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Mostrando entradas de enero, 2018

EL GRÁFICO

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Escribí lo que sigue después de enterarme del cierre de El Gráfico. La nota original está acá .  Cuando era chico y la economía de casa se fue a pique, sólo hubo una cosa que nos acompañó en todas las mudanzas: la colección de revistas El Gráfico que desde los años 50 había juntado Héctor, mi papá. Tras perder la casa y empezar el peregrinaje de alquileres, cada mudanza implicaba encontrar un lugar para tantos El Gráfico, a los que sumaban algunos ejemplares de su hermano menor, Goles. Crecí viendo las tapas del Independiente de los 70. Y a veces viajaba en el tiempo para saber de Fórmula Uno, ciclismo y, sobre todo, boxeo. Cada vez más amarillos, lo primero que se buscaba en cada nueva casa era un lugar donde guardarlos. Cuando empecé a estudiar periodismo Héctor me recomendaba que aprenda de las lecturas de Panzeri, Frascara, Borocotó, Ardizzone, Juvenal y tantos otros. Y yo, al igual que los de mi generación, lo que más quería era trabajar en El Gráfico. A fines de los set

UN SÍMBOLO DE PAZ

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Hace más de 30 años, y tras ver a un chico buscar comida en un basural, Ana Mon empezó con un trabajo social que le valió catorce nominaciones para el Premio Nobel de la paz. Acá, la nota como se publicó en Nueva. “Hace 33 años éramos apenas una idea. Recuerdo que antes de las elecciones presidenciales del 83 yo iba manejando a hacer las compras, en La Plata, cuando vi a mi izquierda a un chico revolviendo en un basural. No me olvido más de sus ojos angelados, de esa apariencia como de no esperar nada. Tendría 4 o 5 años, una camiseta raída, percudida. Estaba en patas. Lloviznaba. Llegué a casa y se lo conté a Isidoro, mi marido. Enseguida me puse a llorar”. La historia la cuenta Ana Mon, abogada y catorce veces candidata al Premio Nobel de la paz por su iniciativa de crear centros de ayuda para menores abandonados en la calle y luchar así contra la pobreza. Este año podría tener una oportunidad más. A partir de sus palabras se entiende cómo en un segundo o en una mirada casual

VIVIR EN EL AGUA

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Con 17 años, Delfina Pignatiello es la gran esperanza de la natación argentina. Bate records, es abanderada en el colegio y piensa en los Juegos Olímpicos de Tokio. Link a la nota publicada en Nueva. A sus 17 años, Delfina Pignatiello conoce países americanos y asiáticos pero casi no conoce la noche de Buenos Aires. Mientras sus amigas salen, ella se acuesta para madrugar y entrenar a la mañana siguiente. De lunes a viernes se levanta a las 5 de la mañana, va a nadar, después a la escuela y de nuevo a la pileta o al gimnasio. Apenas le queda tiempo para estudiar. Sin embargo, llegó a ser abanderada en el colegio, el Cardenal Spínola, en San Isidro. De a poco -mientras supera marcas- le dice adiós a las competencias juveniles: la espera el ultra exigente mundo de los adultos. Delfina Pignatiello es -cuentan los que saben- la gran esperanza de la natación argentina. Batió los récords nacionales en 400 ( 4’09’’96) y 800 metros (8’29”86) estilo libre. También es récord juvenil en lo

UN GRANDE EN UN MUNDO DE CHICOS

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Diego Topa, quien pensaba ser químico, es el referente del público infantil. En esta charla le contó a Nueva (nota en el medio, acá) cómo fue su camino para meterse, con sus shows musicales, en miles de hogares de latinoamérica. ¿Cómo será Diego César Topa -o Topa, a secas- detrás de la cámara o debajo del escenario? Porque al Topa que actúa, quien tenga hijos, nietos o sobrinos ya lo conoce: salta, ríe, baila, canta e invita a los chicos a seguirlo. Y los chicos lo siguen. Para que tengan una idea quienes no saben de él, Topa es desde hace más de una década el animador que ha ocupado el lugar que en otros tiempos ocupaban Gaby, Fofó, Miliki y Milikito, Margarito Tereré, Pipo Pescador, Julieta Magaña, Carozo y Narizota, Carlitos Balá, el capitán Piluso, Flavia Palmiero, Xuxa, los conductores de Cablín, Julián Weich, Reina Reech o el vigente Piñón Fijo. Durante dos horas, esta revista habló y fotografió al animador que presentará nuevo show por el interior del país, volverá al t

