DIME QUÉ COMES Y TE DIRÉ QUIÉN SERÁS
Una alimentación variada y nutritiva es fundamental para la salud de
los más pequeños. Sin embargo, cada vez hay más sobrepeso y menos cocina
casera. Un médico especialista y una madre hablan de esta problemática y cuentan
cuáles son sus caminos para generar buenos hábitos alimenticios. Esta nota fue
publicada en la revista Nueva. La versión original,
acá.
“Tomar medidas de cuidado de
manera temprana, orientadas a los mil días críticos de la vida, que es el
período comprendido entre la concepción y los dos años de edad, es lo más
eficaz para prevenir deficiencias de crecimiento y al mismo tiempo disminuir el
riesgo de obesidad. Es que el crecimiento saludable es la consecuencia del
cuidado de pequeños detalles que tienen influencias trascendentales para toda
la vida”. La declaración corresponde al doctor Esteban Carmuega, director del
Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), al hablar sobre la importancia
de la alimentación en los primeros años de vida, hábito que debería prolongarse
en la infancia y mantenerse a lo largo de la vida. En este sentido, una
Encuesta Nacional de Salud y Nutrición dio como resultado que “cuatro de cada
diez niños menores de 5 años padecen alguna forma de malnutrición”. Se trata de
retraso crónico de crecimiento, anemia por deficiencia de hierro u obesidad. “No
se debe sólo a una mala alimentación, sino a varias condiciones que siendo
prevenibles se conjugan en momentos críticos del crecimiento”, agrega el
profesional.
En el caso de la alimentación,
son varios los factores a tener en cuenta hasta llegar a una dieta variada y de
calidad. Tomar leche materna durante los primeros seis meses de vida es el
primer paso. Luego llegará el turno de los alimentos ricos en hierro a manera
de prevención. “El pecho debe ser lo único que recibe un niño hasta los seis meses
de edad; a partir del sexto mes, sin abandonar la lactancia, está en
condiciones de recibir otros alimentos distintos en un proceso que tiene tanto
valor nutricional como de aprendizajes importantes. Alrededor de dos terceras
partes de las madres incorporan antes de los seis meses otros alimentos, lo
cual es un error. La lactancia materna disminuye el riesgo de obesidad infantil”,
se explaya el doctor Carmuega durante su charla con esta revista. Para él, sin
embargo, no se pueden minimizar otras cuestiones. “Una madre que fuma, tanto de
forma pasiva como activa, tiene un mayor riesgo de que sus hijos tengan un bajo
peso de nacimiento y retraso crónico del crecimiento, pero además incrementa su
riesgo de padecer obesidad en la etapa escolar. Pautas de alimentación
temprana, cuidando no sólo el contenido de la cuchara sino además la actitud y
cariño de la madre al administrarlo, permiten que las señales de saciedad
maduren de una manera apropiada y ayuden al niño en la prevención de la
desnutrición y también de la obesidad”, describe. “Todos: padres, equipos de
salud y la sociedad en su conjunto debemos poner un mayor foco en la
alimentación temprana para promover un crecimiento saludable”, agrega a su
explicación.
No existen aún datos completos
acerca de la nutrición en todo el país. Los últimos estudios se realizaron en
base a sólo algunas provincias, por lo que hay escasez de porcentajes
absolutos. De lo que se sabe, se entiende que la obesidad tiene un preocupante
crecimiento. Sobre todo entre los niños y los adolescentes. En 2012, estudios
realizados por el CESNI dieron por resultado que la obesidad afecta al 10% de
los preescolares y adolescentes y al 18% de los escolares. Se conoce además que
el 40% de nuestra población infantil tiene exceso de peso y que uno de cada dos
adultos, también. Y que la prevalencia de obesidad se instala a edades cada vez
más tempranas. Esta tendencia sólo se puede cambiar con hábitos mejores, tales
como la alimentación y una vida menos sedentaria.
