BEATRIZ SARLO: “LOS CAMBIOS CULTURALES NUNCA SE MIDEN POR PRESIDENCIAS”
En la mañana del 24 de marzo, Beatriz Sarlo recibió a La Gaceta en su oficina para
hablar de un amplio abanico de temas. Entre ellos, la situación del país, los
medios de comunicación, su papel de intelectual, su infancia y hasta de tenis. La nota versión final del diario, acá.
Un viejo edificio del centro de
Buenos Aires es el escenario para el encuentro con Beatriz Sarlo, una de las
intelectuales más importantes del país. A muy pocas cuadras, y un par de horas
después, la Plaza
de mayo será el escenario de una marcha para conmemorar los 39 años del último
Golpe de Estado. Ese es el tema con el que iniciaremos la charla, que abarcó un
buen tramo de la mañana. De visible buen humor y gentileza, Sarlo no sólo
contestó preguntas, sino que también disparó temas que añadía a algunas
respuestas. Lo interesante es que conversar con ella obliga a pensar. De la
actualidad argentina pasamos a conversar sobre cómo se ubica nuestro país en el
mundo, del trato que se dio desde algunos medios de comunicación a la muerte
del fiscal Alberto Nisman, de la lectura de diarios, de sus libros y hasta de
aquel episodio en el que ella sola frenó al equipo de 678 e incomodó a Orlando
Barone. Y también hablamos de su pasión por el tenis y por Roger Federer.
-¿Qué lectura hace de la situación política argentina teniendo en
cuenta que hoy es 24 de marzo?
-Este es un aniversario que
reafirma que la Argentina
entró en un camino irreversible de verdad y justicia. Es un camino que se
inició con el juicio a las juntas, el momento verdaderamente peligroso, porque
los militares que iban a ser enjuiciados aún tenían a sus camaradas en el Ejército. Lo vimos en
los años siguientes, con las insurrecciones militares durante el gobierno de (Raúl)
Alfonsín. Pero con ese juicio se inauguró la transición democrática, llegando a
hoy con los juicios que se reanudaron con el gobierno de los Kirchner después
de que el Congreso anulara las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Hoy
llegamos a una realización de los reclamos de verdad y justicia que colocan a la Argentina en el único
tema destacado que tiene en el mundo. Aunque con algunas diferencias, el grado
de consenso entre los argentinos sobre lo logrado es muy alto. (Carlos) Menem
hizo el indulto pero su comandante, el general (Martín) Balza, realizó una
depuración del Ejército. Hoy puede decirse que es un escenario integrado al
escenario democrático, excepto el general (César) Milani. Un militar implicado
en un hecho de desaparición de soldados no puede ser el Jefe del Ejército. La
presidenta debe tomar esa resolución. Y no sólo no la ha tomado sino que
concentró en él su servicio de espionaje. Esa es una mancha fuerte en aquello
que se logró en una despolitización franca del Ejército. Milani es un
instrumento político para la
Presidenta de la
República; y que un general lo sea en una democracia es
objetable. Y en segundo lugar es alguien acusado de violaciones de derechos
humanos en el marco del terrorismo de Estado. No soy una experta militar, así
que no sé cuáles fueron las razones por las que la Presidenta eligió a
este general al que conoce hace muchísimo tiempo y que además tiene sospechas
de enriquecimiento ilícito.
-¿Para qué sirve la memoria?
-En principio, para que las cosas
no se repitan. La cuestión de la memoria no es estar permanentemente sentados
recordando, sino que hay un consenso democrático de que aquello que sucedió no
puede repetirse. No participo del entusiasmo de un estado de memoria
permanente. Participo y defiendo que esa memoria construida sea la garantía
permanente de que nunca se va a repetir.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO
-Hay quienes dicen que desde el gobierno sólo se habla del pasado.
¿Usted qué cree?
-La presidente habla de memoria
pero está lejos de permanecer en el pasado. Del pasado lo que hace es forjarse
una biografía que no tuvo. No fue militante política ni distinguida ni de
segunda ni de tercera fila. Fue una simpatizante política. Pero no veo fijación
en el pasado. Más bien hace política en el absoluto presente. Todas las
acusaciones de corrupción que tiene este gobierno no remiten al pasado. El
hecho de que hayan cooptado a los organismos de derechos humanos no remite al
pasado sino al presente. Quiere decir, usar en el presente aquello que puede
servir del pasado. No diría que este gobierno es museográfico. De ninguna
manera. Todo lo usa en el absoluto presente. Presente, presente…
-¿Y el futuro?
