UN TATUAJE Y UN AMOR
Son las siete y media de la tarde del 9 de febrero de 2020 y acá, en el Cilindro, soy el único hincha de Independiente. Me rodean más de 40 mil fanáticos de Racing que hace unos minutos no paran de silbar a los jugadores de mi equipo que entran en calor en la cancha. Hay clima de euforia, banderas por todos lados, gente que no parar de cantar. Todavía ni sospecho que las próximas dos horas se volverán históricas. Hace una hora, cuando bajé del colectivo en Avenida Belgrano, caminaba hacia el sector de prensa rodeado de cientos y cientos de racinguistas. Iban cantando en contra de mi Independiente. “Che, Independiente, la concha, la concha de tu madre”, cantaban los que caminaban por Alsina, los que iban en auto por Belgrano o los que se bajaban de colectivos. Calladito, yo iba con mi mochila, mi termo para el mate y me acomodaba la manga de la remera para que no se me viera el tatuaje: un escudo de Independiente con fuego alrededor. Sabía que si alguien lo veía, no contaba el c