“Hay que ofrecer alimentos
variados, de una manera comprensiva, acompañándolos en el aprendizaje de los
nuevos sabores. Es importante comprender la dimensión que representa para un
niño enfrentarse con aromas, sabores, texturas, colores distintos de la leche
humana, aprender una forma de deglución diferente, que implica una posición y
movimientos de la lengua y paladar distintos, y el uso de la cuchara”, describe
el doctor Carmuega al referir a los primeros años de vida. “Es en esta etapa
donde los niños aprenden a decir que no cuanto sienten saciedad y a aceptar
como normal una variedad de alimentos, entre ellos vegetales y frutas. Es un
error muy frecuente exponerlos a un tenor demasiado dulce o agregar azúcar,
miel o sal. Y otro error es que los niños se acostumbren a recibir jugos y
gaseosas cuando deben aprender a saciar la sed con agua”, agrega.
Luego llega la etapa preescolar,
en la que según el especialista “se debe generar el hábito de la comida
compartida, en un ámbito familiar y sin tensiones. Cuando los niños comen
frente al televisor y tienen acceso a la heladera o a la despensa, o cuando
comen jugando y en cualquier lugar, se hace más difícil poner atención en la
comida y existe el riesgo de comer demasiado”. Y aconseja que “no ayudemos a
asociar los momentos de placer con el sabor dulce. Pero si las fiestas, las
visitas, los regalos y los premios se brindan con golosinas, es muy difícil que
los niños no asocien en su cerebro placer con comer dulce. Los niños pueden
aprender desde muy temprano las pautas de una alimentación saludable en la
medida en que toda la familia comparta esos mismos criterios”.
En el mismo sentido, el doctor
Carmuega es crítico del riesgo de obesidad que genera “el picoteo o snacking, ese
consumo de alimentos entre las comidas principales que se realiza de una manera
inadvertida. Pan, galletitas, golosinas y bebidas azucaradas que se consumen
sin mayor control, entre horas, en el recreo o en la calle. Estos consumos
implican más de una tercera parte de la energía consumida y por lo general
tienen una baja calidad nutricional”, dice.
“En los estudios que hemos
realizado en CESNI observamos que los niños copian las pautas familiares”,
analiza para destacar que “en general se tiende a cuidar más la alimentación de
los niños cuando son pequeños y luego reciben menos atención; incluso muchas
veces hay temor de contradecirlos. Sin embargo, la conformación de patrones
alimentarios saludables es un proceso que comienza durante el embarazo y no
termina sino hasta muy avanzada edad”.
Hoy se sabe que aquellos que recibieron
vegetales en su primer año de vida tienden a mantenerlos en su dieta en etapas
posteriores. Como contrapartida, lo mismo ocurre con los que se acostumbran a
altas cantidades de sal. Para Carmuega, estos hábitos “son modificables en la
medida que la familia se comprometa”. Por ello es que la conformación de hábitos
saludables debe comenzar en la gestación.
Sin embargo, y tras señalar la
importancia que tiene un buen desayuno, Carmuega advierte: “Sería un error
pensar que la obesidad es una consecuencia de la mala alimentación. Es una
enfermedad muy compleja, en la que intervienen numerosos factores, como la susceptibilidad
genética, la cantidad y calidad de la alimentación y la actividad física. Hoy muchos
de los factores de riesgo de la obesidad se transmiten también familiarmente y
no sólo desde lo genético”. Por eso señala lo importante que es ejemplificar
con la práctica deportiva desde la familia.
MANOS A LA COMIDA
Carolina Palacios es una mamá
común y corriente. Tiene dos hijos (Benjamín, de 6 años; y Lourdes, de 4) y un
marido, Agustín. Es Licenciada en Comunicación y tomó una decisión tan original
como efectiva a partir de la alimentación de sus chicos. Benjamín tenía que
empezar a comer y las recetas del pediatra carecían de variedad. Buscó ideas en
libros pero no encontró nada novedoso. “Los materiales que encontraba tenían un
punto de vista más bien médico, con introducciones eternas y descripciones
detalladas de todas las propiedades nutritivas de cada uno de los ingredientes…
Y yo buscaba algo más simple y práctico. Recetas que pudiera hacer una madre
cualquiera, que no fuera experta en la cocina. ¡Como Yo! Entonces decidí hacer yo
misma ese libro que me hubiera encantado encontrar. Puse manos a la obra,
porque tenía todo en mi mente y sabía cómo lo quería, cómo se estructuraría,
qué colores tendría. Tenía que ser alegre, completo, confiable, fácil de leer y
de usar, cálido, sólido en su contenido… ”. Entonces hace cinco años inició su
emprendimiento personal. El primer trabajo se tituló “Recetas para mi Benjamín”
y el segundo “Recetas para Lourdes y Bejamín que ya van al jardín”.