-Creo que las grandes tareas del
futuro no fueron encaradas por este gobierno. Por ejemplo, no mantener en la
pobreza a los pobres sino avanzar en un camino de mayor igualdad. Por otro
lado, se necesita una reforma impositiva que este gobierno no encaró. Ni
siquiera se discutió. Es un problema fundamental que tiene que ser tocado con
urgencia. El otro punto que me parece fundamental es que se debe establecer un
nuevo contrato, que lo tiene que hacer un gobierno con mucha autoridad y fuerza
política, con apoyo ciudadano y de sindicatos, entre los servidores del Estado
y el Estado. Eso redundará de manera inmediata en cuestiones educativas, de
salud, etcétera. La otra cuestión es una discusión seria de relaciones entre Estado
y mercado. Voy a dar un ejemplo, en el que venció el mercado y no el Estado. Tiene
que ver con la educación. Son los días puente, pensados en función del mercado
y del consumo y no en función del deber del Estado de garantizar la mayor
cantidad y calidad de enseñanza a todos los chicos de Argentina. Quiere decir
que el Estado interviene a favor del consumo y olvidando su deber principal,
que es brindar el servicio público.
-¿Cuál es el lugar de Argentina en el mundo?
-Pienso que es América del sur y
el MERCOSUR. También me parece correcto fortalecer UNASUR. Esta fue la única
política más o menos constante que se tuvo. Dentro de esta política, se pueden
observar o criticar ciertas influencias del chavismo, incluso algunas secretas
o desconocidas que son objetables. Si resulta cierta la influencia de Venezuela
en el pacto con Irán, es objetable. Venezuela nunca le hizo la línea de
política exterior a Chile, Brasil, Uruguay ni Bolivia. La política exterior
argentina podría ser menos aventurera y más diversificada.
-¿Cómo tomó las críticas hacia el fiscal Alberto Nisman sobre su vida
privada?
-Hubo una asociación entre lo que
fue una decisión del gobierno, que fue ensuciar la figura de Nisman al meterse
en su vida privada, vinculándolo con la prensa amarilla. El gobierno tiró esa
carne al asador, al periodismo, para que se filtre. Y cuando el periodismo la
toma hay un público dispuesto a consumir ese material. Es lo habitual de la
televisión. El gobierno es culpable y responsable de difundir ese material fotográfico.
Por otro lado hay una televisión que todos los días pone eso en pantalla, lo
cual forma una costumbre televisiva. Se trata a la novia de un fiscal como a la
de (Martín) Insaurralde o (Martín) Redrado. Sólo que lo grave no es que Insaurralde
o Redrado se muestren con sus novias. Lo grave es que fue el gobierno el que
tiró esa carne al periodismo.
CULTURA: DIARIOS, INTERNET Y TWITTER
-¿En cuanto marcó la cultura del kirchnerismo?
-El kirchnerismo fue muy activo
en las instituciones y acontecimientos de los organismos que podían funcionar
en la organización de la cultura en cuanto a llevar a intelectuales, premiarlos
con viajes, etcétera. Pero eso no es la cultura. El impacto que tuvo sobre la
cultura fue la producción de contenidos audiovisuales, que ha sido muy alta y
cuyas cuentas en pesos hay que revisar. Lo otro es la organización: creo que
los cambios culturales nunca se miden por presidencias. Sí los cambios en la
organización de la cultura, porque ahí lo que se hace es manejar dinero.
-¿Qué opina de nuestra televisión?
-Me parece que hay una televisión
de pésima calidad. Se observa en la construcción de un público que se
desinteresa de una televisión más incorporada a las cuestiones de la vida para
vivir de manera imaginaria las aventuras eróticas de cada una de las celebrities.
-Usted dijo que la imitaron muy bien en una cuenta falsa de Twitter.
¿Qué cree que es Twitter?
-Es un lugar muy activo políticamente
en el sentido de que allí se expresa una muestra interesante de aquellos a
quienes les interesa la política, que creo es muy poca gente. Twitter es
activo, a veces inteligente en la forma de expresión. Aparte están todos los
políticos, con sus empleados que hacen los twits. Existe además el mundo de los
trols. Uno muchas veces, leyendo Twitter, se da cuenta de que alguien leyó sólo
la mitad de una nota, porque Twitter mete la urgencia de intervenir antes de
terminar de leer o escuchar un programa. Por otro lado, es violento, machista,
el tema de los comentarios (de las notas periodísticas). La violencia se
focaliza muchas veces en mi condición de mujer. Pero la política argentina
siempre tiene tonos altos. Twitter crea la necesidad de meter un impacto en 140
caracteres. Entonces no se puede pedir un espacio de reflexión. Es un espacio
de expresión. Nadie reflexiona. Se puede llevar a Twitter lo reflexionado, pero
es básicamente un espacio expresivo.
-¿Lee diarios en papel o en la web?
-Sigo leyendo diarios de papel.
Uno al día, seguro. Sábados y domingos, tres: Perfil, Página 12 y La Nación. Y naturalmente de
manera on line los demás. Si no, tendría que trabajar sólo para pagarme
diarios. Vivo frente a una computadora pero fui constituida sobre el diario de
papel. Vengo de un mundo en el que el diario duraba al menos 24 horas. Mis
diarios fueron El Mundo, muy modernizador; después La Opinión, Página 12 y una
lectura permanente de La Nación,
que se leía en mi casa. Leo mucha prensa extranjera.
-¿Qué le da más confianza: la plataforma digital o la tradicional?
-Ante el diario en papel, una
tiene la sensación de que hay una como una solidez de la fuente histórica.
