¿SE PUEDE ELEGIR UNA MADRE?
¿Se puede elegir una madre? Elegí una, hace mucho tiempo. Cuando murió mi mamá yo tenía 15 años y una soledad típica de adolescente. Sentía que el mundo me debía algo y que encima me estafaba. Pero por suerte estaban mis otras madres: mis tías. Entre ellas, mi tía Susana, que hoy cumple años. No recuerdo si alguna vez se lo dije pero la elegí como una segunda madre. Creo, en verdad, que nos elegimos. Ella, con tres hijos, nunca me olvidó: jamás me dejó solo. No digo que fui su cuarto hijo, pero sí que fui “como su hijo”. Pasaron los años y ahí estamos. Nos vemos más o menos seguido pero nos hablamos un montón. Conoció a mis hijos. Me prestó una cama alguna noche en la que estuve solo después de mi divorcio y me ayudó a armar el rompecabezas de mi infancia o de mi familia más cercana: mi papá también se fue antes de tiempo y me dejó silencios. Muchos “de eso no se habla”. Algunas de esas cosas ahora las sé por mi tía Susana. Quiero saber más de mi propia historia y alguna vez nos senta