Para concretarlo, se inspiró en
su niñez, como dice, y se rodeó de un equipo de profesionales integrado por
María Virginia Desantadina (médica pediatra especialista en nutrición infantil),
Ana María Lobello López (médica pediatra), María Chillado Biaus y Estefanía
Lalor (chefs) y Maru Samuilov (ilustraciones).
“Empecé a probar recetas con
diferentes formatos hasta ver cuáles eran las más aceptadas por ellos, porque
les notaba cierta rebeldía hacia algunos alimentos. Sobre todo con las frutas y
las verduras. Investigué y confirmé que era algo típico de la edad. Y decidí
que no iba a tirar todo por la borda”, le dice a esta revista mientras muestra
los ejemplares de sus libros, llenos de recetas que hacen sencillo y variado lo
que suele ser complicado. “Fueron mis hijos los que me motivaron, los que me
abrieron el camino y me indicaron qué pasos seguir para hacer más fácil lo que
se hace difícil. Por eso quise compartirlo. Y porque entiendo que en la comida
hay mucho amor”, comenta tras recordar lo que sentía cuando le cocinaban tan
rico en sus tiempos de niña.
En ambos libros hay sugerencias,
opciones y materiales para hacer unas comidas diferentes. Para concretarlo, se
inspiró, además de en sus hijos, en lo que comían chicos en otras casas y lo
que le contaban madres en el colegio. “Muchas veces me dicen que no quieren
probar una nueva comida. Entonces la vuelvo a hacer en el corto plazo hasta que
pasa a ser comida habitual. Algunas llevan más tiempo que otras. Por eso hago
hincapié en el formato, como croquetas, buñuelos, tartitas, budines con forma
de muffins, formitas. Muchas veces les gusta más comer con la mano que al
plato. Eso hay que aprovecharlo. Y le doy importancia también a la vajilla: servirles
en platos de plástico con dibujos de sus personajes preferidos, por ejemplo”.
Benjamín y Lourdes no se privan
de las comidas rápidas de shopping, aunque no lo hacen de manera habitual,
cuenta Palacios. “El mito más grande que cayó es el que dice que es más fácil
darles comidas rápidas o pre hechas que cocinarles rico y casero. Lo más
importante para esto es organizarse. Que no te agarre la hora de la comida
desprevenida y sin nada en la heladera. Hacer un menú semanal, comprar las
cosas con anticipación y planificar ayuda muchísimo”, recomienda. “Es muy
importante lo que ven en la casa. Lo hábitos que van adquiriendo desde
chiquitos. Muchas veces, para que terminen de adquirirlos es necesario tener
mucha paciencia y perseverancia. A medida que van creciendo y recibiendo
influencia del mundo que los rodea, mantener algunos hábitos se hace más
difícil. Por eso, la perseverancia y la constancia son clave. Y educar con el
ejemplo, como todo en la vida: si sabemos que lo mejor es que se acostumbren a
tomar agua y nosotros comemos con jugo o gaseosas, les damos un mensaje
contradictorio”, opina también quien impulsa a la fruta como postre y señala
como negativo “pedirles que compartan la mesa familiar mientras nosotros
estamos con el teléfono celular. Eso es, al menos, raro”.
Desde su experiencia, Palacios
suelta algunos consejos: “Es importante no enojarse cuando no quieren comer
algo. Ni optar por el camino más corto de darles lo que sabemos que van a comer
sin problema. Está bueno saber que es un camino difícil. Que seguramente muchas
veces nos frustrará transitarlo; sobre todo cuando invertimos nuestro tiempo en
prepararles algo que ni siquiera quieren probar. Pero debemos siempre tener en
cuenta que es importante no rendirse para ver los frutos”.
