EL CINE ARGENTINO, EN LAS GRANDES LIGAS

El domingo 22, cuando se realice la ceremonia de entrega de los premios Oscar, Argentina estará presente a través de la película Relatos Salvajes y de los guionistas Armando Bo y Nicolás Giacobone, por Birdman. Para entender cómo se llega a esta situación, Nueva dialogó con referentes de nuestra industria cinematográfica. La nota fue publicada en Nueva (puede verse acá) con motivo de la candidatura de Relatos Salvajes a los Premios Oscar 2014.


Corría marzo de 2010 cuando se anunció que la argentina El secreto de sus ojos se quedaba con el Premio Oscar a la Mejor Película Extranjera. Había sido estrenada el año anterior. Las críticas no dejaban de exaltarla. Los cines se llenaban con público deseoso de verla y comentarla. Fue un fenómeno que tuvo como referentes a los actores Ricardo Darín, Guillermo Francella y Soledad Villamil y al director Juan José Campanella. La historia policial, con un toque de fútbol, se basaba en un libro escrito por Eduardo Sacheri: La pregunta de sus ojos. La industria cinematográfica argentina volvía a tocar el cielo con las manos. La primera vez había sido a mediados de los 80, con La historia oficial, en el mismo rubro. El país era otro. Nuestro cine, también.
Ahora, en la antesala de la 87ma. entrega de los Oscar, Argentina vuelve a estar presente. Por un lado, con el boom de 2014: Relatos salvajes, dirigida por Damián  Szifron y con un elenco compuesto, entre otros, por (de nuevo) Darín, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg y Darío Grandinetti, que se presenta como candidata a Mejor Película Extranjera. El otro film es Birdman (Estados Unidos), del mexicano Alejandro González Iñárritu, que entre sus nueve nominaciones tiene la de Mejor Guión, escrito por la dupla argentina integrada por Armando Bo y Nicolás Giacobone.
“Vivimos un momento excelente de nuestro cine, algo que se fue dando de manera progresiva, atrayendo a un público muy variado. Desde 2008 o 2009 se ha recuperado un espacio. Y 2014 fue paradigmático, resumido en la candidatura al Oscar de Relatos salvajes. Sin dudas, el que pasó fue un año muy prolífico”, le dice a esta revista Vanessa Ragone, productora ejecutiva de El Secreto de sus ojos y directora de INCAA TV, el canal del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Coproducción argentina-española, ese film se convirtió en uno de los más taquilleros en la historia de nuestra industria cinematográfica, con casi tres millones de espectadores. Relatos salvajes no se queda atrás: alrededor de 450 mil espectadores la vieron en su primer fin de semana de exhibición y más de tres millones y medio desde su estreno. Cannes, Toronto, Londres y San Sebastián son algunos de los quince festivales internacionales en los que se presentó. “Nuestras películas compiten en todos los lugares posibles. Corea, Estados Unidos, Berlín. Donde sea”, acota Ragone, para quien “Relatos salvajes es un gran ejemplo de lo que se vive en esta industria. Es una película que trasciende el divertimento, que se ha vuelto social, porque en cualquier charla o reunión de amigos se habla de ella. Lo mismo había pasado en su momento con El secreto de sus ojos”. Y agrega: “Tener una película candidateada al Oscar es excelente desde todo punto de vista. Porque eso hace que el mundo mire nuestro cine. De hecho, en este momento debe haber algún productor chino que está viendo una película argentina para promocionar en su país. Y lo mismo se repite en todo el mundo”.

