“NO TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR”
Desde la distancia aceptó preguntas y devolvió respuestas como si fuesen jugadas magistrales de dos jugadores que se conocen desde hace tiempo. En este caso, quien le preguntó no lo conoce personalmente sino gracias a la radio y el fútbol. Luego, la relación se acentuó con las redes sociales, terreno en el que Saavedra se mueve pero hasta ahí. No usa celular ni se conforma con relatar partidos a través de la tele, como se hace ahora. Le gusta salir a la cancha. Acá va, entonces, una pequeña radiografía de un tipo que deja su sello con cada relato.
-¿Cómo vivís este tiempo de encierro? ¿De qué manera te adaptás al relato del fútbol en cuarentena?
-Es todo muy raro, casi de ciencia ficción. Lo vivo con una gran inquietud y, periodista al fin, con una gran curiosidad. Con relación a mi trabajo, que lo hago desde Santa Fe porque estoy relatando las campañas de Colón y Unión, también hay un grado de incomodidad muy grande. Los clubes se han puesto de acuerdo para no permitir el acceso de los medios foráneos, solo los locales. Entonces, cuando relato al visitante, debo hacerlo desde el estudio de la radio apoyado en las imágenes televisivas. Y para mí, relatar fútbol por radio mirando un televisor es como hacer un karaoke en un bar a las dos de la mañana, ponele. Uno se cree que canta pero en realidad está haciendo la mímica.
-¿Cómo te llevás con las tecnologías?
-Bien, además me encantan. No abono aquella teoría de que todo tiempo pasado fue mejor. Me parece que este tiempo es fascinante. Tenés el mundo a un click. Y además hay elementos tecnológicos para aplicar en las transmisiones. Estoy encantado y alerta todo el tiempo ante la eventual aparición de nuevas formas.
-¿Por qué no usás teléfono celular?
-Porque no me gusta. Me tomo un colectivo en Puente Saavedra y cuando me bajo en La Boca me enteré de la vida de todas las personas. De sus miserias, de sus fracasos, de su indignación, hasta de las cosas más pueriles. No quiero ser así. Me da pudor hablar por celular en público. Vivimos prometiéndonos un café por teléfono que nunca tomamos, un encuentro que nunca se concreta…
-¿Qué opinión tenés de la situación política y social del país?
-Me parece muy cruel criticar una acción de gobierno en estos tiempos en que los gobiernos, todos, están más ocupados y preocupados en sobrellevar la pandemia que en gobernar. Siempre aparecen los oportunistas de turno que aprovechan esta penosa contingencia por la que atraviesa la humanidad. La oposición es lamentable. Se está haciendo lo que se puede y seguramente no lo que se debe pero en todo el mundo, no solo aquí. Y la gente la va llevando con una gran entereza, en general.
-¿Con qué fútbol sentís que te encontraste cuando regresó tras la cuarentena?
-También el fútbol está raro. No en el juego, sino en todo lo que lo rodea. Partidos sin público pero con aliento de mentirita grabado en una cinta sinfín, micrófonos por donde se cuelan las onomatopeyas, gritos de dolor por alguna patada, el sonido de la pelota al rebotar en el caño. Ya los violentos nos habían quitado la mitad de la fiesta cuando se prohibieron los hinchas visitantes. Ahora, ya no hay fiesta. Y en el juego en sí, mucho no cambió, aunque suelen darse resultados favorables a los visitantes en mayor proporción que antes. Algunos dicen que es porque las tribunas están vacías y no hay presiones.
-¿La televisión desplazó a la radio en cuanto al relato de un partido?
-La tele estaba en dificultades cuando la gente le bajaba el volumen y ponía la radio. Ahora hay un delay que hace imposible seguir el partido de esa manera. Me dijeron que lo hicieron a propósito. De todos modos, la radio –que fue condenada a muerte cuando apareció la televisión y luego las nuevas tecnologías– está vigente, vivita y coleando, adaptándose a los tiempos. Un partido por radio es otra cosa. Tiene otro encanto, otra emoción. Es una competencia dura pero la radio ha sobrevivido. Y lo seguirá haciendo.
-¿Qué te parece el periodismo televisivo actual?
-No miro televisión desde hace mucho tiempo pero si estoy en un bar o en la casa de un amigo y la tele está encendida no puedo sustraerme. No me gusta, aunque sé que me pierdo algunas buenas producciones. Y en lo deportivo, con algunas excepciones, me agrada menos aún. Nuestra profesión se ha farandulizado. Hay un periodismo Radiolandia al que le rinde más decir que el cuatro sale con una ex Gran Hermano en lugar de analizar que el cuatro pasa bien al ataque pero retrocede mal.
-Pasaste momentos duros, sin laburo, a pesar de tener una trayectoria de 40 años. ¿Qué enseñanza y qué sentimientos te dejó esa situación?
-Está muy difícil para tipos como yo trabajar en los medios. Los espacios deportivos los manejan terceros, muchos de ellos te presionan para que vendas publicidad y cobres tu trabajo de ahí. Hay radios manejadas por personas que nada tienen que ver con la profesión. Ya no se viaja. Se transmite mirando el televisor. Pero no desde la pandemia : desde mucho antes. De todos modos es una decisión mía. No transo. A este oficio, como a cualquier otro, hay que defenderlo, hay que dignificarlo. El 22 de marzo cumplí 40 años como relator. Siempre fui así. Por eso he atravesado con una cierta frecuencia por estas turbulencias y me he quedado sin laburo por espacios de tiempo prolongados.
