LA FICCIÓN HECHA REALIDAD

Acaba de publicarse el libro Ciencia y Superhéroes, en el que sus autores, la escritora y bioquímica Paula Bombara y el periodista Andrés Valenzuela, cuentan cuál es el límite que la ciencia les impone a las hazañas (¿imposibles?) con que cientos de personajes alimentaron y alimentan infancias. La nota original en http://www.revistanueva.com.ar/portal/verNota/520


“Estuvo buenísmo hacer este libro. Sobre todo, porque establecimos un diálogo entre la ciencia y la historieta. Nos hacíamos chistes, surgían frases que daban como para seguir trabajando. Hicimos mucho debate interno. A los dos nos interesan ambos temas”. La frase le corresponde a Paula Bombara, escritora, periodista y autora, junto a Andrés Valenzuela, de Ciencia y Superhéroes. En más de doscientas páginas, ambos explican qué cosas de todas las que hacen nuestros héroes de la infancia son factibles. Se preguntan, por ejemplo, si Superman podría, en la vida real, sobrevivir sin oxígeno en el espacio.

También, qué debería ocurrir para que Bruce Banner se ponga verde y grande y gruñón y muy poderoso hasta convertirse en el Increíble Hulk. O si se puede viajar al futuro. Pero en medio de estas dudas y teorías, aparecen algunas certezas. Por ejemplo, que hoy sea normal comunicarse con otra persona en cualquier parte del mundo y verle además la cara a través de una simple computadora. “Eso era impensado hace años. Y ni hablar del teléfono, que tardaban en instalarlo, y cuando lo hacían, no funcionaba”, agrega Valenzuela. En sus palabras queda la certeza de que todo –¿por qué no?– es posible.

–¿Cómo surge la idea de un libro que mezcla ciencia y superhéroes?
–Paula Bombara: Hace unos años, en una Feria del Libro, di un taller para docentes. Mostraba como disparador cómo la tele podía acercar a los chicos a la ciencia. Después, una docente me preguntó si tenía algo escrito. No tenía, pero me quedó la idea de investigar y unir el mundo de las historietas con el de la ciencia. Soy lectora de historietas desde muy chica. Después me junté con Andrés (Valenzuela) y empezamos a darle forma.

–Andrés Valenzuela: Y nos pusimos a trabajar de manera continuada, sumando temas que iban surgiendo. Para mí, este trabajo representaba no solo la posibilidad de aprender junto a Paula, sino también la de escribir un libro. Pero me encontré con otro aprendizaje, otra disciplina. Aprendí con ella que hay que tener una gran paciencia para escribir un libro.
–P. B: Me encanta, antes de escribir, investigar un buen tiempo. Eso nos llevó muchos meses. Igual que encontrar las estructuras de cada capítulo, saber sobre qué escribiríamos. A veces había tantos personajes y temas que debíamos dejar afuera a muchos de ellos.

–A. V: Es que la historieta, como cualquier arte, refleja su época. El Eternauta, por ejemplo, muestra un momento histórico. Los X-Men también. Y así pasa con todas.
–P. B: Vimos que podíamos reflexionar sobre la época: cómo la historieta y la ciencia reflejan tan bien sus tiempos, desde lo político, lo social. Haciendo este libro nos dimos cuenta de eso. Y con la ciencia pasa lo mismo. Dos miradas distintas que viven el mismo proceso histórico.

Un libro sin final

–Imagino que para hacerlo debieron pasar horas y horas releyendo y viendo historietas.
–A. V: Sí, la investigación nos llevó a ver cómics. Inclusive nos juntamos con amigos para analizar cómo seguir, con qué temas, cuáles no dejar afuera. Fue muy divertido.
–P. B: La realidad es inabarcable y los humanos no podemos abarcarla toda.
–A. V: De última, la ficción no tiene que salir a corroborar datos.

–¿No les asombró la capacidad de inventiva de los distintos autores?
–A. V: Asombra, claro que asombra.

–P. B: Tanto como la inventiva de los científicos. Esos paralelismos también me fascinaron. Miradas diferentes del mundo pero con un compromiso impresionante, que además reflejan la evolución del mundo científico.

–¿Por qué creen que los superhéroes siguen generando tanta pasión?
–P. B: Porque son verdaderos mitos. Por eso siguen vigentes.
–A. V: Son mitos que toman algo de nuestro imaginario. Hablo de la historieta en sentido amplio. Habría que preguntarse por qué también sigue vigente el cine, la música, el teatro. Siguen vigentes porque nos tocan alguna fibra. Los humanos somos lo que contamos qué somos: somos historias. Vos podés relatarle tu propia vida a alguien y según el momento vas a contar lo mismo de manera distinta. No estás cambiando los hechos. Los estás mirando distinto.

–P. B: Además, uno se relaciona afectivamente con ciertos personajes. Y cuando tenés hijos, se los mostrás y generás una relación afectiva con determinada historieta. Mi primer recuerdo de una historieta, que no era de superhéroes, fue la de Tarzán. La leía con mi bisabuela. Y compartir eso con ella fue un lazo afectivo que se establece también con los personajes. A mi hijo no le fomenté Superman, porque no me gusta a mí… (se ríe). Pero hay familias donde pasa al revés.

