si no hubiese confiado
en mí, a mi quinta caída no me levantaba. Y me caí once veces: siempre me
levanté.
-¿Anhelos?
-Me gustaría poder elegir siempre qué trabajos hacer y
cada día tener más peso como actriz. Consagrarme en la actuación y abrir mi
trabajo a otros países. España es un lugar que me llama la atención. De todos
modos, me siento privilegiada de estar viva y con salud. Y si además puedo
trabajar de lo que me gusta y hacer más o menos el camino deseado, bueno, sí,
soy privilegiada.
-¿Cómo te llevás
con las rutinas?
-No es lo mío. No podría ir a un gimnasio, jamás. A
veces iba a dos clases y me aburría; y eso que había pagado todo el mes. Me
gusta andar en roller, danzar, hacer actividades por mi cuenta, sin la
obligación de un gimnasio. Así, en muchas cosas.
-¿Tiene que ver
con la ansiedad?
-Con la ansiedad vamos a medias: ella juega conmigo y
yo con ella. Tenemos superclásicos todo el tiempo.
-Por lo que
contás, estás en todo momento haciendo cosas. ¿Te queda tiempo libre?
-Tengo mucha energía y me gusta depositarla en varias
cosas a la vez. Pero me llevo bárbaro con mi tiempo libre, me encanta. Así
tengo tiempo para hacer más cosas.
Alejandro Duchini
Durante la charla y la sesión de fotos, Paula Kohan
nunca dejará de sonreír ni prestarse con buen humor a las preguntas ni a las
poses. Cuenta que desde hace dos años está casada con Ariel. “No tenemos hijos,
pero sí un perro y un gato, por el momento. Se llevan re-bien, como hermanos”,
explica.
Además de su creciente carrera de actriz, también se
dedica a proyectos propios que tienen que ver con otro rubro. “Estoy armando
una marca de ropa con una amiga y socia para la temporada primavera-verano. Es
una marca chiquita, pero me encanta tener algo alternativo a la actuación”,
dice esta joven que se describe como amante de la lectura.
Pero en lo profesional también apuesta al
cuentapropismo: “Vamos a traer de España el micro-teatro, que consta de exponer
obras de 15 minutos de duración. Es algo que haré con otra gente. La idea
original fue un éxito en Madrid y en Miami. Veremos qué pasa acá. Tendré el
doble rol de productora y actriz. Está buenísimo. Además hace que mucha gente
pueda mostrar sus trabajos: actores, guionistas y muchos más. Esperemos que
funcione”, se ilusiona.
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