“DESDE CHICO TENÍA CLARO QUE QUERÍA SER CAMPEÓN OLÍMPICO”
El medallista de oro de
taekwondo en los últimos Juegos Olímpicos, el argentino Sebastián Crismanich,
habló de sus sueños personales y deportivos y de por qué la perseverancia fue
el valor fundamental para alcanzar sus logros.
“No hace falta siempre tocar fondo para lograr
algo. De hecho hay quienes alcanzaron sus objetivos o sueños sin haber tocado fondo.
Pero en los malos momentos es cuando uno se demuestra si puede ser campeón de
la vida”. Sebastián Crismanich dice esto, bebe agua de una pequeña botella y
toma aire. Acaba de terminar su entrenamiento matutino. Al momento de la charla
con Nueva se cumple un año desde que logró la medalla de oro en los Juegos
Olímpicos de Londres. El 10 de agosto de 2012 se impuso en la final del Taekwondo
ante el español Nicolás García Hemme. “No volví a ver esa pelea porque me
emociono mucho. Puedo ver alguna foto, pero no más que eso”, dice al recordar
aquel episodio que le cambió la vida y su carrera para convertirlo en el
taekwondista más importante de la historia argentina. Desde entonces, su nombre
es una referencia para el deporte nacional. Se le abrieron puertas que ni
imaginaba. “Esa medalla me permitió estar con gente que de otra manera no
hubiese conocido. Gente de la que aprendí cosas. Desde conductores de
televisión hasta deportistas de primer nivel”, se alegra. Correntino nacido el
30 de octubre de 1986, conserva aún el tono litoraleño. Eso, a pesar de haberse
ido a vivir a Córdoba cuando apenas tenía 7 años. Habla rápido y seguro. Transmite
serenidad. Lleva una larga inactividad que, espera, se termine lo antes
posible. Una fractura en la tibia derecha durante aquel combate inolvidable lo
mantuvo alejado de las competencias oficiales hasta ahora. Aprovechó el tiempo
para recorrer el país y brindar clínicas deportivas junto a su hermano, Mauro,
también taekwondista. “Les cuento a los chicos mi historia de vida. Les digo
cosas que creo que les pueden servir. Yo también necesité eso en mis
comienzos”, sintetiza cuando se le pregunta cómo sobrellevó estos doce meses.
Finalmente, en diciembre, cuando se dispute en la ciudad inglesa de Manchester
el Grand Prix de la especialidad, volverá a la alta competencia.
-¿Cuál es tu
prioridad: ser campeón de la vida o del deporte?
-Primero, campeón de la vida; después, lo
deportivo. El sentirme campeón de la vida es algo que fui construyendo día a
día, desde que empecé las prácticas de este deporte. De chico siempre tuve una
visión: quería estar en el podio de un Juego Olímpico. Desde entonces empecé a
construir ese campeón de la vida, porque cada esfuerzo iba basado en ese
objetivo. Luego vienen los grandes resultados.
-¿Qué te pasa cuando
no podés alcanzar alguno de tus objetivos?
-Hay veces en que los golpes psicológicos son
muy fuertes, pero siempre intento levantarme.
-¿Un mal momento?
-El clasificatorio olímpico a Beijing (Juegos
Olímpicos 2008), donde quedé eliminado en primera ronda. Fue un golpe psicológico
muy fuerte, porque le había dedicado mucho; entonces duele más. Ese fue el
momento más doloroso de mi carrera. Y después están las lesiones, que no
permiten hacer lo que uno hace todos los días.
-¿Cómo hacés para no
perder incentivos cuando ganaste una medalla de oro nada menos que en un Juego
Olímpico?
-Mi sueño de la vida era uno. Y ya lo cumplí al
lograr aquello. Tal vez el día de mañana tenga otro. Justamente ahí es dónde está
el gran desafío. Conozco muchos atletas que tras alcanzar su sueño decaen en su
rendimiento y en lo más importante, que es lo personal. No quisiera que me pase
eso. Para eso es que elaboré nuevos objetivos, que deben ser más grandes que el
anterior.
-¿Y en tu caso?
-Sé que mi medalla de oro es la 18va. en Argentina,
pero también sé que no hay un atleta en el país que tenga una de oro y otra
olímpica, de plata o de bronce; o dos olímpicas de oro. Así que voy por eso. Me
desafío a mi mismo a ir detrás de eso. De esa forma intento seguir de pie cada
día.
LA ADMIRACIÓN
-¿Qué les decís a los
chicos que te admiran y participan de los talleres o clínicas que das por el
país?
-Siempre les cuento cómo empecé en este deporte,
cuáles eran las herramientas que tenía a mi alcance. Hoy, en cambio, los chicos
tienen más herramientas. Y les digo que entonces, si yo pude lograr mi sueño,
ellos también pueden. La perseverancia, el autocontrol, el espíritu y la
disciplina que siempre tuve fueron fundamentales en mis logros, además del
apoyo de mi familia, que suma muchísimo. Eso les digo a los chicos que deben
tener en cuenta.
-¿Qué te pasa al ver a
aquel pibe que fuiste?
-Siempre trato de recordar y que estén firmes
en mí aquellos pensamientos que tenía cuando era chico. Teniéndolos presentes
es posible que pueda ayudar a chicos que tengan el mismo sueño, para quienes
puedo ser un referente. Trato de darles la palabra justa, la que necesité y recibí
en su momento.
