UN AÑO, DIEZ LIBROS, CIEN PALABRAS
A continuación analizamos diez
títulos publicados durante 2014 en nuestro país. La elección es totalmente
arbitraria y personal. La idea, y esto no tiene un por qué, era que cada uno
estos libros sea descripto en cien palabras. Ni más ni menos. La
original, acá.
UN HOMBRE ENAMORADO, DE KARL OVE
KNAUSGARD (ANAGRAMA). Este escritor noruego publicó seis novelas
autobiográficas reunidas en un proyecto literario titulado Mi lucha. La primera
se llama La muerte del padre. De manera genial describe su papel como hijo de un
hombre al que la muerte lo encuentra en total decadencia. Después de leerla no
veía el momento de que se publique en español Un hombre enamorado, que es la
segunda parte y está buenísima. Acá cuenta su rol de padre y esposo. No se
arrepentirán de su lectura. Es de lo mejor que se publicó en 2014. La terminé y
empecé a preguntarme cuándo aparecerá la tercera.
SOLEDAD & COMPAÑÍA, DE
SILVANA PATERNOSTRO (SUDAMERICANA). Es una biografía de Gabriel García Márquez
basada en entrevistas que la periodista colombiana hizo a diferentes allegados
al escritor fallecido el 17 de abril pasado. Este trabajo es una buena excusa
para conocer al autor más allá de sus libros. Sobre todo porque su muerte aún
está fresca o porque en unos meses, al cumplirse el primer aniversario,
aparecerán más obras de este estilo. Y leer lo que escribió Paternostro es una
forma de anticiparse a lo que vendrá y saldrá en los medios. Como ella bien
escribe: “Es un retrato humano de alguien que se convirtió en leyenda”.
EN AUSENCIA DE GUERRA, DE EDGARDO
COZARINSKY (TUSQUETS). Porque suelo leer a Cozarinsky me metí en este libro que
cuenta una historia bellísima que, gracias a que está tan bien escrita, parece
más bella todavía. Hay amor, venganza, odio, melancolía y sorpresa. Un cóctel
que, de entrada, asegura una gran lectura. Lo recomiendo. Aunque sea para
leerlo más adelante. Tal vez para contradecir al autor, cuando escribe que
“dentro de una generación, pienso sin mucha tristeza, mis libros estarán
olvidados”. Tal vez no sea uno de esos libros inolvidables, perfectos. Pero sí
es de esos a los que se destinará una tranquila relectura al bucear en la
biblioteca.
CIRCUNVALACIÓN, DE IGNACIO
CAMDESSUS (LIBROS DEL ZORZAL). La breve novela que tiene a Celis como
protagonista fue una de las más agradables sorpresas del año a nivel local. No
sólo por lo bien escrita, sino porque la historia engancha al lector en un mar
de hechos protagonizados por un tipo separado que hace todo por una buena
relación con su hijo. Y en lo posible, con su ex, que no lo quiere ni ver. Todo
en un ambiente algo decadente. Pero aparecerán otros personajes en este debut
novelístico de Camdessus. Elogiado por Juan Sasturain y Eduardo Sacheri, ojalá
que este autor irrumpa otra vez con algo así.
CEROCEROCERO, DE ROBERTO SAVIANO
(ANAGRAMA). Desde que leí Gomorra, a fines de la década pasada, el italiano
Roberto Saviano se convirtió en uno de mis autores preferidos. Su narrativa al
hacer periodismo de investigación es de las mejores que puedan encontrarse. Lo
hizo excelentemente con ese libro que trataba sobre la camorra. Lo volvió a
hacer con este más que recomendable trabajo, donde describe con detalles a
veces escabrosos el mundo y el submundo de las drogas. El crecimiento de su
comercio en México, Colombia, Italia y Estados Unidos, con los asesinatos como
forma de llevarlo adelante, es el tema central de este libro imperdible.
CONTAR EL JUEGO – LITERATURA Y
DEPORTE EN LA ARGENTINA,
DE ARIEL SCHER (CAPITAL INTELECTUAL). En un año plagado de libros sobre fútbol,
especialmente de la
Selección, motivado por el Mundial, este trabajo del
periodista Ariel Scher es, a mi criterio, de lo mejor que apareció. Scher
escribe tan lindo que es un placer leerlo. Y ni hablar cuando a eso se le suma
un tema que, al menos en mi caso, es muy interesante. En más de 250 páginas
cuenta la vida de nueve escritores y sus vínculos con el deporte. Se trata de
Eduardo Sacheri, Haroldo Conti, Julio Cortázar, Osvaldo Soriano, Roberto
Fontanarrosa, Juan Sasturain, Adolfo Bioy Casares, Rodolfo Braceli y Martín
Caparrós.
HISTORIA DEL TURF ARGENTINO, DE
ROY HORA (SIGLO VEINTIUNO). ¿Sabían que Gardel se “escapó” de La Pampa para viajar en tren a
Buenos Aires y ver un Premio Nacional? ¿Y que el turf, a comienzos del Siglo
XX, era más masivo que el fútbol? Esos y muchos otros datos impensados aparecen
en este trabajo del historiador Roy Hora. Pero lo interesante no es sólo la
descripción del mundo de las carreras de caballos y las apuestas. Sino que se
repasa la historia social de Argentina, un país muy marcado por la presencia de
estos animales que cruzaron y cruzan todas las sociedades. Ideal para quienes
les gusta leer historia.
NI PUEDO NI QUIERO, DE LYDIA
DAVIS (ETERNA CADENCIA). Es un libro de relatos al que llegué de casualidad.
Desde que lo comencé me sentí con ganas de leer cada uno de los textos,
directos y originales. Fuera de lo común. Cortísimos algunos, largos otros.
Esta novelista norteamericana bien merece ser leída. Y la prolija edición de
Eterna Cadencia –como ya es costumbre- suma. De trivialidades, Davis saca
grandes o interesantes temas. Una visita al dentista, una mujer de 30 que no se
quiere ir de la casa de la infancia pero que busca un hombre y otra que extraña
a quien duerme a su lado son algunos ejemplos.
SER FELIZ ERA ESTO, DE EDUARDO
SACHERI (ALFAGUARA). Cuando Sacheri ya no tenga el mote de escritor de relatos
futboleros y se lo empiece a tomar como un escritor, a secas, esta novela tal
vez sea un claro ejemplo. Cuenta sobre una adolescente que quiere conocer a su
padre y de un día para el otro le toca el timbre de la casa y se le presenta.
Al hombre se le mueve el piso. Y a su pareja, más. Empiezan los conflictos
hasta llegar a un final que, confieso, me provocó algunas lágrimas. Tal vez sea
exagerado, pero me pasó. El verano es una buena excusa para leerlo.
LA PRIMERA PIEDRA, DE
ADRIÁN ARGENTO (MONDADORI). Esta novela me llegó por su autor, quien primero me
escribió y luego me la mandó. Le prometí leerla y la verdad es que me gustó
mucho, tal como se lo dije a él. Habla de la ausencia de la justicia, algo tan
argentino. Y deja al lector impotente ante la muerte de una familia (dos chicos
y su madre), cuyo padre es el único que se salva y debe sobrevivir con ese
calvario. Encima, sabe que quien provocó el accidente es un joven de clase alta,
caprichoso, que se mueve con impunidad, avalado por sus padres, gente de poder.
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