“SIN MENTIRAS NO PODRÍAMOS VIVIR”
Lo afirma el escritor español Agustín
Fernández Mallo, durante una entrevista con La Voz, horas antes presentar, en la Feria del Libro, su última
novela, Limbo. Acá,
la nota original, publicada en La Voz del Interior, de Córdoba.
“Sigamos
viajando con una duda: ¿viva o muerta?”, le escribe el español Agustín
Fernández Mallo a este periodista en la dedicatoria del ejemplar de Limbo
(Alfaguara), la novela que presentará en la ciudad de Córdoba. La dedicatoria
tiene que ver con la protagonista de esa historia más que agradable para leer,
compuesta además de la dosis justa de misterio. “Nunca estuve en Córdoba y por
eso es que tengo enormes expectativas”, dice respecto de su presencia en la Feria del Libro. Y agrega:
“Amigos como Jorge Carrión o Eloy Fernández Porta, que la conocen, me hablaron
muy bien de esa ciudad. Estoy muy emocionado de ir hacia allá”.
-¿Emoción?
-Sí,
porque significa un paso importante, ya que siempre estuve en Buenos Aires y soy
de los que creen que un libro no sólo debe conquistar las capitales de los
países, sino que también debe hacerse visible en las ciudades que no son capitales.
Sólo entonces es cuando se puede decir que entra de verdad en un país, pues las
capitales siempre tienen algo de burbuja. Es importante que un libro se extienda
por otros lugares. En este caso, Córdoba. Y yo, encantado.
-¿Cómo explicarías Limbo?
-Es
un libro con tres historias
fundamentales. Una, la de la pareja que hace el viaje por Estados Unidos. Él buscando
una quimera, que es el sonido del fin. Una especie de ilusión última que me
vale para desarrollar el viaje y su relación con una mujer. El sonido del fin
que busca el protagonista es como una quimera que tenemos todos, que a veces
buscamos imposibles. Está también la chica secuestrada. Me interesaba que
contara por su propia voz cómo fue un secuestro. Saber qué ocurre cuando te
cortan todos los lazos. Qué pasa cuando lo único que te queda conocido es tu
cuerpo, la relación con tu cuerpo. Incluso ella relata su sexualidad, algo que
no suele tratarse. ¿Y al final qué es eso?: la reconstrucción de una identidad,
de una persona. Y hay una tercera historia, que es la de los músicos que se van
a un castillo del norte de Francia a grabar un disco que creen definitivo. Allí
se crea una novela diferente, casi gótica, de misterio. Pero el misterio no
viene a través de los efectos de historias de fantasmas, sino de objetos
cotidianos. Me interesaba contar cómo un simple cd puede generar un
extrañamiento a través del sonido, que es uno de los protagonistas. Estos personajes
lo que hacen es intentar darnos otras caras de la realidad, que no vemos. Hay
un manejo de la memoria, de los recuerdos, de lo antiguo, del tiempo. Cuando
los personajes evocan algo del pasado, como un cuadro, por ejemplo, no hay una
mirada nostálgica. Sino que el pasado viene al presente para hablarnos, para
construir. El pasado no viene para cantar una pérdida, sino para ayudarnos a
crear una identidad actual.
-El libro se cierra con una serie de relatos
cortos, que sirven como complemento de las historias principales. ¿Por qué?
-Es un
tercer libro, que me resulta muy importante. ¡Nadie me pregunta por esa parte!
En todo el libro cada personaje cuenta desde el yo, desde su voz, su propia
historia. Pero quería darle otra visión saliendo de los personajes, vistos como
desde un Google Maps que en vez de mapas tuviera informaciones. Me parecía
vertiginoso contar que nuestra identidad se está convirtiendo en una masa
informativa que puede verse desde afuera también. El mundo está totalmente
interconectado. Y nosotros también.
-Mencionás a tres escritores argentinos:
Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges y Martin Caparrós. ¿Por qué ellos?