LA AGITADA VIDA DEL PINTOR DE MESSI

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Escapando a dos muertes dolorosas, Fabián Pérez se fue a recorrer el mundo. El karate le salvó el alma. Luego se hizo artista. Hoy tiene reconocimiento internacional. Tanto, que hasta la figura de la selección lo eligió para que lo retrate. La nota original en Nueva. Hay vidas que superan a la ficción. La de Fabián Pérez, por ejemplo. Fabián Pérez es un pintor argentino de reconocimiento internacional que vive en Los Ángeles, Estados Unidos. Tiene esposa e hijos. Sus pinturas se exponen en ese país y en Europa, Asia, Australia, Sudáfrica. Reflejan hombres y mujeres a veces solos, a veces acompañados. Suelen fumar y beber. Abunda la sensualidad. Pero una es particular: se ve a Lionel Messi con la camiseta de la selección argentina. No a cualquiera elegirían los Messi para que lo retraten. ”Tuve la suerte de colaborar con su Fundación. Fue en el 2011. Pinté su retrato y usé de referencia unas fotos que la misma Fundación me proveyó. El propósito era vender el retrato de Leo para r

GRANDES QUE HABLAN DE CHICOS

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Analistas de la problemática de la niñez, la psicopedagoga Cristina van der Kooy y el licenciado Adrián Dall’Asta analizan ante Nueva cómo es la infancia hoy, qué rol juegan los padres y la escuela y qué imaginan para el futuro de las nuevas generaciones. La nota publicada en Nueva, acá. ¿Qué chicos se crían en estos tiempos de tecnología para algunos y de carencias para otros? ¿Qué rol juegan los padres actuales, acusados de intentar ser eternos adolescentes? ¿Y las escuelas? ¿Los maestros? ¿Se encaminan, los chicos de hoy, hacia el abismo o superarán, en varios sentidos, a las generaciones que los anteceden? Mientras las preguntas se multiplican, la psicopedagoga y profesora Cristina van der Kooy y el licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades -además de creador de la Fundación Padres-, Adrián Dall’Asta analizan el tema ante esta revista. Durante dos horas intercambiaron ideas: coincidentes o no, dialogaron con ánimo de acercar partes o armar un rompecabezas para entender e

LAS CANCIONES DE SABINA

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Biógrafo y amigo del músico español, el periodista español Javier Menéndez Flores lo refiere, en un nuevo libro, a partir de sus letras: “Es un escritor que canta su propia obra”. Acá, la nota original. “El tren de ayer se aleja, el tiempo pasa, la vida alrededor ya no es tan mía, desde el observatorio de mi casa la fiesta se resfría”, canta desde su nuevo disco -Lo niego todo- Joaquín Sabina. La canción se llama Lágrimas de mármol y es la segunda de difusión de este trabajo en el que el español refiere, a lo largo de doce temas, a la incidencia del paso tiempo en él. Canta, también, “superviviente, sí, ¡maldita sea!, nunca me cansaré de celebrarlo, antes de que destruya la marea las huellas de mis lágrimas de mármol, si me tocó bailar con la más fea, viví para cantarlo”. Es un Sabina en estado puro. Y en uno de sus mejores discos, por lejos. Pero no sólo las canciones acompañan este momento de Sabina. Aparece además el libro Sabina - No amanece jamás, el tercero que escribe el

CADA VEZ DISFRUTO MÁS DE ESCRIBIR

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Samanta Schweblin es una de las autoras argentinas más reconocidas en el mundo. Fue traducida a más de veinte idiomas. Desde Berlín, donde vive, habla de su carrera y de lo que está por venir. La nota original, acá. En los últimos años, un grupo de escritoras que hoy rondan los 40 (algunas más, algunas menos) impuso un aire renovado a una literatura argentina representada mayormente por hombres. Varios son los ejemplos, pero hay uno insoslayable: Samanta Schweblin. Nacida en Buenos Aires en 1978 y egresada en Imagen y Sonido de la UBA, vive en Berlín desde hace cinco años. Allí tiene su centro de operaciones: escribe cuentos y novelas, y dicta talleres literarios para pobladores latinos. La obtención en 2015 del IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero por su libro Siete casas vacías significó un punto de partida en lo que a reconocimiento se refiere. Aunque antes había logrado otros premios: el Casa de las Américas en 2008 y el Konex en el 2014, por ejemplo. E