LA MENOR, DE DANIEL RIERA
A continuación, mi comentario sobre el libro de Daniel Riera, La menor, que fue publicado en La Voz del Interior.
Cuento largo o novela corta a la que no le
sobra ni le falta nada, La menor (Galerna), de Daniel Riera, no sólo es
original, sino también muy buena. Abundan las situaciones y los diálogos
desopilantes que seguramente provocarán sonrisas. Se compone, adrede, de
capítulos cortos en los que hay acción, líos y frases también cortas, tal el
estilo que le impone “un tipo de una empresa que fabrica contenidos para
teléfonos celulares” a un escritor que, como insiste, “necesitaba la plata”,
frase que remitirá al “preferiría no hacerlo”, de Bartleby, el escribiente.
Para resumir de qué va La menor puede citarse a
Félix Bruzzone, quien la definió al escribir que “pasa lo que con muchos de los
inventos concretos y virtuales del Siglo XXI: se proponen ser una cosa y
terminan siendo eso y también algo mucho mejor”.
Un escritor recibe una oferta tentadora: hay buen
dinero para que escriba una novela que se pueda leer a través de mensajes de
texto. Inventa cuatro personajes: dos hombres que suben al Himalaya y en la
cumbre encuentran a una mujer. Tienen sexo con ella, que queda embarazada. Pero
como no se sabe quién es el padre de la criatura los dos se harán cargo. Uno
será Papá soñador y el otro Papá contador. A la pequeña le ponen Himalaya. Las situaciones
más inverosímiles harán que el relato logre seducir. Por ejemplo, cuando tienen
que llegar “al conurbano nepalense” para rescatar a la pequeña y a la
humanidad. O al momento en que se produce una brevísima discusión por un vaso
de Coca. Habrá citas muy bien utilizadas, como cuando un capítulo comienza
aludiendo al clásico de Fito Páez “se escondieron en el centro y en el baño de
un bar sellaron todo con un beso”.
No está de más la inteligente alusión a una
popular publicidad de los 80: “Himalaya le leyó la mente y le dijo un hombre
solo es solo el comienzo. Papá soñador le dijo para que algo se empiece a
concretar. Himalaya le dijo pero siempre hace falta. Papá soñador le dijo que a
su mano otras se sumen. Himalaya le dijo y que otras trabajen”. Muy buena y
humorística es la descripción de una escena de desenfreno sexual entre la mamá
de Himalaya y Papá contador.
Una de las virtudes del autor es que juega muy
bien con las palabras y las frases, respetando el mismo estilo durante las
alrededor de 60 páginas que tiene el libro. La originalidad es otro aspecto a
destacar. Con el avance del texto, los teléfono celulares tomarán mayor
protagonismo, aparecerá Dios convertido en una lombriz, se escuchará la canción
de Rocky para dar mayor emotividad (“al fin salieron, lloraron y se abrazaron,
siempre bajo la emotiva música de Rocky”) y la historia del escritor que
escribe por encargo se irá entrelazando con la de los cuatro llegados del
Himalaya.
Este pequeño texto de Riera deja en claro algo
obvio: que la cantidad no dice nada. Porque, como en este caso, lo breve (y de
calidad) merece elogios y lectores.
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