RECUADRO 1
EL CHEF QUE REVOLUCIONÓ LA
COCINA
Nacido el 27 de mayo de 1975 en
la ciudad inglesa de Essex, Jamie Oliver se ha convertido en un ícono de la
cocina moderna. En su país lo aman y en el resto del mundo lo respetan por su forma
desacartonada de presentarse. No utiliza uniforme de cocina ni utensilios
complicados, prueba algunas comidas con el dedo, no se anda con vueltas ni
formalismos y hasta se animó a meterse en los colegios. De esta forma, generó
en buena parte de la población infantil entusiasmo por la comida sana.
Aunque la televisión le dio mayor
trascendencia, los libros también fueron su forma de vincularse con la gente.
Dice que la cocina es “prueba y error” y hasta se divierte con sus propias
equivocaciones.
Su pasión por las comidas le
viene de pequeño. A los 5 años ayudaba en la cocina del restaurante de sus
padres y a los 13 trabajaba en otro local como encargado de ensaladas. “Yo me
muestro como soy y eso es lo que le gusta a la gente. Soy como cualquier otro,
pero apasionado por la comida. Eso, a mi público le gusta”, se describió así
mismo.
Su cara solidaria dio mucho de
qué hablar cuando abrió Fifteen, un local en el elegante barrio de Hoxton, en
Londres, para enseñar a cocinar a chicos humildes. Pero también es conocido por
su costumbre de preparar alimentos para niños en edad escolar -a quienes les explica
lo buenas que son los alimentos equilibrados- y por sus enfrentamientos con las
cadenas de comidas rápidas.
Apasionado del rock y de la
batería, y disléxico, suele preparar platos nutritivos en media hora, lo cual
también le valió gran éxito al hacerlo frente a las cámaras de televisión.
Fanático del fútbol, vio la final del Mundial entre Alemania y Argentina en
Brasil, ya que allí planea abrir una cadena de sus restaurantes. ¿Llegarán sus
comidas a nuestro país?
RECUADRO 2
LA
IMPORTANCIA DEL DESAYUNO
Es habitual que se minimice a la
primera comida del día: el desayuno. A veces porque los chicos se levantan
tarde y ya está listo el almuerzo y otras porque deben irse rápido al colegio y
no hay tiempo para nada. Sin embargo, el doctor Esteban Carmuega explica acerca
de su importancia: “Se trata de la alimentación que rompe la situación metabólica
del ayuno nocturno. En el CESNI hemos realizado estudios que demuestran que los
niños que no desayunan tienen una menor respuesta cognitiva y desempeño físico.
Ha mejorado mucho el número de chicos que hoy desayunan, ya sea en su casa o
como parte de los programas de alimentación escolar. En este sentido, se demostró
que el desayuno en la escuela contribuye a que los niños tengan un mejor
desempeño y menor deserción. No caben dudas que es una comida importante,
aunque vemos en las encuestas que en muchos casos esta compuesto por una
infusión sin leche, o con gaseosas o con exceso de azúcar. Hay que aprender a
hacer del desayuno una comida más variada y saludable”.
Otro aspecto en el que este
profesional hace hincapié es el movimiento, no menor cuando se habla de
obesidad. “De a misma forma que se aprende a comer, se aprende a mover”, dice.
Y continúa: “El movimiento no es una actividad que surge espontáneamente sino
que se cultiva desde temprana edad. Nuestro medio ambiente tiende a que seamos
sedentarios, porque hay más horas de estudio, el ocio es más entretenido, los espacios
urbanos son más inseguros o más limitados y las distancias son largas y
necesitan de medios de transporte, que también limitan la actividad física”.
Luego ejemplifica: “A un chico que viaja media hora de ida y media de vuelta en
coche o colectivo y que está cuatro horas en el colegio, otras dos estudiando,
tiene clases particulares de idioma y duerme ocho horas, le queda muy poco
tiempo para la actividad física. Por eso es importante estimular el movimiento
todos los días. Y se puede hacer estimulando actividades imperceptibles, como
ir caminando a hacer una compra en vez de viajar en auto. Diariamente, un niño
debería moverse, por recomendación, alrededor de una hora moderada o intensa por
día. Por eso es necesario que los recreos en los colegios sean activos y se
favorezca alguna actividad física. Hay que cultivar el afecto por el deporte”.
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