PISTORIUS: DEPORTE, TRAGEDIA Y BUENA LECTURA
El nuevo libro del
periodista John Carlin, Pistorius – la sombra de la verdad, cuenta en detalles
la vida del atleta sudafricano, haciendo hincapié en la noche en que mató a su
pareja, la modelo Reeva Steenkamp. Una historia digna de leerse. La original, acá.
“Si no fuera verdad, nadie la creería. Si me
presentara en una editorial y dijera que tengo la historia de una persona que
nació con una malformación congénita, a la que le amputaron las piernas cuando
tenía once meses, que corrió en los Juegos Olímpicos, que se hizo famoso
mundialmente, y que el día de San Valentín mató a su esposa, no me la creen. Dirían
que estoy loco. Si lo propongo como ficción, sería más creíble. Me intrigó lo
inverosímil de esto. Y quise profundizar el tema”. Así explicó el periodista y
escritor británico John Carlin, desde Londres, en diálogo con La Gaceta, por qué eligió contar
la historia de Oscar Pistorius, el atleta sudafricano que se hizo mundialmente
conocido por correr con prótesis de fibras de carbono y llegar a las mejores
marcas en distancias clave como las de 100, 200 y 400 metros.
Carlin cuenta todo eso con detalles en un gran
libro que se titula Pistorius – la sombra
de la verdad (Planeta). Son casi 400 páginas a puro vértigo. En ellas se
repasa la vida de alguien que a los 28 años lo tuvo casi todo y lo dilapidó. Precisamente
en la noche del 14 de febrero de 2013. Fue cuando disparó en su casa contra su
pareja, la modelo Reeva Steenkamp. Falleció en el instante. Él dijo haberla
confundido con un ladrón. De eso, Carlin le dará a este diario un dato
determinante: “Cuando ocurrió aquello y consumí la noticia como cualquier
persona, pensé que ese tipo era un monstruo que mató deliberadamente a su
mujer. No creí aquello de que pensó que entraba un ladrón a su casa. Pero luego
profundicé en el personaje y me di cuenta de que por más loca que sea su
versión, era posible. Una periodista a la que entrevisté me contó que un año
antes de que participara en los Juegos Olímpicos le preguntó si había algún
momento en que se sintiera vulnerable y él le dijo que sí: ‘Cuando estoy solo en
la cama, de noche, y me quito las prótesis. Si oigo un ruido en la noche me
asusto’. Eso me chocó mucho. Hizo cuestionarme mis ideas fijas sobre lo que
pasó”.
Pistorius fue acusado por homicidio premeditado.
Sus defensores aludían que disparó por creer que un intruso había ingresado a
su domicilio. En octubre pasado fue condenado a una pena firme de cinco años de
prisión. Carlin describe aquello con una minuciosidad que deleita. Fueron, al
fin de cuentas, 18 meses de trabajo. Con entrevistas al propio corredor y a
gente de su entorno y otros allegados, como familiares, policías, abogados y
hasta el cirujano que le cortó las piernas. Un gran hallazgo.
“Es alguien fascinante, con múltiples
personalidades. Todas ellas extremas. Valiente, perseverante en lo deportivo.
Pero por otro lado vulnerable y lleno de miedos. Descubrí a una persona extremadamente
generosa y egocéntrica. Extremadamente cortés, pero que sucumbe a rabias desproporcionadas.
Todo es in extremis con este hombre”, describe Carlin al hablar de sus
encuentros con Pistorius. Y agrega: “Hablamos dos veces. Lo ví muy cortés, con
modales exquisitos. De repente tremendamente vulnerable, como un nene de 5 años
al que se le fue la mamá. Y luego lo veía como una persona indefensa,
angustiada. Estando con él ví esas diferentes y contradictorias facetas de su
personalidad. Hablamos de fútbol, de política y de gastronomía. Fue muy difícil
llegar a él y a su familia. Tardé bastante en conseguirlo. Me hubiera gustado
hablar más con él. Pero a la vez logré más acceso del que pensaba al comenzar a
trabajar en el libro”.
Cuando este diario le pregunta qué diferencias
encontró entre el Pistorius de las noticias y aquel al que conoció personalmente,
responde: “Empecé viéndolo como alguien monstruoso, asesino y criminal y del
que habíamos exagerado sus virtudes antes del incidente. Es lo que ocurre
siempre. Pero una vez que se profundiza con cualquier ser humano, suele haber algo
de simpatía por esa persona, por más malo que haya sido lo que hizo”. Y agrega:
“En cierto modo, fue víctima de su propia vida. Nunca se sabe hasta qué punto
uno puede controlar las cosas que le pasan. En este caso, hay varias: le
amputaron las piernas a los 11 meses, la separación entre sus padres fue muy angustiosa,
su madre bebía y era paranoica y se dormía con una pistola bajo la almohada
porque tenía pánico a los robos, murió cuando él tenía 15 años y estaba
internado en un colegio, su padre no estaba presente. Se suman los factores y
no es que lo absuelva de responsabilidad por matar a la chica, pero al menos
hay elementos como para entender que todos podemos terminar en casos
complicados, si se dan algunas cosas tan extremas”.
“Creo que las personas se dividen en dos en
cuanto a su relación con la fama y el dinero. Algunos se dejan devorar por eso y
otros logran separarse del personaje público y saben que el auténtico es el
hijo de su papá y su mamá. El de Rafa Nadal es un caso opuesto al de Pistorius.
Nadal una vez me dijo que estaba El Rafa, que juega bien al tenis, y el Rafael,
al que su familia conoce tanto. ‘No voy a dejar que el primero contamine al
otro’, resumió. El caso de Pistorius es distinto: no tuvo familia. Su madre
murió a los 15 años, su padre prácticamente desapareció. No tenía un entorno
que le recordara que era mortal en vez de inmortal. La fama lo acabó devorando
y lo confundió”, profundiza Carlin antes de destacar “lo difícil que fue hacer
este libro” y “la grane experiencia personal” que le significó.
Todo lo demás está en esas páginas que reflejan
una vida llena de altibajos. A pesar de que desde afuera sólo se vean luces.
PERFIL
John Carlin nació en Londres en 1956). Desde
1981 vivió en Buenos Aires, donde ejerció el periodismo. Después fue
corresponsal para diferentes medios en México, El Salvador, Sudáfrica y Estados
Unidos. Ha publicado varios libros, pero El
factor humano, de 2009, es uno de los mejores. Allí recrea la vida de
Nelson Mandela a través de los Springboks, la selección de rugby de su país.
Esa historia llegó al cine como Invictus, dirigida por Clint Eastwood.
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