"EL TIEMPO ES MIEDO"
Esta nota fue publicada en el
suplemento literario de La
Gaceta, de Tucumán. Juan Cruz Ruíz es un enorme periodista y
escritor. Pero de los de verdad. La
nota original está acá.
Acaba de publicar Especies en
Extinción, libro en el que vuelven a desfilar personalidades de la cultura con
las que convivió íntimamente. Aquí nos cuenta cómo se gestó la segunda parte de
Egos Revueltos y habla de sus miedos, sus alegrías y sus obsesiones.
Conocí al español Juan Cruz Ruíz
en el invierno de 2008. Fue a través de un libro que tenía un título de por sí
atractivo: Muchas veces me pediste que te contara esos años. Lo devoré y de ahí
hubo apenas un paso para llegar a otro, Ojalá octubre, un genial relato de
recuerdos y sentimientos sobre su padre, con todo lo que eso significa. Supe
entonces que era de esos periodistas que llevan la profesión en la sangre. Fue
jefe de Cultura del diario El País y director de la editorial Alfaguara. Poco
después, en 2010, tuve la suerte de entrevistarlo en Buenos Aires, en un cálido
mediodía primaveral, de esos que invitan a la distensión. Y distendidos, no
más, pasamos más de una hora charlando de libros y periodismo. Temas que lo
apasionan y que se vuelven más apasionantes cuando es él quien los refiere. Ahí
acababa de publicar Egos revueltos, un libro basado en sus experiencias junto a
escritores como Guillermo Cabrera Infante, Arturo Pérez Reverte, Paul Bowles,
Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa. Tres años después se editó Especies en
extinción (Tusquets), la segunda y última parte de ese trabajo. En estas más de
400 recomendables páginas refleja aquellos oficios que lo movilizan. También
están las personalidades de distintas temáticas que por algún motivo lo han
marcado. Figuran desde José Saramago y Ernesto Sabato a Roberto Bolaño, Joaquín
Sabina y hasta Jorge Valdano.
Tres años después, les contaba,
Juan Cruz y yo volvimos a hablar de esos mismos temas y de otros. Pero con el
aliciente de que hay otro libro en el medio y que él, protagonista de esta
charla, al fin de cuentas, tiene nuevas cosas para decir. Algunas de ellas ya
las escribió; otras, las dirá en la siguiente entrevista.
-Cuenta que Especies en extinción
es un libro que habla del final de una época. Otra vez vuelve a mencionar la
"melancolía". ¿Qué lugar ocupa esa palabra en su vida y cómo la
combina con ese final al que refiere?
-Melancolía no es nostalgia; me
parece que es más noble, más grande, tiene que ver con el alma de las cosas y
no con las cosas. Y lo que sucede con los oficios que yo he desarrollado es que
están perdiendo el alma, aunque el alma del todo nunca se pierde. El alma
siempre resucita.
-¿Qué diferencias hay en usted
entre aquel de Egos revueltos y este de Especies en extinción?
-Creo que en el libro anterior me
fijé más en lo que decía la gente. En este me fijo en cómo es la gente, cómo
vive los oficios de editor, escritor, periodista…; es un libro menos
circunstancial, más entero, más abundante en confesiones propias y menos en
sucesos que les pasaron a otras personas.
-¿Qué le ha quedado afuera de
Egos Revueltos y de Especies en extinción?
-Muchas cosas, seguramente. En el
anterior, más profundidad. En este, más anécdotas. Probablemente por eso se
complementan, en mi opinión.
-Refiere en Especies en extinción
que "uno jamás vuelve a donde ha sido verdaderamente feliz". ¿A dónde
no volvería usted?
-Es que la felicidad se
desvanece.
-Supongo que ante tanta memoria
de escritores y de amigos, hay también recuerdos. ¿Cuáles pesan más al momento
de recordar: los tristes o los alegres?
-Pesa más lo triste,
verdaderamente.
-¿Por qué?
-Porque es el sentimiento de
pérdida el que prevalece. El gozo es menos potente; la risa se desvanece. Mi
madre reía mucho, y la recuerdo así. Pero pesa tanto en mi memoria el
prolegómeno lento y terrible de su despedida.
-Hay una frase. Dice usted:
"la vida va dictando los miedos retrospectivos y los miedos
siguientes". ¿Qué son para usted los miedos? ¿Cuánto inciden en su vida?
-El miedo es el asunto del que
escribo ahora, en mi futuro libro, que de momento se titula como un verso de
Hugo Claus: El hombre feliz sorprendido por la duda. Ese libro, Especies en
extinción, fue escrito bajo la lámpara del miedo, por decirlo así, la existencia
evidente del tiempo. Y el tiempo es miedo. El miedo es un factor con el que
vivo; desde niño, y sigo teniendo miedo de adulto. ¿A qué? A la desaparición,
la pérdida de la alegría.
-Me contó entonces que su hija le
iba a dar un nieto. ¿Qué cosas le cambiaron, precisamente, con ese nacimiento?
-¡Ah! ¡Eso es un acontecimiento!
¡Es la alegría! El nieto te pone delante de un espejo; y tú sabes que de ese
espejo vas a desaparecer, pero tratas de salvar todas las imágenes. Ya tiene
dos años. Esta mañana dijo: "Yo pienso". Eso es magnífico. De eso
escribo ahora. Ahora soy el hombre feliz que se encontró con la duda. En ella
vivo.
-Luego de tantos años como
editor, ¿cuáles son los libros recomendaría?
-Orígenes, de Amin Maalouf,
Rayuela, de Jorge Cortázar, y Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera
Infante.
-¿Qué tipo de libro le quedaría
pendiente por escribir?
-Muchos, francamente. Quiero
escribir un homenaje al periodismo. Lo haré.
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