NUEVOS TIEMPOS
Ya a principios de los años 2000 se perfilaba una nueva etapa para nuestro cine, con la nominación como Mejor Película Extranjera en los Oscar de El hijo de la novia, de Campanella, rubro en el que se impuso la bosnia En tierra de nadie. Otros dicen que este momento comenzó antes. “Desde mediados de los 90 se pegó un gran salto de calidad. Por un lado, gracias a la Ley del cine. Y por otro, debido a la aparición de muchas escuelas de cinematografía, que generaron una gran calidad, que se ve reflejada en las nominaciones y premios internacionales. La calidad técnica de nuestro cine es muy buena”, opina el periodista especializado Gustavo Noriega, ex director de la revista El amante.
En los 90 se hablaba de un nuevo cine argentino, que había despertado el interés del público con películas como Rapado (Martín Rejtman), Pizza, birra, faso (Bruno Stagnaro y Adrián Caetano) y Mundo Grúa (Pablo Trapero). Desde los 2000, entre otros títulos de buena repercusión, se estrenaron El bonaerense (también de Trapero), El abrazo partido, Derecho de familia (Daniel Burman), El aura (Fabián Bielinsky), Carancho (Trapero), Aballay (Fernando Spiner) e Infancia clandestina (Benjamín Avila). Al mismo tiempo, se afianzaron otros directores, como Lucrecia Martel (su película La ciénaga fue producida por Pedro Almodóvar) y Lisandro Alonso. Y además se generó una fórmula del éxito compuesta por apellidos que se volvieron ilustres: Darín, Francella, Campanella y Szifron.
“El cine argentino tiene por un lado las películas de Francella y Darín y por otro las subsidiadas. En el medio hay una franja de films a las que les cuesta insertarse, mostrarse”, advierte Noriega en su charla con Nueva.
Otro crítico especializado, director de La cosa cine, periodista de Vorterix y Director de Programación en el Centro Cultural General San Martín, Guillermo Hernández, dice cuando se le consulta acerca del momento actual de esta industria en el país: “Siempre me pregunto qué entendemos por ‘un buen momento’. Me pregunto si ‘un buen momento’ tiene que ver con una o dos películas que logran buenas recaudaciones o si hablamos de la calidad. Se puede especular con la idea de que está mejorando su nivel con la llegada de más películas y, por ende, algunas de buena factura. Creo que la llegada a su primer film de decenas de nuevos directores tiene que traer, si o si, algunas buenas películas que, sin dudas, van a mejorar la calidad de nuestro cine”. Y luego, acerca del por qué, sostiene: “La verdad es que no existe una sola razón. Lo primero que creo es que hubo una apertura a otros cines desde la organización de los premios Oscar. También entiendo que en el caso de La Historia Oficial fue un guiño político de Estados Unidos a nuestro país, muy golpeado por la dictadura. El Secreto de sus Ojos tuvo lo suyo por calidad y porque se esforzaron por hacer el lobby necesario. Las otras nominaciones fueron oportunas y valederas. Veremos qué pasa con Relatos”.
Nieto del legendario director de cine, Armando Bo también puede ganarse un lugar en la historia del cine argentino junto a su primo Nicolás Giacobone. Realizaron el guión de Birdman, que junto con El Gran Hotel Budapest son las más nominadas en esta edición de los Oscar, en nueve rubros. Además, Birdman –protagonizada por Michel Keaton- va también por mejor película, actor y dirección. Juntos, Bo y Giacobone habían incursionado en la misma área con el film Biutiful, en 2011, cuando candidata a mejor película extranjera se quedó con las ganas. Ahora el panorama es otro. Al menos Birdman cuenta con el aval de haber ganado un Globo de Oro al mejor actor.
Para Noriega “los números son claros” al referir a la actualidad de nuestro cine, aunque no todo es color de rosa: “Hay muchos estrenos por año, alrededor de 150. Pero la mayoría del público se reparte en muy pocos títulos, unos cinco. Y eso es un problema. Porque los más viables, más exitosos, son los que tienen a Francella y Darín, pero al mismo tiempo hay sobreproducción”.

EL FUTURO
“Algunas películas tienen valores interesantes y, como en otras latitudes, hay otras que son para el olvido. Pero eso pasa también en los Estados Unidos, en Europa y, podríamos decir, en el mundo entero. En todos lados hay buenas y malas películas. Muchas de las que se estrenan acá son las buenas o más o menos buenas, por eso parece que afuera son todas de calidad. Porque las horribles nadie las compra para estrenar”, dice Hernández al hablar de la calidad de las producciones a nivel global que llegan a nuestro país.
En tanto, Ragone hace hincapié en las mejoras técnicas que derivaron en este presente alentador para los films argentinos y todo lo que gira a su alrededor: “También ha mejorado la técnica para hacer películas. Por ejemplo, hay mayor equipamiento, lo que redunda en una mejor calidad de producto terminado. Las mejoras son muchas. Un ejemplo puntual es el del sonido, que era una gran deuda de nuestro cine. Y en eso se avanzó muchísimo. También hay más escuelas de cine. Antes había una sola y hoy son un montón. Y al mismo tiempo se trabaja más y mejor en los guiones. También hay más cine de autor, que tiene un público menos masivo. Son muchos, entonces, los factores que alientan lo que se vive. Se puede hablar puntualmente de un cambio en la forma de hacer las cosas”. “De todos modos, no podemos apuntar a Hollywood, porque eso es algo inalcanzable, es una excepción a nivel mundial, junto con la India”, opina Noriega.
Acerca lo que se viene tras esta etapa de cine, y más allá de lo que ocurra con Relatos salvajes, Guillermo Hernández refiere que “en el futuro si cien nuevos directores llegan a su primer film, con que uno, sólo uno, haga una buena película, el cine nacional mejora. No puede empeorar”. Con una mirada algo más global sobre el mismo tema, Ragone entiende que “el objetivo es mantener este nivel. Es una apuesta del Instituto Nacional del Cine, que es la base. Pero debemos trabajar en ese sentido: actores, guionistas, directores, productores. Porque todos tenemos una dosis de responsabilidad”.
Y luego, tal vez como resumen de lo conversado, suelta: “Por más que se produzcan muchas películas, no hay que dejar de pensar en el público. El compromiso es pensar siempre en el espectador”.