Nadie puede manipularlo, malinterpretarlo. Te da además una enorme familiaridad
con las imágenes el pasado. Son sólidos como fuente histórica. Además, el papel
está demostrando ser más indestructible con los bytes. Está la discusión sobre
cuán indestructibles son nuestros archivos de Internet. Bibliotecas que se
adelantaron a quemar papel digitalizando, hoy se dan cuenta de que cometieron
un error. Entre ellas, la Británica. Tuvieron la fantasía de que en un
determinado momento podían sacarse el papel de encima.
-¿En qué expresión del arte se siente más cómoda?
-Mi territorio de origen es la literatura.
Creo que todo lo demás lo hago pisando siempre ese territorio de origen. Ahora,
¿dónde me siento más cómoda? Hay momentos en que una siente una relación de
placer intensa con lo que hace. Trabajar con un músico, como hace dos años con
Martín Bauer, me resultó una actividad en la que aprendía muchísimo, y por lo
tanto fue extraordinariamente placentero. Esas cosas son regalos que me han
caído al final de mi vida.
SU MUNDO
-¿Me habla de su infancia?
-Vengo de una familia muy
pendiente de mi educación. El paseo tenía que ser al Cabildo; otro a La Boca porque estaban los
cuadros de Quinquela Martín; el 20 de junio llevarle flores al General
Belgrano. Todos paseos pedagógicos. Soy un producto de la educación. La pasé
bien. No era una nena desdichada. Fue una infancia normal. Siempre en Buenos
Aires y con largas vacaciones en la provincia de Córdoba. Todos los años.
-¿Sigue disfrutando del tenis?
-Sigo disfrutando del tenis.
Juego, mal, pero juego todavía. Miro tenis por televisión. Soy una absoluta fanática
de (Roger) Federer. Me gusta de él la perfección y esa casi distancia que tiene
con su propia perfección. Es decir, hay jugadores exitosos como (Novak) Djokovic
o (Rafael) Nadal que son eficaces, pero que uno dice no tienen distancia entre
su eficacia y su éxito. Federer tiene como una especie de distancia física con
su propia perfección. Como los bailarines. Dicen que tiene entrenamiento de
baile, que se ve en sus pies. ¿A quién no le gusta la volea de Federer?
-¿Haría algún ensayo sobre tenis?
-No. Por una razón: sólo escribo
sobre aquello que he leído. Puedo escribir mal o bien, equivocarme o no, pero
lo hago con la conciencia de que no conozco sólo aquello que veo, sino también
lo que leo sobre eso. Y sobre tenis, sobre deportes, no leo. Ya sería demasiada
carga.
-¿Qué libro suyo recomendaría a quien quiera conocerla más?
-Depende. Si el interés es
literario, que lea Borges, un escritor en las orillas (Seix Barral). Si tiene
interés más público, Escenas de la vida posmoderna (Siglo XXI). Y si me quieren
conocer en términos más biográficos, Viajes – de la Amazonia a las Malvinas
(Planeta), libro del que aprendí mucho escribiéndolo, casi tanto como viajando.
Es un libro con una investigación invisible. Sólo que arriba tiene una historia
de viajes.
-¿Alguna vez escribirá una novela?
-No voy a escribir novela. No
tengo novela que escribir. Ninguna. No me quedo con las ganas. No tengo
borrador, plan, nada. No existe. Posiblemente haga un libro sobre lecturas,
sobre cómo me impactaron algunos libros.
-¿Qué le dejó aquel “conmigo no, Barone”?
-678 no es un buen programa. Y
ese en el que estuve fue singularmente malo porque todo el mundo me quería
“acuchillar”. Y si todo el mundo lo único que quiere es “acuchillarte”, no
puede salir bueno. Pepe Eliaschev me había recordado antes de ir que (Orlando) Barone
había trabajado en medios de la dictadura. Y eso me sirvió y entonces salió
aquello. Ellos tenían de mí una imagen equivocada, de intelectual demasiado
académica. No (Ricardo) Foster, que me conoce. Los demás creían que soy una
intelectual incapaz de decir “conmigo no, Barone”. Entonces creo que eso
sucedió porque tenían una imagen equivocada de mí. Hay que saber con quién
habla uno. No podían creer que hablaban con alguien de la clase alta cuando soy
yo, que tengo calle, bar, que parar a alguien en seco es algo cotidiano.
PERFIL
Nacida en Buenos Aires el 29 de
marzo de 1942, Beatriz Sarlo está considerada como una de las intelectuales más
importantes de nuestro país. Es periodista, escritora y ensayista. Ha ganado
numerosos premios. Algunos de sus libros publicados son El imperio de los
sentimientos, La ciudad vista, Tiempo presente, La pasión y la excepción y
Viajes. Sobre su paso universitario por Filosofía y Letras, dice: “No sólo vale
lo que se aprende en la
Universidad, que no fue tanto, porque fui mala estudiante. A
una la van marcando también lo se aprende después. Soy una persona tardía.
Siempre hago tarde las cosas”.
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