NO NOS UNE EL FÚTBOL SINO STAR WARS
Hace unos años mi gran problema era que mi hijo Santiago se había hecho de otro equipo en vez de seguir la tradición por Independiente. “No tienen en común al fútbol, pero tienen Star Wars”, me hizo ver mi analista. Hoy me parece increíble que haya comentado eso en una sesión de terapia. También me parece increíble que cuando Independiente se iba a la B me despertaba con pesadillas. Desde el fondo de mis sueños lo veía al Tolo Gallego y soñaba con titulares que después fueron reales. En ellos leía “Descendió Independiente”, aunque no llegaba a leer los detalles porque me despertaba agitado.
Pero era lo que me pasaba. Y para eso (también) hacía terapia.
El problema con mi hijo comenzó una mañana en la que fui a verlo y se apareció con ropa de Boca que le compraron adrede: por si no lo saben, mi divorcio no fue en buenos términos. Él se reía y yo lloraba. Después se lo conté a mi analista. Con los años me di cuenta de que a Santiago ni le interesaba el fútbol. Le gustó apenas una semanas, durante el Mundial de Brasil, en 2014. Se inscribió para jugar a la pelota en un club del pueblo en el que vive, miró por tele algunos partidos de Argentina, se fijó en Messi y después, nada.
Para entonces ya le había comprado una camiseta de Independiente, una pelota número 5 del Rojo que está guardada y desinflada en algún recoveco de mi casa, una toalla con el escudo y otra pelota número 5 Tango como la que nunca pude tener. Sólo en base a mis ganas daba por hecho que era del Rojo y futbolero.
Hoy Santiago tiene 13 años y sabe todo de Star Wars. No es para menos. Le regalé libros, muñecos, remeras, parlantes con la forma del Halcón Milenario. Le conté historias de Han Solo, cuando era muy chico le enseñé cómo respiraba Darth Vader y cuando le tocaba quedarse en casa a dormir los cuentos que le contaba los protagonizaban los personajes de La guerra de las galaxias.
No hace mucho le regalé un sable luz original, hermoso, importado, que hace el mismo ruido que los de las películas. Me costó conseguirlo pero cuando lo conseguí me sentí como si hiciera un gol en el Libertadores de América. Cuando lo tuve en mis manos me pareció tan lindo que pensé quedarmelo. En broma le dije que me lo quedaba; él me dijo, en serio, que no había chances.
El año pasado, cuando vino a Buenos Aires y conoció a su hermana, Malena, le regalé un libro español de Star Wars que a su vez me regaló mi papá una noche de 1983. Me lo compró en un kiosco de Pueyrredón y Corrientes un 24 de mayo. Si me acuerdo la fecha es porque el 25 era el cumpleaños de mi viejo. El libro es increíble. Con textos y fotos tremendos. Se habían despegado algunas páginas y estaba tan delicado que lo guardé durante años en un lugar privilegiado de mi biblioteca. Pero en aquel momento tan emotivo me pareció que estaba bueno que podamos pasar algo de generación en generación. Si no era fútbol, como dijo mi analista, al menos era Star Wars. Así que ese libro se lo llevó Santi.
Pero con el fútbol no hubo caso. No sirvió que le hiciera ver viejos videos de Bochini para que pensara que Independiente ganaba algo ni que le haga ver vhs heredados de mi papá. La realidad nos llevó puestos.
En estos días Santiago y yo tenemos enormes expectativas. Suele mandarme videos con los nuevos trailers, fotos o links de canales que analizan el mundo Star Wars. Si encuentro algo, también se lo paso. Me pone al día con el Fortnite, del que no sabía de su existencia. Me pregunta si ya compré las entradas para ver la película y me escribe desde hace un tiempo cosas como “falta un mes para el estreno” o “falta una semana”. “De mi infancia sólo quedan cinco personajes”, pensó y me dijo sobre C-3PO, Lando Calrissian, Leia, R2-D2 y Chewbacca.
Solemos despedirnos con frases como “que la fuerza te acompañe” o “yo soy tu padre”. Y adelantamos posibles finales. Jugamos a qué pasará con El Emperador o con C3PO o cuál es el origen de Rey. Ya me resigné con Independiente. A veces pienso que podría haber sido futbolero y de Racing. Siempre se puede estar peor.
Desde que explotó el streaming para ver películas on line compartimos las de La guerra de las galaxias. Sin embargo, nunca vimos una en un cine. Fuimos a ver Los Vengadores, Bolt, Wall-E, Meteoro, Cuentos que no son cuento y tantas más, pero nunca una de Star Wars. Simplemente, no se dio. Para este jueves ya tengo las entradas para El ascenso de Skywalker. Me costó conseguir butacas juntas, pero las conseguí. Recién entonces voy a poder mirarlo y sentir lo mismo que tal vez sentía mi papá cuando me llevaba en mi infancia a ver la trilogía original. Ahí estaremos, juntos, como padre e hijo, gobernando las galaxias. Y que la fuerza nos acompañe, carajo.
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