–A. V: El superhéroe genera esa idea de “poder hacer”. Pero a medida que crecés, ya no te alcanza eso. Te empiezan a interesar otros conflictos. A los 15 o 16 años yo no leía a los mismos superhéroes que a los 12. Y no es porque había aparecido otro más lindo, sino porque habían aparecido otras cosas que me tocaban más: personajes de mi edad, con mis mismas dudas y sueños.
–P. B: Claro, seguramente reflejaban tus intereses.

El futuro llegó hace rato

–¿Creen que el futuro ya llegó?
–P. B: En estos días estuve viendo con mis hijos la saga de Volver al futuro. Lo más futurista que planteaba era 2015 ¡y ya casi estamos en ese año! ¡Es buenísimo! Y volver a verla estuvo genial. Pude revalidar todas las preguntas que se hace el científico. Es una película que superó su tiempo. ¡Qué loco que el 2015 de esa película esté tan lejos del que pensaban entonces, y a la vez tan cerca!

–A. V: Me corro de los cómics. Hace treinta o cuarenta años, en las series de ciencia ficción de televisión, el gran avance consistía en tener un diálogo con otro al que se le veía la cara en una tele. Entonces, era increíble. Y acá, en la Argentina, se esperaban años para tener un teléfono. Sin embargo, hoy Skype está ahí: le ves al otro la habitación, la cara, cómo se ríe y hasta tenés que ponerte una remera más o menos decente. Lo que antes se veía en las pantallas gigantes de los Superamigos hoy lo hacés simplemente con una netbook que no cuesta más de dos mil pesos.

–P. B: En otra escala, hoy se desarrollan motores a propulsión que te colocás como una mochila y navegás sobre un río. Esa mochila toma agua y te hace avanzar. Tenés que recorrer el cauce del río porque necesitás el agua para abastecer tu mochila, pero al menos estás volando.

–A. V: Hoy hasta tenés una 4x4 en Marte sacando fotos.
–P. B: Y también era impensado que una persona superara los 100 años de vida. Y en la actualidad cada vez son más quienes llegan a esa edad.

–¿Sigue intacta la pasión y el sueño por los cómics?
–P. B: Hay historias, como la de Asterix, que sigo disfrutando. Porque son sólidas, están buenísimas. Y hay personajes con los que se establece un lazo afectivo, que forman parte de lo que sos, que ya los vas a querer por más que te digan lo que te digan.

–¿Algún día existirá la espada Jedi, como la que tenía Darth Vader?
–A. V: ¡Todos la queremos! No es enteramente imposible. Es difícil, pero supongo que habrá que tener un generador potente y miniaturizado. Y no se necesita más.
–P. B: En la época en que George Lucas escribió Star Wars no existían las operaciones láser. Hoy, sí. Hasta las cubren las obras sociales.

Sobre los autores

Paula Bombara es bioquímica y escritora de textos para niños y jóvenes. Fue directora de la colección ¿Querés saber? (Eudeba), premiada por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina (ALIJA), en 2005, como mejor colección informativa para niños y que ya reúne más de veinte títulos. Publicó cuentos y varias novelas: El mar y la serpiente (mención White Ravens Notable Books 2006, novela destacada ALIJA 2006) y Una casa de secretos (Premio de Literatura Barco de Vapor Argentina 2011-2012). Andrés Valenzuela es periodista especializado en historietas. Colabora en Cultura y Espectáculos de Página/12, donde lleva una sección de crítica de historieta. Fue coordinador y jurado del Premio Solano López, Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2010.

¿Sabías que...?

Desde los años ochenta, en las aventuras de los superhéroes, gracias a la tecnología, se hicieron más frecuentes las ambientaciones apocalípticas. En esta tendencia apareció primero la hecatombe nuclear, luego los problemas en la capa de ozono y por último el calentamiento global. La ciencia tiene una sólida presencia en las aventuras del Hombre Araña y algunos de sus enemigos son científicos. El Doctor Octopus y sus mecánicas manos inteligentes es uno de ellos. El Duende Verde es un empresario vinculado a la industria química. Y El Lagarto es un científico egresado de la Universidad de Nueva York. Los X-Men se iban a llamar The Mutants, pero cambiaron el nombre una vez que fue descubierta la estructura del ADN. La ciencia juega un papel fundamental en el destino de algunos personajes.

Peter Parker es el Hombre Araña porque lo picó una araña radiactiva. La radiación espacial transformó a Los Cuatro Fantásticos. Y los rayos gamma posibilitaron que el científico David Banner se transforme en el Increíble Hulk. Flash y Superman son de los superhéroes más veloces que existen y avanzan de manera supersónica. Pero como la luz viaja más rápido que el sonido, es inevitable que al llegar a algún lugar después aparezca un sonoro estruendo. Por eso, sus misiones pueden ser rapidísimas, pero no silenciosas. Esto se debe al “cono de Mach”, según el cual “cuando una partícula se mueve a mayor velocidad que la onda sonora que provoca, genera tras de sí un cono envolvente de ondas sonoras que la ‘persiguen’”, explican los autores.

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