Alejandro Duchini

RECUADRO 1
LA VOZ DE LA TITULAR DEL INCAA, ANTONELLA DENEGRI
La titular del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), Antonella Denegri, habló con Nueva acerca de la actualidad del cine argentino, poco antes de la entrega de la 87ma. edición de los premios Oscar.
-¿Cómo califica la situación del cine argentino actual?
-2014 va a ser recordado como un año muy importante para el cine nacional, y esa gran performance podemos verla expresada tanto en las cifras récord que alcanzó nuestra industria cinematográfica, como en los acontecimientos que afirman la creciente valorización de las producciones nacionales en el país y en el exterior. En 2014 se produjeron más de 140 películas nacionales, entre ficciones y documentales, y se vendieron más de 48 millones de entradas, al tiempo que creció y se consolidó la preferencia del público local por las producciones argentinas. Por primera vez en la historia el cine nacional alcanzó casi el 20% total de la taquilla, lo que significa que de cada 10 entradas que se vendieron en el último año, dos fueron para films argentinos.
-¿Por qué se llega a esto?
-Sin duda alguna, estos signos de crecimiento no son casuales. Quiero decir que sólo es posible analizar las curvas ascendentes en la industria audiovisual en el marco de un crecimiento general, íntimamente relacionado con la recuperación de otros derechos, y con políticas públicas hacia las industrias culturales.
-¿Qué importancia tiene para la industria cinematográfica argentina que Relatos Salvajes compita por un Oscar?
-En principio, es una gran una alegría que una película argentina esté compitiendo nuevamente en una de los eventos cinematográficos más importantes a nivel mundial. Es la séptima nominación en la historia de nuestro cine, y nos genera un gran orgullo el reconocimiento que Relatos Salvajes ha logrado en los festivales internacionales donde participó y, por sobre todo, la emoción que despierta en el público argentino. Pero lo más importante es que ese mismo público haya elegido masivamente llenar las salas para acompañar a la película de Damián Szifrón, que con más de 3.600.000 espectadores alcanzó una recaudación de más  de 151 millones.
-¿A qué se debe que Argentina tenga mayor participación internacional?
-En los últimos años hemos desarrollado una gran cantidad de planes y políticas federales para incentivar y promover la producción argentina, permitiendo que haya más contenidos, más diversidad y más apertura para posicionar a las realizaciones nacionales en el exterior. El INCAA lleva adelante políticas de coproducción muy abiertas, logrando que hoy el país mantenga acuerdos no sólo con países latinoamericanos, sino también con otros fuera de la región, como Corea, Angola, Bélgica, Alemania, Suecia, Francia e Italia. Este proceso se ve fuertemente reforzado por el éxito del mercado de cine regional, Ventana Sur, que hace cinco años produce el INCAA con el Marché du Film del Festival de Cannes en Buenos Aires, y que permite que centenas de distribuidores y vendedores de todo el mundo conozcan las películas de la región y los distintos proyectos en desarrollo.
-¿Qué le gustaría mejorar de nuestro cine en el corto plazo?
-Nuestro objetivo es seguir profundizando las líneas de trabajo que desarrollamos y que creemos que son una garantía para el crecimiento de esta industria. Vamos a insistir en el desarrollo de planes que permitan federalizar la producción, brindando más herramientas financieras y de formación, para que cada vez haya más trabajo en el sector audiovisual y más diversidad de contenidos y formatos. Además, seguimos impulsado un proceso de reestructuración tecnológica que permite que actualmente el 80% de las salas de cine de la Argentina cuenten con sistema digital, asegurando la mejor calidad de imagen y sonido. Fomentar las producciones en el país, ampliar los espacios de formación y exhibición y preparar la estructura del circuito cinematográfico nacional de cara al nuevo paradigma digital, conforman parte de los objetivos que nos comprometen a corto plazo.

RECUADRO 2
ARGENTINA, ESCENARIO DEL MUNDO
“Que vengan desde otros países a filmar es genial, porque quiere decir que se considera a la Argentina técnicamente interesante”, opina Vanesa Ragone sobre otra faceta que suma puntos para nuestro cine: las producciones extranjeras que elijen rodar en diferentes puntos de nuestro país.
De las últimas décadas, hay ejemplos que dieron mucho de qué hablar, como Evita, con Madonna, en la Casa Rosada; Highlander II en la misma Buenos Aires; Siete años en el Tíbet, en Mendoza y La Plata, con Brad Pitt; Moonraker, del legendario agente 007 James Bond cuando lo interpretaba Roger Moore, que tuvo unas escenas con lanchas en el lado argentino de las Cataratas del Iguazú. El mismo lugar por el que pasó la producción de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, con Harrison Ford. Más acá en el tiempo, los porteños barrios de La Boca y San Telmo fueron el escenario de Tetro, de Francis Ford Coppola.
“Se trata de un gran reconocimiento que además genera puestos de trabajo y aprendizaje para nuestra gente”, agrega Ragone.
En cuanto a la exposición de las películas, la productora sostiene que “tenemos una competencia muy fuerte, que es la del cine norteamericano. Eso nos obliga a llegar a las salas haciendo una fuerte promoción previa para que la gente conozca la película que vamos a presentar. Porque hay cuatro días fundamentales, que son los jueves, viernes, sábado y domingo, para mostrarse y tener un panorama de cómo le irá a determinado film. Si en esos días no pasada nada, la cosa se complica”.

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