-¿Por qué una persona que es reconocida en un ambiente como el futbolero de repente se encuentra sin laburo?
-Es una cuestión de dignidad y de ética. Y cuando ya te conocen saben que a uno no le cambiarán su manera de pensar para transformarlo en un animal castrado que obedece con gran mansedumbre. Y entonces no te llaman. Saben la respuesta.
-¿Cuáles fueron los sentimientos que te aparecieron al relatar a los 40 años de trayectoria?
-Encontré una grabación de mi primer partido. Fue Boca–Unión, en 1981. Cuando lo escuché no me reconocí. Era muy joven, sólo había logrado terminar la escuela primaria y mi relato era muy artesanal, casi de autor, te diría. Y me escaseaban las palabras. En eso evolucioné. Y la lectura me ayudó enormemente porque puso palabras en mi boca que desconocía. Me sentí emocionado. Atravesé toda una vida entre gritos de gol, me hice un lugarcito, tengo una familia amorosa y sana, he viajado, coseché buenos amigos…
-¿Quiénes te marcaron y por qué en tu carrera?
-El tema es que no estaba en mis planes ser relator. Yo era futbolista. Atajaba en San Lorenzo de Mar del Plata, mi ciudad. Pero un día me rompieron y ya no pude jugar más. Con los años se cruzó esta profesión en mi camino. A lo mejor me estaba esperando, no lo sé. No tengo referentes. Sí recuerdo lo que escuchaba mi viejo: Fioravanti, Bernardino Veiga… A mí me llamaba la atención Bernardino porque acentuaba el grito de gol en la o y no en la g, como todos los relatores de la época. Y su grito era más estridente y en ocasiones lo repetía.
-¿Algo para decirle a Víctor Hugo, mientras se recupera del covid?
-Mi deseo es que nuevamente esté entre nosotros. Es un hombre necesario.
-¿Qué experiencia te dejó tu actuación en la novela Los buscas, con Echarri y Duplaá?
-En realidad hice de mí mismo. Era el relator porque la historia giraba en torno al fútbol. Me gustó. Fue una sorprendente experiencia compartir días completos con los actores y actrices en el set, con los técnicos, los guionistas…
-Vivimos un tiempo raro por la muerte de Diego. ¿Qué sentiste al enterarte y qué significó o significa Diego para vos?
-La muerte de Maradona fue un mazazo. Diego fue un poeta, pero un poeta guerrillero, combativo, un Paco Urondo del fútbol. Vivió en un estado de insurgencia permanente. Y su más grande poema lo escribió para todos los tiempos en el Azteca de México. Tuve una linda relación con él en los años ochenta, sobre todo. Solía hacerse una escapada a Mar del Plata de tanto en tanto y si me enteraba lo iba a buscar para una nota. Sin él, estamos condenados a jugar con diez el resto de nuestras vidas.
-En una entrevista reciente con Cadena Xeneize dijiste: “Nunca hice plata en esta profesión, si no laburo no morfo. No es cuestión de dinero, es un tema de ética, convicciones, las libertades”. A veces se cree que los relatores conocidos tienen la vaca atada. ¿Podés desarrollar la situación?
-Nunca me interesé por el dinero. Alguna vez rechacé una propuesta muy conveniente. Siempre necesité estar en un sitio donde me permitieran batir las alas, no encerrado en una jaula de oro. Tampoco he trabajado en la tele, salvo una excepción, aunque he tenido ofrecimientos. Y ahí se puede ganar buen dinero. Soy feliz haciendo radio. Curiosamente tengo problemas de comunicación pero cuando se enciende la luz del estudio las palabras me salen a borbotones.
-¿Qué es la ética? ¿Y la radio?
-La ética es no renunciar a los valores que uno tiene, no traicionar sus convicciones… Es mirarse al espejo sin parpadear de pudor. Y la radio es la banda de sonido de mi vida. Y me la salvó. Yo era un muchacho sin recursos, rodeado de peligrosas tentaciones, con amigos que aún siendo muy jóvenes ya estaban jugados. Me rescató de ese hondo bajofondo donde el barro se subleva. Me dio una vida.
-¿Qué te significan Boca y River?
-Boca es algo muy fuerte para mi, poderoso. Soy hincha, siempre lo he dicho, desde que comencé… Relaté la campaña durante algunos años. Fue alucinante. Y River es esa necesidad que tiene Boca. Y viceversa. Se necesitan. Han crecido juntos.
-Tenés el pelo largo, como un rockero de los de antes. ¿Por qué? ¿Qué música te gusta escuchar?
-Tal vez tiene que ver con una cierta rebeldía. Soy muy setentista, atravesé aquella larga noche, corrí peligro. Por lo general siempre tuve el pelo largo. No me veo de otra forma. Y era muy rockero, si. Sobre todo del rock nacional. Soy fan de Spinetta. Hoy escucho también toda la música popular de Latinoamérica. Me identifica.
-¿Lecturas?
-Me gusta mucho la poesía. Nicanor Parra, por caso. Y me gusta Cortázar. Y Saer. Soy lector por una cuestión de necesidad.
-¿Un sueño?
-Relatar a la selección argentina ganando un Mundial. Estuve cerca en Brasil. Para mi relatar fútbol es leer en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies.
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