“ESCRIBIR ME PERMITE ENCONTRAR LA LIBERTAD PLENA”
Autor de una genial primera novela titulada Intemperie, el español
Jesús Carrasco llega a la Feria
del Libro de Buenos Aires como una de las grandes joyas entre los escritores
participantes. La nota fue publicada en Nueva.
“Hay muchos motivos por los
cuales escribo: el placer de crear, la posibilidad de encontrar la libertad
plena o la búsqueda de ese momento sublime en el que consigues escribir una
frase que expresa, no aquello que piensas, sino aquello que de verdad sientes y
que no sabes ni que sientes. También escribo porque es un reto para mí. Me
gusta intentar hacer aquello que no sé hacer y la literatura es para mí un
campo infinito en ese sentido”. La afirmación es del escritor español Jesús
Carrasco. Lo dice cuando esta revista le pregunta por qué escribe. La charla se
desarrolla poco antes de su llegada a Buenos Aires, donde estará como invitado
de la 41era. edición de la Feria
Internacional del Libro. Llega avalado por la crítica
internacional. Su primer libro, la novela Intemperie, ha cosechado críticas
positivas en todo el mundo. Algunos hasta lo compararon con el gran Cormac
McCarthy, el autor de La Carretera. Otros
lo han definido como “una de las voces más originales y emocionantes de los
últimos años”.
Pero más allá de su talento, Nueva
fue tras ese hombre de 42 años que recuerda cómo se metió en la lectura, por
qué cuenta historias y cómo se convive con los elogios. Y lo que se encontró
fue un ser humano que se emociona cada noche, en su casa de Sevilla, cuando le
lee cuentos a una de sus dos hijas, antes de que se vaya a dormir.
-¿Qué papel juegan en vos y en tu escritura las tan buenas críticas que
recibiste por Intemperie?
-Eso es algo que no tengo claro.
Intento separarlas de la escritura, considerarlas como opiniones individuales,
no como sentencias. El libro ha recibido críticas y valoraciones de todo tipo y
eso es algo que agradezco. Muchas de ellas coinciden con mi propia valoración
del libro.
-¿Esta es la novela que quería hacer?
-Sí y no. Hay un refrán que
resumiría bien mi respuesta a esta pregunta: "La vela propone y el viento
dispone". Una cosa es lo que uno pretende y otra lo que, finalmente,
consigue. En cualquier caso estoy satisfecho con el resultado.
-¿Cuánto duró y cómo fue el proceso de escritura de Intemperie?
-La escribí en dos periodos
repartidos a lo largo de siete años. La comencé y me quedé bloqueado, así que
decidí iniciar otra novela que logré concluir y que, al final, terminé
guardando en un cajón. Fue el trabajo en esa novela "fallida" el que
me mostró el camino para continuar escribiendo Intemperie.
-Intemperie fue comparada con La carretera, la gran novela de McCarthy.
¿Te significa algo eso?
-Lo significativo, más que el
libro, es el escritor. Me gusta mucho McCarthy, pero debo decir que La carretera,
siendo un trabajo extraordinario, no es mi texto favorito suyo. Me siento más
identificado, por ejemplo, con Meridiano de sangre o incluso con Sutree.
-¿Considerás que Intemperie es también una historia sobre la confianza
y la desconfianza?
-Supongo que cualquier historia
en la que dos personas están solas frente a una amenaza común, termina siendo
una historia de conocimiento mutuo y, por tanto, de la búsqueda de un
equilibrio entre la confianza y la prevención. En el caso de Intemperie, ese
equilibrio pende de un hilo durante casi toda la novela.
-¿Es también una historia sobre la dignidad?
-Sí. Mi experiencia me dice que
el ser humano muestra su dignidad, la ejerce, podríamos decir, en cada uno de
sus actos. Especialmente en los momentos de penuria o extrema necesidad.
Intemperie es una indagación, de las muchas posibles, sobre la idea de
dignidad.
-¿Cuando no hay nada que perder, tal el caso del chico protagonista,
hay gente que resalta sus buenos valores morales?
-Cuando alguien se encuentra
frente a una situación extrema, lo único que no puede hacer es quedarse quieto,
no actuar. Podemos pasar la vida entera escabulléndonos, disimulando o,
incluso, creyendo que somos de una determinada manera. Pero siempre llega ese
momento en el que hay que dar la cara y ahí, nuestra alma queda retratada. Hay
miles de ejemplos de lo que es capaz el ser humano en condiciones límite.
-¿Alguna vez te quisiste escapar de tu casa, como el chico de
Intemperie?
-¡Por supuesto! Cuando era niño.
Y no porque en mi casa me trataran mal, al contrario. Valía cualquier motivo
para querer iniciar la aventura: que no me gustara la merienda, que me
obligaran a recoger la mesa o que mis padres insistieran para que estudiara. En
mi imaginación tomaba los mismos caminos que el niño de la novela: los campos
que rodeaban el pueblo en el que vivía, el único mundo que conocía en aquel
momento.
DE FERIAS Y LECTURAS
-¿Por qué es bueno leer?
-Hay muchos motivos. El más
inmediato es que leyendo podemos participar del pensamiento y de las emociones
de otros. Saber lo que piensa un amigo o lo que siente tu hermano es algo
sencillo. Basta con preguntar. Pero con la lectura podemos conocer el modo de
ver el mundo de Tolstoi, de Séneca, de Simone de Beauvoir, de Borges o de
Alfonsina Storni y eso es algo maravilloso. Por otra parte, leer es una
actividad sumamente placentera. Pero para entender la clase de placer a la que
me refiero, es preciso leer. Solo los lectores saben de verdad lo que significa
leer.