-¿Qué te da el hecho
de recorrer el país para hablar de tu pasión, el taekwondo?
-Encontrarme con culturas diferentes. En cada
uno de los lugares nos atienden de manera distinta, así que hay que ser
maleable. Estoy acostumbrado a verme con mucha gente: eso me ayuda a mostrar la
mejor versión de lo que soy.
-¿Qué te dio la
medalla de oro en lo personal?
-Creo que va más allá de la medalla de oro. Se
trata de la experiencia que adquirí en los últimos años, que me enseñó a tomar
con más madurez las cosas. Pero sin dudas que este año he madurado el
equivalente a diez. Viví cosas que no pensaba vivir y que no creía que me iban
a pasar. Todo lo que aprendí en las prácticas de este deporte me sirvió para
desenvolverme en la vida personal, en la vida cotidiana. La filosofía que me
enseñó el taekwondo me hizo mantener los pies sobre la tierra.
-¿Y al taekwondo que
le significó este logro?
-Conocimiento, difusión. Quienes antes no
conocían este deporte, hoy lo mencionan. Eso es algo que me llena de orgullo,
porque se ha difundido, y mucho, y me siento responsable. Si la medalla de oro
la hubiese conseguido en otro deporte es posible que la respuesta no hubiese
sido la misma. Pero lo cierto es que el taekwondo tuvo una gran explosión y eso
se ve en una nueva camada de gente que lo practica. Tengo en claro que quiero
aportar todo lo posible para este deporte.
-¿Y qué te parece que
pensarán de vos tus colegas que son, al mismo tiempo, tus eventuales rivales
deportivos?
-Por experiencia, soy consciente de una cosa: que
en mi categoría soy el rival a vencer, el más estudiado. Por eso debo
prepararme cada vez mejor. Sabiendo, sobre todo, que en el 2016, cuando se
disputen los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, llegaré con el mejor
rendimiento de toda mi carrera. Sé que todos me van a querer ganar.
-¿Quién sentís que
sos?
-… Alguien que se tiene mucha confianza.
Alguien que sabe que las cosas son difíciles pero que si se persevera se pueden
lograr. Alguien que aprendió a disfrutar de lo que le pasa y que tiene la
tranquilidad de haber hecho un gran trabajo en lo suyo. Alguien que pase lo que
pase, siempre mira hacia delante.
Alejandro Duchini
LA PERSEVERANCIA, SU VALOR MÁS IMPORTANTE
“Haber tenido siempre perseverancia es uno de
los factores más importantes de los que me acompañaron en la vida. De hecho, en
este regreso a la actividad después del oro olímpico ese valor tiene mucho que
ver, al igual que la disciplina”, le dice Crismanich a esta revista. Y arremete:
“Es lo que más me distinguió. Por que yo siempre fui una de esas personas que
luchan contra viento y marea en un camino al que muy pocos llegan pero muchos desean”.
Para este taekwondista, que llevó a su
actividad a un nivel que nunca antes había tenido en nuestro país, en la vida “hay
que aguantar siempre un fuerte ritmo y empujar por un sueño. Eso es lo que me hace
ir hacia delante”.
¿Qué tienen en común la perseverancia y las
convicciones?, le preguntamos. Entrecierra los ojos, toma aire y tras pensarlo
un poco más, dice: “Las convicciones son fundamentales porque deciden el paso
siguiente que darás. O el que no darás. Deciden si avanzás o te caes a un pozo.
Muchas veces, gracias a las convicciones, uno puede tocar fondo para llegar
luego a lo más alto”.
CRISMANICH, UN PIBE DE
ORO
Futbolero desde pequeño, Sebastián Eduardo
Crismanich nació el 30 de octubre de 1986 en Corrientes, pero a sus 7 años
empezó a practicar taekwondo para acompañar a su hermano, Mauro, quien en la
actualidad sigue ligado a la misma disciplina. Además, su papá, Daniel, los
había incentivado a ambos, ya que también incursionaba en las artes marciales. En
2007 se fue a estudiar Agronomía a Córdoba, donde continuó con el mismo arte
marcial en la
Universidad Nacional local.
De a poco su nombre fue ganando un lugar en esa
disciplina. Sobre todo cuando logró un lugar para los Juegos Olímpicos de
Londres 2012 al ganar el preolímpico de Querétaro, en México, ante el
estadounidense Steven López. Era la esperanza argentina en la máxima
competencia. Y superó cualquier tipo de expectativas al quedarse con la medalla
de oro tras vencer en la final al español Nicolás García Hemme.
Entre sus títulos figuran también el Campeonato
Panamericano Juvenil de Río de Janeiro (2003), el Campeonato Panamericano de
Buenos Aires (2006), el Abierto de Alemania en ese mismo año, los Juegos
Panamericanos de Guadalajara y el mencionado preolímpico de Querétaro (ambos en
2011) y el Sudamericano WTF de Buenos Aires y el Abierto de Holanda (los dos en
2012), además del oro olímpico en la categoría de hasta 80 kilos.
“Mis próximos objetivos son los Juegos Odesur y
los Panamericanos. Pero antes debo perder cualquier tipo de temor ante mi
lesión, que es algo que quedó en el pasado”, sostiene al hablar de esos
proyectos que pueden cambiar, pero nunca abandonarse.
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