-Me
salió; no hay motivo especial. Cuando escribes a veces las cosas son más
azarosas de lo que crees. En mi caso, escribo sin hacer ningún esquema del
libro. No sé a dónde voy. Cuando vas por la página 100, sabes tanto del
personaje como yo, que no tengo ni idea de a dónde irá. Y esos tres autores
están en mi cabeza. Sábato porque me gustó mucho Uno y el universo y casualmente
escribí eso el día en que murió. Borges porque está en toda mi producción, es
uno de mis maestros. Y Caparrós porque me parece uno de los grandes cronistas
de nuestra época; además, justo vi su nombre en una revista mexicana y decidí
incluirlo. No hay más que eso.
-¿Por qué hacés hincapié en la relación
padre-hija a través de las fotos?
-Porque
de eso se habla poco. Igual que de las relaciones madre-hijo. E incluyo fotos
porque creo que tienen un mecanismo mucho más misterioso que el cine o la
literatura. Cuando se hace una foto, la gente mira a cámara. Quería contar una
imagen desde una mirada que no apunta al objetivo y desde ahí desarrollar algo
más.
-También referís al comienzo y al final de
las cosas. ¿Qué lugar ocupa el ‘mientras tanto’?
-Me
interesa mucho lo que pasa en el medio. Que es el limbo, una especie de
tránsito, dinámico, en el que pasa algo. Ese limbo es también un personaje,
porque provoca cosas. Como el sonido, que está presente en los personajes.
-En varios tramos aparecen el fútbol y la
religión, a través del Nuevo Testamento. ¿Son temas importantes para vos?
-¿Aparece
el fútbol? No me interesa nada el fútbol. Es casual. Nunca miro partidos.
Aunque si tengo que hacerlo y hay que fingir que me gusta, los miro. Pero
admito la capacidad que tiene ese deporte como para mover algo muy interior,
inclusive a quienes no nos gusta. Y también tiene algo de fanatismo, de
religión. Respecto al Nuevo Testamento, lo encontré una noche en una habitación
de hotel de Guatemala hace unos años y, aburrido, empecé a ojearlo. Me di
cuenta de que se trata de un libro muy moderno, potente, que contiene
microrelatos. Es una remake de la vida de una persona, que es Jesucristo, con
relato coral, colectivo. Y esa misma noche empecé a escribir este libro, Limbo.
Uno de los músicos lleva eso al extremo de decir que el Nuevo Testamento
prefigura la literatura blog.
-¿Por qué creés que lo desconocido es lo que
nos une a los demás?
-Eso lo
dice un protagonista. Construyo personajes y no siempre comparto lo que piensan.
Pero en este caso estoy bastante de acuerdo. Porque creo que la incógnita sobre
el otro es tan importante como lo que uno sabe. Dicho de otro modo, si
conocieras al cien por cien a quien tienes adelante, lo abandonarías. Sin el
misterio se pierde el encanto. El interés puede ser entonces momentáneo, pero
luego te puede aburrir.
-Hay muchas referencias a la importancia de
la ignorancia y la mentira.
-Sí,
claro. Si no existieran mentiras no podríamos vivir. Como decía Borges, decir
siempre la verdad es una pedantería ética. Pero creo también que es imposible
decir siempre la verdad. Hay una capa de mentiras que es inherente a la propia
realidad. Aparte, ¿para qué saber toda la verdad? La mentira forma parte de la
verdad, también.
Alejandro Duchini
PERFIL
Agustín
Fernández Mallo nació en La
Coruña, España, en 1967. Es físico y escritor. Ha publicado,
entre otros títulos, Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del
Tractatus, Nocilla Dream, Nocilla Experience, Nocilla Lab y –recientemente-
Limbo. En 2011, su libro El hacedor (de Borges) Remake tuvo que ser sacado de
circulación por una decisión judicial impulsada por María Kodama. Mucho fueron
los escritores que apoyaron a Mallo.
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