-¿Recordás cuál fue tu primer libro leído y qué sentiste entonces?
-Asterix y los normandos. No
recuerdo lo que sentí, pero algo debió de pasar porque, a partir de ese
momento, ya no paré de leer.
-¿Cuándo te diste cuenta de que la lectura te provocaba sentimientos?
-Probablemente durante mi adolescencia,
cuando empecé a leer autores que hablaban de los problemas de alguien que ya
tenía capacidad para observarse a sí mismo. María Gripe, Anke de Vries...
autores de literatura juvenil que siempre recordaré con enorme cariño.
-¿Cuál fue la historia más linda o emocionante que te hayan contado?
-Una mujer llamó por teléfono a
casa de mi madre. Se presentó diciendo que había nacido en el mismo pueblo que
ella y que tenía más o menos su edad. Mi madre nació en plena posguerra en
Feria, un precioso pueblo de la provincia de Badajoz. España se moría de hambre
en aquel tiempo, pero gracias a mi abuelo, que era un hombre muy emprendedor,
la familia de mi madre siempre tuvo comida. Uno de los negocios de mi abuelo
consistía en comprar almendras a los agricultores de la zona y luego partirlas
para vender por un lado la semilla y por otro la cáscara. Aquella mujer le
contó a mi madre que la llamaba, cincuenta años después, para darle las gracias
por meterle almendras en los bolsillos del abrigo para que pudiera comer algo.
-¿Podrías mencionar aquellos libros que te dejaron marcas importantes?
-Hay muchos, así que citaré solo
algunos. La isla del tesoro, de Stevenson, por su potencia evocadora. El
Cántico espiritual, de San Juan de la
Cruz, porque me recuerda a mi padre y por la hondura de sus
versos. La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec, porque es el juego
literario más serio que he leído.
-¿Qué expectativas tenés de la
Feria del Libro de Buenos Aires?
-Me gusta mucho hablar de
literatura y hacerlo con escritores como Hernán Ronsino, Selva Almada o Alberto
Olmos es un privilegio. Siempre es estimulante visitar una feria cuyo centro es
el libro. Hay escritores, editores, libreros, bibliotecarios, lectores,
personas con las que, en principio, comparto el amor por los libros. Estuve en
Buenos Aires en 2005. Fueron muy pocos días, pero mi recuerdo es muy bueno.
LECTURA PARA UNA NIÑA DORMIDA
-¿Qué conocés de la literatura argentina?
-Los autores argentinos que más
he leído han sido Borges y Cortázar. Siempre alimentaron en mí las ganas de
escribir.
-¿Cuál es la lectura para tus hijas?
-Tengo dos hijas, pero de
momento, solo le leo a la mayor. Durante muchos años hemos ido reuniendo una
biblioteca infantil donde es ella la que elige lo que quiere que le lea cada
noche. Pueden ser álbumes de Oliver Jeffers, La mano negra de Hans Jürgen Press
o libros de Daniel Nesquens, que a mí me gustan mucho.
-¿Te genera algo leerle?
-Es un momento muy bonito leerle
a un niño. Escuchan con total atención. En ese instante solo existe para ellos
la historia que les estás contando. Eso es algo que me encanta porque los
adultos tenemos una gran capacidad para la dispersión.
-¿Cuál es la mejor opción: la relectura o descubrir nuevos libros?
-Practico ambas modalidades,
aunque le dedico mucho más tiempo a la lectura que a la relectura. También debo
decir que, cuando un libro es importante, es maravilloso reencontrarlo con otra
mirada.
-¿Tenés alguna rutina para escribir?
-Generalmente escribo en
bibliotecas públicas. Para mí es importante salir de casa para trabajar y
separar así la actividad escritora de mi vida familiar.
-Dado que Intemperie es tu primer libro, ¿ya te considerás escritor?
-Dejé de trabajar como redactor
publicitario. De momento, mientras pueda permitírmelo, dedico mi tiempo
exclusivamente a la escritura literaria. A partir de la publicación de esta
novela he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas del mundo
editorial. Entre ellos, a muchos escritores. Me he sentido muy bien acogido.
Creo que, por lo general, a los que nos dedicamos a algo tan solitario nos
sienta bien encontrar a otros que hacen lo mismo y compartir. A mí, desde
luego, me sienta muy bien.
Y se nota.
Alejandro Duchini
UNA HISTORIA PARA EL CINE
En Intemperie los protagonistas
son un chico que escapa de la violencia de su pueblo y un anciano pastor que lo
ayudará en ese viaje. Todo en el marco de un pueblo rural. Pero lo violento se
mantendrá a lo largo del texto, tan magistralmente contado que atrapará a los
lectores hasta el mismo final.
El éxito de críticas posibilitó
que la novela llegue al cine. “Pero no sé cuándo”, explica Jesús Carrasco en
diálogo con esta revista. Mientras tanto, trabaja en otra novela, de la que
dice que “está muy avanzada, pero soy muy lento y no tengo claro cuándo la
tendré lista”.
Nacido en Badajoz el 30 de
noviembre de 1972, desde el 2005 su residencia está en Sevilla. Su aspecto
físico llama la atención: calvo, delgado y un bigote que remite a los primeros
años del Siglo XX. Un estilo muy particular. Como su forma de contar.
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